3 de octubre 2021
Más nicaragüenses decidirán emigrar en lo que resta de 2021, indican encuestas y proyecciones basadas en las estadísticas oficiales de los principales países de destino como Costa Rica y Estados Unidos.
“El deseo de migrar está basado en las perspectivas de la política nicaragüense y el continuo deterioro de la economía. Los ingresos personales de los nicaragüenses se mantienen al nivel de 2017, lo que representa un estancamiento de casi cuatro años”, explica el experto en migración, remesas familiares y desarrollo, basado en Washington D.C., Manuel Orozco.
La más reciente encuesta realizada por Orozco, que data de abril de este año, mostraba que el 34% de la población entrevistada tenía intención de emigrar. “Esa intención aumenta entre aquellos que se hallan desempleados, trabajadores de la economía informal, que piensan que la crisis económica es el principal problema y no les alcanza el dinero”, dice Orozco, y agrega que es muy posible que emigren quienes creen que habrá fraude en la votación de noviembre y que las violaciones de derechos humanos y el mal Gobierno son el principal problema del país. Quienes tienen menos de 30 años son quienes tienen mayores intenciones de irse de Nicaragua, apunta el experto.
Por otra parte, los recientes registros oficiales migratorios de Costa Rica y Estados Unidos, destinos históricos de los migrantes nicaragüenses, muestran tendencias de crecimiento que permiten establecer una proyección de cuántos nicaragüenses habrán salido en 2021. Para Orozco esa cifra ronda los 60 000, solamente hacia Estados Unidos, y 35 000 hacia Costa Rica.
Este cálculo parte de varias estadísticas, una de las más relevantes es la tendencia ascendente de nicaragüenses aprehendidos en la frontera sur de Estados Unidos. En enero eran 575 y para julio ya eran 13 391, es decir llegó a ser un número 23 veces mayor. Esos 13 391 nicaragüenses que llegaron solo en julio fueron, inclusive, más que los 12 697 salvadoreños aprehendidos, una de las nacionalidades centroamericanas que más emigran hacia el país del norte. En agosto, otros 10 000 nicaragüenses fueron aprehendidos en la frontera.
A partir de septiembre los números podrían ser similares o mayores, ya que es un mes en que la migración aumenta. “En el último trimestre del año la gente corre (se apresura a emigrar), justo cuando termina el verano (en Estados Unidos) y antes de que empiece el frío”, explica Orozco.
La tendencia ascendente de nicaragüenses que salen de su país también se observa en las estadísticas de solicitudes de refugio de Costa Rica, que hasta mediados de septiembre llegaban a más de 22 000, cuando apenas en enero sumaban 1282, reporta la Unidad de Refugio de la Dirección de Migración y Extranjería de ese país. El brinco en este número se vio en junio, mes en que la represión estatal en Nicaragua se intensificó dejando, hasta ahora, un saldo de 37 nuevos presos políticos, incluyendo a siete aspirantes presidenciales de cara a la elección de noviembre.
Estos registros reflejan tan solo una porción del total de migrantes nicas, a quienes habría que agregar los datos de quienes salen del país, ya sea de manera regular para entrar con algún tipo de visa a su país destino, o de forma irregular sin ser interceptados por autoridades migratorias.
El reciente aumento de la migración nicaragüense, sobre todo hacia Estados Unidos, ha sido objeto de atención por parte de medios internacionales, sobre todo estadounidenses, ya que la política migratoria del actual presidente de ese país, Joe Biden, busca contener las masivas migraciones que se originan en los países del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras, El Salvador), mientras, al mismo tiempo, el vecino Nicaragua parece convertirse en un país cuyos flujos migratorios hacia el norte también hay que mirar con atención, sobre todo desde 2018, cuando estalló la crisis sociopolítica y económica producto de la represión estatal del régimen Ortega Murillo.
Crecen los migrantes, crecen las remesas
Actualmente, las remesas que los migrantes nicas envían a sus familiares en Nicaragua han llegado a representar el 15% del producto interno bruto (PIB). Según Orozco, fácilmente al final de 2021 puede crecer a 17%, equivalente a más de 2000 millones de dólares, cifra sustancial para una economía como la nicaragüense, sobre todo considerando la crisis en la que se encuentra desde 2018.
El aporte al PIB de las remesas que mandan los nicaragüenses se acerca al aporte de las remesas enviadas por hondureños (aportan el 25% al PIB de su país), convirtiéndose en uno de los pilares que sostienen al país.
De acuerdo con los datos de Orozco, en 2020 un estimado de 635 000 hogares recibían remesas de un total de 1.6 millones de hogares en Nicaragua. “El 40% de esos envíos llega a Managua, pero a hogares de diferente estrato social”, añade.
También anota que el crecimiento de las remesas se ve actualmente en la cantidad de dinero que envían los migrantes y no en la cantidad de personas que están enviando remesas. Sin embargo, de los nicaragüenses que logran entrar y quedarse en Estados Unidos, por lo menos la mitad empieza a enviar dinero el mismo año que llegan, según los cálculos del experto.
El pasado 30 de septiembre, monseñor Rolando Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa y Estelí, expresó su preocupación por la creciente migración nicaragüense. “Nicaragua vive momentos bien difíciles… por toda la situación que se vive a nivel social, político, económico, a nivel de la migración”, dijo y enseguida se refirió a reportes de sacerdotes de la zona del norte que le han expresado cómo las pastorales juveniles han desaparecido porque los jóvenes han emigrado.
Familias enteras, la mamá, el papá, los niños, en esas caravanas de soledad, muerte y dolor. “Nicaragua se desangra por la migración”, ilustró Álvarez.