19 de octubre 2015
El pasado martes los hondureños asistían por la televisión a un espectáculo que creían improbable: agentes del Ministerio Público, con ayuda de la Fiscalía Contra el Crimen Organizado, la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico (DLCN) y la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC), llegaron hasta las propiedades de la familia Rosenthal, dueña del Banco Continental, para embargarlas, tras la acusación emitida en Estados Unidos por supuesto lavado de dinero ligado al narcotráfico.
Los agentes, fuertemente armados y acompañados de perros entrenados, ingresaron a lujosas residencias en el norte y Caribe del país, así como empresas ligadas al Grupo Continental. Se trataba de una imagen simbólica para los hondureños: una violación a recintos donde se tomaban importantes decisiones que no sólo afectaban a las empresas del grupo, sino a todo el país. La familia Rosenthal, se dice, marcaba el paso de la política hondureña.
Jaime Rosenthal, su hijo Yani y su sobrino Yankel –estos últimos ex funcionarios de dos gobiernos hondureños– fueron acusados por Estados Unidos de lavado de activos ligados al narcotráfico. Yankel fue detenido por las autoridades estadounidenses en Miami, mientras su caso fue remitido a un juez en Nueva York. Yani, según declaraciones emitidas por la agencia EFE, dijo que demostrarán su inocencia ante la justicia. "Ni mi padre, Jaime Rosenthal, ni yo hemos sido señalados por tráfico de drogas, delito que deploramos y condenamos enérgicamente y que ha ocasionado mucho y grave dolor al pueblo hondureño", aseguró en una carta pública.
La acusación contra los Rosenthal, y el cierre de sus empresas, tendrá un grave impacto económico en Honduras, afectando, según la familia, a once mil trabajadores directos y otros 20 mil indirectos. El presidente del país, Juan Orlando Hernández, se comprometió a apoyar la continuidad de las operaciones de las empresas del grupo y de sus empleados afectados. Es Hernández precisamente uno de los políticos que mantenía estrechas relaciones políticas y gozaba del favor de los Rosenthal, según analistas consultados en Tegucigalpa.
Clan empresarial y político
La familia Rosenthal llegó a Honduras a finales de los años veinte del siglo pasado. De origen rumano judío, con el pasado del tiempo fueron acumulando fortuna hasta convertirse en una de los clanes más ricos del país, con el impulso de la compra a precios “preferenciales” de empresas del Estado, como la cementera nacional. “Ha sido durante muchos años la fortuna más importante de Honduras”, dijo Julio César Raudales, ex Ministro de Planificación, analista de asuntos financieros y políticos y actual Vicerrector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Fue en la década de los sesenta que la segunda generación de los Rosenthal, encabezada por Jaime y Edwin Rosenthal, ingresaron en la política hondureña, en el caso de Jaime en las filas del Partido Liberal. Jaime Rosenthal mantuvo por años aspiraciones de convertirse en presidente de Honduras y esos deseos lo llevaron a forjar alianzas y crear su propia corriente dentro del partido, apoyada por el poder económico del clan.
“Jaime Rosenthal representó en la década de los sesenta y setenta una de las facciones más progresistas del Partido Liberal. Jaime fue varias veces candidato a la presidencia de la república sin mucho éxito en las elecciones internas. En algún momento quedó como vicepresidente, entre los llamados designados presidenciales. Su corriente política ha tenido una influencia fuerte en los gobiernos liberales y nacionalistas. Dentro del Partido Liberal, el movimiento rosenthalista ha sido un movimiento importante”, explicó el economista Hugo Noé Pino, ex ministro de Finanzas y ex presidente del Banco Central de Honduras.
Julieta Castellanos, rectora de la UNAH, y una reconocida activista contra la violencia y la corrupción que carcomen las instituciones hondureñas, aseguró que tras los procesos de paz de inicios de la década del noventa del siglo pasado en Centroamérica, la familia Rosenthal, férrea opositora a las dictaduras de la región y crítica de las políticas militares (posición mantenida en la línea editorial del diario El Tiempo, propiedad de la familia), dio un viraje a posiciones más conservadoras, apoyando la privatización de empresas en Honduras y las políticas neoliberales que afectaron a la región. Además de consolidar los pactos con la clase política hondureña para garantizarse importantes cuotas de poder.
“Ha sido una familia con un poder excesivamente grande en Honduras, sobredimensionado y con una gran influencia en las esferas políticas y económicas. Quizá fue la primera familia que se metió en el ámbito político institucional. Creo que es la primera familia que incursiona en la política de manera directa en la segunda generación, con un poder económico enorme y con una influencia inmensa en el aparato de justicia del país. Es bien conocida la frase de don Jaime, cuando se refería a magistrados de la Corte como “mis magistrados” y a los diputados de su corriente política, dentro del Partido Liberal, como “mis diputados”. Él ejerció una influencia directa, fuerte y abierta sobre el sistema político y los poderes en Honduras”, explicó Castellanos.
Alianza con el gobierno actual
Esa influencia tocaba incluso la presidencia de Hernández, del partido Nacional. Los Rosenthal apoyaron la llamada Alianza para la Gobernabilidad que el Partido Liberal y el Partido Nacionalista –las dos principales fuerzas políticas del país– firmaron para garantizar cierta estabilidad política en Honduras, nación que aún no se sacude los estragos del golpe de Estado perpetuado por las élites militares y políticos conservadores contra el ex presidente Manuel Zelaya, golpe que los Rosenthal condenaron. Analistas políticos hondureños afirmaron que la familia contaba con su propia “bancada” en el Congreso hondureño, compuesta por 6 u 8 diputados leales, que votaban según los designios del patriarca, Jaime. “Son suficientes diputados para que con votos de otros partidos puedan constituir una mayoría simple que le permita al gobierno tomar decisiones”, explicó el economista Pino. “Los medios de comunicación manejados por la familia nunca fueron hostiles al gobierno, más bien había una tendencia a apoyar (a Hernández) tanto en la campaña como en el desarrollo del Gobierno”, agregó.
La alianza incluía presencia dentro del gabinete de Gobierno. Yankel, sobrino de Jaime, fue ministro de Inversiones del Ejecutivo hasta mediados de año. “La presencia de un miembro de la familia en el gabinete de Hernández puede significar un nivel compromiso, de relación y de entendimiento, o de concesiones que el gobierno haya hecho en su momento”, dijo Castellanos.
Tras el escándalo desatado por las acusaciones en Estados Unidos, esa alianza con el Gobierno queda en entredicho, pero en un momento delicado, cuando se elegirán nuevos magistrados de la Corte Suprema y el presidente Hernández pensaba contar con los votos suficientes –con el impulso de los Rosenthal– para lograr una mayoría favorable en el Supremo.
Poderosos no son intocables
¿Qué mensaje deja el hundimiento de una familia tan poderosa en Honduras? Para los hondureños se ha caído la imagen de que los poderosos son intocables, aunque los Rosenthal hayan caído con un empujón externo. Las imágenes de sus bienes incautados, sus casas resguardadas por agentes de la Policía y uno de sus miembros apresados en Estados Unidos rompe con la idea de impunidad tan arraigada en el país. “Al final para la opinión pública en general en Honduras no ha dejado de ser una sorpresa importante. Hasta ahora se ha manejado en el imaginario colectivo hondureño que aquí en Honduras los ricos son intocables”, dijo Raudales. Pero, a decir de los analistas consultados para este reportaje, la caída de los Rosenthal también podría significar un reacomodo de las fuerzas políticas y de las alianzas que mueven los hilos del poder en Honduras, además de dar una señal a los grupos económicos que podrían tener vínculos con organizaciones ilegales. Consecuencias que incluso se aceptan desde el ámbito empresarial.
“Esto viene a cambiar muchas cosas en el país, no sólo económicamente, sino políticamente. Es una familia de mucha tradición, hay muchos políticos que han estado muy de cerca con ellos en el pasado y que ahora van a ver de qué forman reaccionan ante esta situación para ver qué es lo mejor para el país”, dijo Pedro Barquero, director ejecutivo de la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés.
“Todavía hay un margen de sorpresa muy fuerte”, dijo Pino. “No porque se vincule a una institución financiera, sino a la forma tan fuerte del Departamento del Tesoro de equiparar la familiar Rosenthal con capos de la droga. Eso no ha dejado de sorprender. Es un mensaje muy fuerte para la élite económica hondureña, principalmente para aquellos que están metidos en actividades ilícitas de vamos a ir contra todos”, agregó.