14 de enero 2024
El nuevo presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo de León, será investido este domingo tras ganar las elecciones de 2023, cerrando el capítulo de intento de golpe de Estado que durante meses insistió en perpetrar lo que en ese país se denomina ‘pacto de corruptos’. El nuevo mandatario enarbola un discurso anticorrupción que ha generado grandes expectativas por parte de la población que lo eligió.
Bernardo Arévalo y su número dos, la ahora vicepresidenta Karin Herrera, dieron la sorpresa en junio cuando su partido, el Movimiento Semilla, alcanzó el segundo lugar de los comicios presidenciales, lo que le dio el boleto automático para pasar a segunda ronda contra Sandra Torres, candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), a la que derrotaron con holgura en agosto.
Desde entonces, comenzó un período de persecución y hostigamiento legal encabezado por la fiscal general Consuelo Porras y otros funcionarios estatales, entre los cuales destacó el fiscal Rafael Curruchiche, quienes usaron todos los medios legales a su alcance para impedir el nombramiento del Arévalo y Herrera, que este domingo tomará posesión de sus cargos.
“De aquí en adelante, lo que viene no es tanto la amenaza de un golpe de Estado, sino las posibilidades de bloqueo que tienen los aliados enquistados en el Estado, del pacto de corruptos”, opina el periodista y sociólogo y observador electoral guatemalteco, Gustavo Berganza, entrevistado para el programa Esta Semana, que se transmite este domingo 14 de enero.
Una vez superada la dura carrera de obstáculos que tuvo que sortear a lo largo del extenso período de transición guatemalteco -más de medio año- todos apuestan a que una de las prioridades de Bernardo Arévalo será conseguir que renuncie la fiscal general, Consuelo Porras, para eliminar uno de los escollos más visibles en su prometida lucha anticorrupción.
“El presidente tendrá que convivir -hasta que logre sacarle la renuncia- con la fiscal general, que ya es evidente que es su enemigo número uno. También tiene el reto de establecer relaciones operativas con un Congreso en donde su bancada es minoría”, precisó Berganza, quien destaca cómo los guatemaltecos han asistido a un proceso de desgrane de diputados de las bancadas tradicionales, lo que podría suavizar el reto de lograr que el Poder Legislativo no interfiera abiertamente con las políticas del Ejecutivo entrante.
Los próximos 100 días
Si bien Arévalo no es el primer político en campaña que promete combatir la corrupción en su país, sí es el primero en el que la población tiene la expectativa de que lo haga. De ser posible, en el transcurso de la caprichosa fecha de los primeros 100 días, aunque Berganza, conocedor de la realidad de su país, prácticamente descarta que eso sea posible, ni en 100 días, ni en un año, ni incluso durante los cuatro años del período de Gobierno.
Por eso el sociólogo opina que el gran reto del nuevo mandatario guatemalteco y su equipo será “manejar las expectativas”, en especial, cuando una encuesta dice que el 73% de los jóvenes piensa que el Gobierno tiene la capacidad para producir ese cambio, destacando el peligro de que las expectativas de estos jóvenes puedan verse frustradas.
Para Gustavo Berganza el equipo de comunicación del Gobierno y el propio presidente tienen que hilar fino para convencer a la gente de que “es imposible cambiar una realidad tan desastrosa en tan poco tiempo”, recomendando concentrarse en lograr avances en el saneamiento de la Administración pública, complementado con la ejecución de obras de infraestructura necesarias.
Además, opina que en su lucha contra la corrupción se podría tener un avance parcial por medio de órdenes ejecutivas, de medidas administrativas, y de implantación de reglamentos que hagan más precisa lo que dice la ley con respecto a actos de corrupción, o a procesos administrativos.
Berganza cree que el nuevo presidente de Guatemala se impuso una meta muy alta, al retomar la tradición de prometer resultados en los primeros 100 días. “Honestamente, no creo que en 100 días se haya completado la curva de aprendizaje y se haya completado el reemplazo de todos los cuadros necesarios que puedan permitir implantar políticas de Gobierno”, aseveró.
En materia de política exterior, para Berganza el hecho de que Bernardo Arévalo "no haya incluido a Nicaragua en su periplo (antes de tomar posesión), da una señal de cómo podría ser su política hacia los países centroamericanos", marcando distancia de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Sin embargo, aún no está claro cuál será la posición hacia su vecino, El Salvador, de Nayib Bukele.
Correlación de fuerzas
Gustavo Berganza asegura que a la fiscal Porras “la apoyan únicamente grupos extremistas, que son los que la han acompañado en sus procesos judiciales contra las elecciones, contra el Movimiento Semilla, contra Arévalo y contra Herrera. Esos son los principales aliados”
También destacó cómo ha evolucionado el sector empresarial, que pasó de una posición entre escéptica y abiertamente opositora, a una más flexible después que Estados Unidos ordenara una cancelación masiva de visas, lo que se sumó a la advertencia que lanzó la Unión Europea.
“Siempre hay sectores que son absolutamente conservadores y perfectamente identificables con algunas cámaras, y otros que están más del lado de un capitalismo progresista”, apuntó Berganza. Mencionó, por ejemplo, a la Cámara de la Construcción; algunos sectores dentro de la Cámara de Industria; y la Cámara de Comercio, quienes apoyan las políticas de Arévalo.
“Por supuesto que hay reticencia y desconfianza por parte de otros sectores más conservadores, que podría ubicar dentro del sector azucarero y dentro de la Cámara del Agro, pero el hecho de que (Arévalo) haya logrado establecer diálogos, y reunirse con la dirigencia de la cúpula empresarial, puede ayudar a disminuir el nivel de resistencia, y que por lo menos adopten una actitud de esperemos y veamos”, valoró Berganza.
Su primer error político
El sociólogo considera que fue “un error político”, de parte de Bernardo Arévalo y sus asesores, no haber incluido profesionales indígenas en su Gabinete, “sobre todo porque quienes mantuvieron sobre sus hombros la lucha política por no perder la democracia y por el respeto a la integridad electoral, fueron los grupos indígenas”.
Entre los que sí fueron incluídos en el equipo presidencial, mencionó al ministro de Finanzas, que cuenta con mucha experiencia en el Banco de Guatemala, así como la ministra de Comunicaciones, que ya ha trabajado en Gabinetes anteriores. Los demás “son profesionales que no conocen a profundidad el manejo del Estado y los procesos tan engorrosos de la administración pública guatemalteca”, sentenció Gustavo Berganza.