26 de abril 2022
Los migrantes nicaragüenses en Costa Rica son más de medio millón, representando el 10% de la población extranjera en un país de cinco millones de habitantes. Sin embargo, su proceso de integración aún no es fluido, pleno ni integral, según el estudio“Los migrantes nicaragüenses en Costa Rica, vulnerabilidad e implicaciones de su integración”, realizado por el investigador de Diálogo Interamericano, Manuel Orozco, auspiciado por CONFIDENCIAL.
Orozco, quien fue entrevistado en el programa Esta Semana –que se transmite a través de Facebook Live y YouTube, debido a la censura del régimen– reveló que los problemas de integración son más graves en la “generación de 2018”, en referencia a ola migratoria de nicaragüenses que salieron del país por la matanza y persecución orteguista contra la Rebelión de Abril.
El investigador mencionó que el estudio identifica que, de esta generación de 2018, solamente uno de cada diez nicaragüenses que residen en Costa Rica está plenamente integrado a la sociedad costarricense.
Al respecto, señala los desafíos y oportunidades del nuevo Gobierno del presidente electo, Rodrigo Chaves, para lograr que se acelere el proceso de integración de los nicaragüenses, que pasa también por aspectos de la cultura política de la sociedad costarricense, y su relación con toda población migrante.
¿Qué encontró tu estudio sobre la integración de los nicas en Costa Rica? ¿Es distinta entre quienes llegaron antes (de 2018) y a causa de la crisis (sociopolítica) en Nicaragua?
El estudio identifica dos cosas: primero, que el nivel de integración, en general para cualquier población, es relativamente bajo, pero entre los nicaragüenses que llegaron –lo que llamamos la generación de 2018– el nivel de integración es prácticamente mínimo. Podemos decir que uno de diez nicaragüenses está integrado y el resto no. Y algunos aspectos que explican eso tienen que ver con la forma en que vinieron al país. Las razones políticas están negativamente relacionadas con la integración; ser mujer, está negativamente relacionado con la integración. Estos son los dos factores más fuertes.
¿Por qué venir por razones políticas está correlacionado negativamente con la integración del nica?
La razón principal es que el factor político tiene un efecto inmediato en la salida urgente del país. Por razones de amenaza, persecución, acoso, entre otros, que hacen que uno básicamente no piense, no planifique y llegue a otro lugar sin preparación, es decir, sin lazos, sin vínculos. Entonces llegas en una condición de mucha mayor vulnerabilidad que él que planifica su salida, y esa vulnerabilidad se refleja en el nivel de integración.
Después hay otros aspectos importantes que tienen que ver con lo político. Por ejemplo, el hecho que tu trauma personal previene integrarte en la sociedad porque tu memoria, de alguna manera estalla sobre la situación que ocurrió en el país y eso obviamente te jala, no contribuye a que uno trate de acercarse a esta nueva sociedad. Y el trauma es una cuestión muy difícil con la que uno lidia. Hay personas que pueden pasar seis meses, hasta un año, simplemente en resolver la realidad de que aquí vinieron a quedarse.
Mencionas justamente en el estudio ese sentido de la impermanencia que hay entre la población migrante. Esa creencia o ilusión de regresar a Nicaragua en cualquier momento, de volver, y eso está presente entre los dos grupos, los que vinieron antes de 2018 y luego de 2018. ¿Es ese un obstáculo para la integración completa?
La ilusión de la impermanencia lo que hace es detener en el tiempo la decisión a integrarse. Hay factores personales y factores institucionales que facilitan la integración. Los factores institucionales, por ejemplo, son la regularización, el acceso a servicios del Estado, la percepción social que tiene la sociedad huésped de los extranjeros; pero después hay factores individuales, como la experiencia personal y política.
Y los inmigrantes en general, de cualquier nacionalidad, tienen este concepto de que “solo voy por un rato y vuelvo después”. La razón principal es porque emocionalmente uno necesita tener un concepto de pertenencia y arraigo, algo con lo que yo me pueda asir, y lo que más me conecta a mí es mi lugar de origen. Entonces, uno no quiere soltar eso, uno quiere mantener eso. Pero en la medida en que el tiempo pasa, vos seguís aferrándote a algo. Por ejemplo, es como la novia que ya no me quiere; ya la maje se casó y sin embargo, yo sigo enamorado de ella y no quiero meterme con nadie más. Lo mismo ocurre con el inmigrante.
Mencionaba el politólogo Alberto Cortés que Costa Rica no se termina de conocer a sí misma como una nación migrante, con un fuerte componente migrante, y que eso también es un obstáculo para lograr esa inserción plena de los migrantes. ¿Cuál es tu opinión?
Comparto un poco lo que dice Alberto, en el sentido que los costarricenses tienen un concepto muy nacionalista de la cultura política. Para el costarricense, el concepto de Estado-nación está muy atado a la identidad política nacional. Soy costarricense, creo en la Virgen, creo en mi revolución civil, mi guerra civil y en mi Estado. Esos elementos están muy marcados. El costarricense es abierto hacia los extranjeros, pero eso no significa que esté abierto a que esos extranjeros se vuelvan parte de uno, porque hay un límite que establecen de que la historia no se puede compartir. Hay un error en la percepción que tienen, pero lo genera una política pública que no es favorable a la integración completa.
Los resultados de la encuesta de calidad y condiciones de vida de los nicaragüenses en Costa Rica reflejan poca o nula movilidad social. Los nicaragüenses siguen teniendo salarios bajos, como hace veinte, treinta años; siguen teniendo los mismos empleos, ¿por qué?
Una de las razones es porque la mano de obra nicaragüense que emigra, es una mano de obra poco calificada y se logran integrar a la economía local mediante la oferta de servicios de trabajo poco calificado: trabajadores domésticos, guardas con poca calificación, construcción, algo de agricultura y servicios en general, restaurantes, limpiando, etc. Sin embargo, una vez que vos te integras al mercado laboral con calificaciones bajas, tu capacidad de salirse del entorno de ese mercado laboral y entrar a la economía del conocimiento o la economía digital, requiere de una inversión sustancial de tiempo y dinero, y los migrantes no tienen esos recursos. Entonces, al final, diez años después, seguís trabajando en el mismo lugar, en la misma cosa. Ganas un poquito más, pero diez años después, vos podrías estar ganando un 100% por ciento más de lo que ganabas hace diez años. Sin embargo, solamente ganas 25% más.
¿Qué recomendación se plantea al Gobierno entrante del presidente electo, Rodrigo Chaves, sobre la integración de los nicaragüenses en Costa Rica?
Yo creo que hay cinco aspectos importantes que debería tomar en cuenta este nuevo Gobierno. Primero, el relacionado con la política exterior costarricense. Ha sido muy consistente en relación con su vínculo con Nicaragua, en términos de abogar por derechos humanos y democracia como uno de los pilares de la política exterior costarricense. Segundo, el respeto a los tratados internacionales. Y tercero, la creencia en la solución pacífica a las controversias.
Esos tres pilares de la política exterior costarricense se reflejan en su relación con Nicaragua. Nicaragua es miembro del SICA (Sistema de Integración de Centroamérica), como Costa Rica y ha violado el tratado regional de seguridad democrática. Esa violación tiene implicaciones de penalidades. Los préstamos que recibe Nicaragua de parte del BCIE van acompañados de cláusulas muy importantes, sobre lavado de dinero, corrupción, que tienen efectos importantes sobre estas dinámicas y nadie le está pidiendo cuentas a Nicaragua sobre eso y el rol de Costa Rica en esto es importante.
El segundo aspecto importante que tomar en cuenta tiene que ver con la condición de los nicaragüenses en Costa Rica y su regularización. Es importante que se acelere el proceso de regularización de los nicaragüenses que pidieron refugio, porque eso incide sobre su integración. El tercer aspecto importante es que el Gobierno de Costa Rica tiene que tener una política transversal sobre inclusión social a través de los gobiernos locales y esto es muy atípico en Costa Rica. El Gobierno costarricense no trabaja con los Gobiernos locales en temas de migrantes, y hay aspectos puntuales en donde podría estar involucrado.
La cuarta recomendación que me parece importante tomar en cuenta tiene que ver con el tema de la integración económica de los inmigrantes. Y aquí hay que pensar un poco de forma más creativa, aprovechando por ejemplo, las leyes de Zona Franca que existen, que se podrían instalar en la frontera norte con Nicaragua para captar fuerza laboral nicaragüense en alianza con el empresariado nicaragüense. Por ejemplo, el sistema bancario regional tiene mucho componente nicaragüense: Promerica, LaFise, entre otros, que podrían estar haciendo alianzas compartidas con el Gobierno de Costa Rica para invertir en call center o centros de maquila de diferente tipo, por ejemplo. También pueden invertir en cooperativas agrícolas de grupos de refugiados donde están los campamentos; y después están aspectos como el comisariato de la mujer, de la trabajadora doméstica. Esas cosas son importantes como parte de un proceso de formalización de la fuerza laboral nicaragüense en Costa Rica.
Y el último elemento es el aspecto curricular. El currículum sobre educación cívica costarricense tiene que actualizarse, modernizarse, ante una sociedad multicultural y multinacional. No es solamente el que hay más de medio millón de nicaragüenses en Costa Rica, pero también hay venezolanos, cubanos y otras nacionalidades.