24 de julio 2022
San José, Cartago, Heredia y Alajuela son las ciudades de la Gran Zona Metropolitana de Costa Rica donde viven más migrantes nicaragüenses, la población extranjera más grande del país, calculadas en poco más de medio millón de personas. Sin embargo, la población nica también se ha asentado en otras ciudades del país.
A 25 kilómetros de la ciudad de Alajuela, se encuentra el cantón de Atenas, rodeado de verdes colinas, plantas de café y caña de azúcar. Conocido por tener el mejor clima del mundo, de acuerdo a sus pobladores, en este cantón viven muchas personas extranjeras: estadounidenses jubilados, europeos y nicaragüenses, que junto a sus familias han encontrado en esta ciudad la oportunidad de insertarse en la sociedad costarricense.
Una ciudad que atrae por su clima y amabilidad
David Calderón, de 33 años, es originario de Santa María de Pantasma, municipio del departamento de Jinotega. En 2008, decidió dejar Nicaragua en búsqueda de oportunidades laborales. Sus hermanos, quienes emigraron primero a Costa Rica, lo recibieron en Atenas.
A su llegada a este cantón, David trabajó un año en el sector construcción y posteriormente consiguió un trabajo como jardinero en un residencial ubicado en las afueras de la ciudad.
“Entro a trabajar a las seis de la mañana, para después hacer otras cosas como limpiar la piscina, salir con los perritos”, explica.
David vive junto a su esposa y asegura que, aunque no ha vivido en otro cantón de Costa Rica, Atenas es su ciudad favorita del país, por el clima y la amabilidad de las personas. “Me encanta Atenas”, expresa.
Además de su trabajo como jardinero, David también realiza trabajos de herrería y soldadura como una forma de obtener ingresos extras.
“Los nicas somos guerreros”
Verónica Valle tiene 30 años de vivir en Costa Rica. A la edad de 15 años migró a Costa Rica junto a sus hermanas buscando un mejor futuro. “La situación allá (en Nicaragua) era difícil con el tema del trabajo y el estudio. Aquí vimos muchas oportunidades y decidimos quedarnos”, relata.
Cuando recién llegó a Costa Rica, se asentó con sus hermanas en el distrito de Pavas, en la capital San José, pero hace diez años se mudó a Atenas, queriendo encontrar una ciudad tranquila para emprender.
En 2020, se hizo propietaria de “La Cafetería”, un pequeño negocio ubicado en un costado de la iglesia San Rafael de Arcángel que ofrece reposterías, café, batidos de frutas, dulces tradicionales y helados.
“Empecé trabajando acá. Fui colaboradora por ocho meses y luego como la dueña del negocio no era de Atenas, se le complicaba viajar y se lo compré”, comenta Valle, quien se estrenó como dueña desde el inicio de la pandemia de la covid-19.
Aunque no fue fácil mantener activo el negocio durante la emergencia sanitaria, Verónica logró posicionar su emprendimiento en esta ciudad. “Solo el que ha salido de su zona de confort sabe los sacrificios que uno hace para salir adelante”, destaca.
“Costa Rica es un país de oportunidades”
Marbell Castro visitó Atenas por primera vez a los 18 años, durante unas vacaciones para compartir con amigos. No planeaba quedarse, pero decidió dejar su natal Chinandega e iniciar una vida en Costa Rica. “Me encantó, me enamoré, me quedé”, relata Castro, quien vive en este cantón con su esposo y sus dos hijos.
A lo largo de los años, Marbell tuvo diferentes trabajos que le permitieron salir adelante con su familia. “He trabajado de todo. Sé hacer pupusas, trabajé en el área de limpieza, cocinando comida nicaragüense”, recuerda.
Desde pequeña le apasionaba el modelaje y el maquillaje, por lo que inició sus estudios en belleza en un instituto de Atenas. Luego de unos años, ahorró lo suficiente para iniciar sus propios emprendimientos. Hoy es propietaria de un salón de belleza y de una tienda de ropa americana, donde acuden tanto nicaragüenses como costarricenses.
“Atenas es un pueblo muy pequeño, muy acogedor, tiene mucha humildad. La gente es muy buena, por ejemplo, en mi caso, la gente que me ayudó demasiado cuando empecé acá, y estoy muy agradecida con los de Atenas”, expresa Marbell.