22 de mayo 2022
La iglesia Católica de Santa Agatha, ubicada en la ciudad de Sweetwater, Miami, se ha convertido en un refugio y santuario de peregrinación para la comunidad migrante nicaragüense en Florida, Estados Unidos.
“Natalia” llegó a Estados Unidos hace ocho meses por razones de seguridad. Al menos una vez al mes, visita este templo católico. “Estar rodeada del exilio nicaragüense y de sacerdotes que acompañan dentro y fuera de la iglesia, se siente un ambiente de familia, de hogar, y de que no estás solo”, expresa la joven de 22 años.
Cada domingo, centenares de nicaragüenses asisten a esta parroquia para escuchar las homilías del obispo auxiliar de Managua en el exilio, monseñor Silvio José Báez, en búsqueda de fortaleza espiritual y esperanza, ante la grave crisis sociopolítica que sufre Nicaragua desde 2018.
Para Aída Carrión, nicaragüense radicada en Miami, el templo de Santa Agatha es un punto de referencia para el pueblo católico nicaragüense.
Establecida oficialmente en 1971, la misión de la iglesia Santa Agatha es atender a pobres, desfavorecidos y necesitados, incluyendo a quienes hoy huyen de la represión en su país, explica el padre Marcos Somarriba, párroco de esta iglesia desde hace nueve años.
“Creo que estamos haciendo lo que debemos hacer, que es atender a quien viene, sobre todo al extranjero, al inmigrante, al que necesita un poco de orientación, sobre todo el calor humano, el calor de Cristo”, asegura el sacerdote nicaragüense.
El padre Somarriba es originario de la ciudad de Chinandega. En 1980 se exilió en Estados Unidos luego del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, y ha sido muy cercano al exilio de nicaragüenses en Miami.
Al escuchar las historias de los inmigrantes nicaragüenses, Somarriba asegura que retrocede en el tiempo y recuerda cuando con 16 años cruzó México para llegar a Estados Unidos, en búsqueda de libertad.
El padre Somarriba organiza talleres de asesoría migratoria para nicaragüenses en el exilio, con el apoyo de los miembros de la iglesia.
La parroquia de Santa Agatha también se ha convertido en un hogar para los sacerdotes nicaragüenses en el exilio como monseñor Báez y el padre Edwin Román, expárroco de la iglesia San Miguel Arcángel en Masaya.
“Santa Agatha se ha convertido en un lugar de acogida, de apoyo, de cariño, de oración, de orientación. Al primero que acogió la parroquia con amor, fue a mí persona”, relata Báez.
El pasado 17 de abril, decenas de nicaragüenses asistieron a la misa de Domingo de Resurrección presidida por monseñor Báez, el padre Edwin Román, y el padre Somarriba en la parroquia de Santa Agatha, para recordar a las víctimas de la represión en el cuarto aniversario de la rebelión cívica de abril.
“Con él (Dios) ninguna noche es para siempre, ni la noche del pecado, del fracaso y del miedo. Tampoco las noches de los pueblos son para siempre”, fue el mensaje de monseñor Báez para Nicaragua.
Para los nicaragüenses exiliados en Miami, la Iglesia de Santa Agatha también representa un espacio de resistencia pacífica desde la fe, ante las injusticias que ocurren todos los días en Nicaragua.