27 de agosto 2022
A partir de abril de 2022, se produjo una nueva oleada de artistas nicaragüenses forzados a salir del país, luego de que el pasado 12 de abril, la Policía Nacional detuviera de manera arbitraria a Josué Monroy, vocalista de la banda nicaragüense Monroy y Surmenage, y a los gerentes de Saxo Producciones, Xochilt Tapia y Salvador Espinoza, productores musicales que posteriormente fueron desterrados del país, a pesar de ser nicaragüenses.
Andrés Somarriba era vocalista y guitarrista de la banda nicaragüense de reggae y rock, The Camels, agrupación que escribió canciones alusivas a la rebelión cívica de abril de 2018 en Nicaragua, como “Arrullo de Libertad” y “Lejos de Vos”.
Debido al cierre de espacios para artistas críticos del Gobierno en Nicaragua, decidió exiliarse en Costa Rica, el pasado 7 de mayo. “Se fueron mermando los espacios para artistas independientes. Desde hace unos meses me había abierto paso tocando en los buses y en la calle, con el deseo de expresarme”, relata Somarriba.
El temor a ser apresado, tras las detenciones arbitrarias de músicos y productores en el país en abril pasado, aceleró su decisión de emigrar. “El verdadero artista ya no tiene oportunidades en Nicaragua, que es un país cada vez más en decadencia en materia de derechos humanos y libertad de expresión”, agrega el músico de 31 años.
La persecución política contra voces disidentes afectó igualmente a músicos que abordan otras temáticas sociales en sus composiciones. Tania Molina es una cantautora feminista que inició su carrera musical en 2017, cuyas letras abordan la defensa de los derechos de las mujeres. “Voces fieras”, es una de sus canciones más populares, la cual denuncia la violencia sexual contra las mujeres en Nicaragua.
“Mi música siempre había sido (de) denuncia, pero no específicamente contra una dictadura”, expresa Molina. Sin embargo, Molina decidió salir de Nicaragua hacia Costa Rica a principios de julio pasado, ante la amenaza de ser apresada por hacer activismo a través de su arte.
A otros artistas nicaragüenses el Gobierno les ha impedido ingresar a Nicaragua. En abril pasado, el régimen también impidió el retorno a su país, al músico Carlos Luis Mejía, integrante de la banda La Cuneta Son Machín, que volvía a Nicaragua después de un viaje familiar.
“Yo estoy vetado. Mi nombre está en una lista y si yo paso por algún punto de Migración de Nicaragua, a mí me dejan detenido”, expresa otro músico exiliado que pidió se omitiera su nombre.
Nuevos horizontes
A pesar de las dificultades del exilio, los artistas han encontrado en Costa Rica la oportunidad de retomar sus carreras musicales.
“Yo con mi banda teníamos prácticamente un año de no tocar. He tocado más aquí en Costa Rica en un mes, que lo que toqué en dos años en Nicaragua”, explica Andrés, ahora integrante de “Free Tanga”, una banda que nació durante su exilio, en conjunto con otros músicos nicas.
Jimmy Guevara, productor musical radicado en Costa Rica desde 2018, destaca que “se está logrando hacer realidad que se vayan posicionando poco a poco en la sociedad costarricense, bandas que eran conocidas en Nicaragua, como Garcín y The Camels”.
Además, han surgido nuevos espacios, desde donde los artistas exiliados nicaragüenses en Costa Rica, pueden continuar impulsando el arte nacional desde la colectividad. “Creo que ha habido, a partir del 2018, entre los artistas, mucho acuerpamiento para no dejar caer la música nacional. A veces las crisis ayudan de alguna manera a volvernos a unir”, destaca Molina.
El exilio también les ha permitido explorar otros horizontes en el arte. “Realmente siento la responsabilidad como artista de denunciar y seguir el clamor popular de justicia y democracia, es algo de lo que no me voy a desligar, pero sí creo que puedo hacer otros proyectos como cantarle al amor, a la vida”, expresa Somarriba.