31 de marzo 2023
El abogado y defensor de los derechos humanos Eber Acevedo Villachica, se vio forzado en agosto de 2022 a salir de Nicaragua por la persecución de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, debido a su activismo a favor de los presos políticos. En su travesía hacia Estados Unidos, fue detenido por las autoridades mexicanas y llevado “bajo engaños” al centro migratorio en Ciudad Juárez, donde este 27 de marzo de 2023 murieron 39 migrantes de Centro y Suramérica por un incendio.
En septiembre de 2022, Acevedo estuvo diez días preso en ese centro de confinamiento migratorio, al que no duda en llamar “una cárcel”, y al cual describió como un “lugar de maltratos, hacinamiento y despojo de los derechos humanos más fundamentales”, por parte de las autoridades a cargo.
Videos de seguridad filtrados muestran a los agentes impasibles mientras los migrantes detenidos pedían que abrieran la puerta, y compatriotas de las víctimas han denunciado que la tragedia “se pudo evitar”.
El abogado exiliado en Estados Unidos compartió su testimonio en una entrevista para CONFIDENCIAL, en la que relató las penurias que viven los migrantes al ser confinados en este albergue y el poco humanismo de los agentes migratorios mexicanos, a quienes considera “unos criminales” y “malvados”.
“Creen que son custodios de una cárcel”, afirma.
Afortunadamente no estuviste en el momento en que se produjo la tragedia, pero sí estuviste recluido en ese centro migratorio en Ciudad Juárez. ¿Contanos cuándo estuviste ahí y por qué?
Salí de Nicaragua en el mes de agosto por motivo de persecución política, por ser defensor de presos políticos y de derechos humanos. Estando en México pensaba pasar hacia Estados Unidos por Ciudad Juárez. Ya llegando casi a Ciudad Juárez, fui detenido por las autoridades migratorias de México, los cuales con engaño me dijeron que me iban a revisar un formulario múltiple migratorio que llevaba, con lo cual me podía trasladar por el Estado de México. Me llevaron a lo que llaman una estancia migratoria, que es algo así como un albergue, pero en realidad es una cárcel. Ese lugar en Ciudad Juárez es una cárcel. Te privan de tus derechos, de tus libertades. Desde que uno entra te quitan, como en cualquier cárcel, la faja, los cordones de los zapatos y te quedas solo con la misma mudada que andas puesta. Ahí permanecí en el mes de septiembre alrededor de ocho a diez días.
¿Dónde está ubicado exactamente ese centro migratorio y por qué decís que es una cárcel?
Esto queda exactamente en Ciudad Juárez, a 100 metros del puesto fronterizo con Estados Unidos. De hecho, los guardias de inmigración se burlaban de nosotros al decir que estábamos tan cerca de cumplir el sueño americano, pero que nunca lo íbamos a lograr porque seríamos deportados. Yo les decía que no me podían deportar, que sí me deportaban me iban a detener en Nicaragua, e iba ser sometido a tortura.
Las autoridades migratorias de México —lo puedo decir porque yo lo viví—, al menos el personal que estaba ahí, es gente que no tiene corazón, es gente malvada. Decían que a ellos no le importaba, que a mí nadie me había mandado a migrar de mi país.
En ese momento que a vos te capturan y te retienen en ese lugar ¿Cuántas otras personas hay? ¿De qué nacionalidades son? ¿Cuáles son las condiciones en que están recluidos en ese centro?
En el bus donde nos trasladaron iban alrededor de unas 50 personas, como alrededor de 40 venezolanos, unos siete nicaragüenses y el resto eran cubanos. Donde nos ingresan es como una bodega, que fue la que se quemó. Llegamos como 50 y había unas 25 o 30 personas en total. Alcanzábamos todos apretados, pero se puede decir que alcanzamos, todos pegados durmiendo en unas colchonetas, pero todavía se lograba respirar. Pero hubo una noche, como a los dos o tres días de que yo llegué, donde ingresaron de una sola vez alrededor de 200 personas más a la bodega. Estábamos hacinados alrededor de unas 300 personas. Ya ahí nadie durmió, porque prácticamente no se podía ni respirar.
¿Quién estaba a cargo de la custodia de ese lugar o de la relación con ustedes que eran presos o personas que estaban retenidas? Las autoridades del INM (Instituto Nacional de Migración) de México o la empresa de seguridad privada contratada para ese lugar.
Ahí los que llevaban la voz de mando, los que mandaban eran las autoridades migratorias mexicanas. Era los que decidían si daban comida, si daban papel higiénico, porque a veces no permitían papel higiénico, no permitían que nos mudáramos de ropa. Pasé ocho días con mi misma mudada. No permitían pasta dental, no permitían nada. Por eso es que te digo que más que un albergue o una estancia migratoria, eso es una cárcel porque uno está privado de derechos fundamentales, de algo tan básico, como es por lo menos cepillarse los dientes. Los guardas de la empresa de seguridad, pues solo estaban cuidando o custodiando y eran los que pasaban la comida o el agua.
Denuncia ante los Derechos Humanos de México
¿En esos días que estuviste ahí hubo de parte de ustedes los presidiarios o los recluidos, algún conato de protesta para reclamar por las condiciones en que los mantenían?
Antes de que me detuvieran, pude mandarle un mensaje a la doctora Yonarqui Martínez. Le conté lo que estaba sucediendo, que me habían retenido en migración, para que hablara con Derechos Humanos de México a ver qué pasaba. Los de Derechos Humanos llegaron a verme en dos ocasiones. Yo les expuse todas y cada una de las anomalías que se estaban dando.
(Los custodios) cuando se dieron cuenta que iban a llegar las autoridades de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México, sacaron como a la mitad de las personas y ya no estaba la gran cantidad, no estábamos tan hacinados. Ya estábamos alrededor de unos 100 cuando llegaron. Nos pusieron a limpiar a nosotros mismos toda la bodega, para que los de Derechos Humanos de México miraran que todo estaba en orden. Sin embargo, les dije todo lo que estaba pasando, todas las anomalías, los atropellos y violaciones a los derechos humanos que se estaban dando.
Referente a tu pregunta, los venezolanos, como en una ocasión no les querían dar alimentos, si querían hacer una protesta. Pero ellos nunca mencionaron quemar colchones, como ocurrió ahora, sino que ellos decían que iban a arrancar el portón de donde estábamos, de la celda, para salir corriendo. Decían que si todos nos vamos, no van a ser capaces de dispararnos a todos. Al final, otro grupo los convenció que era mejor que no hicieran nada.
Eso pasó hace seis meses. Acaba de ocurrir una tragedia ¿Cuál es tu interpretación sobre lo que ocurrió o lo que lo que pudo haber ocurrido?
Escuché lo que dijo el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, de que fue una protesta porque los migrantes se habían dado cuenta que los iban a deportar. Esa teoría no la creo mucho, porque el migrante sabe que se va exponiendo a que lo agarren las autoridades migratorias de un país y una posible deportación. Según mi propia experiencia, lo que creo es que ahí pudo haber alguna violación de derechos humanos, en el sentido que tal vez no les querían dar comida o no les querían dar agua o no les querían dar algo. Y entonces, ya cansados, no sé cuántos días tenían esas personas de estar ahí, pues comenzaron la protesta.
Los que están a cargo son personas sin corazón, que no tienen el más mínimo sentido de humanidad. Ellos miraron que las personas estaban quemando los colchones, que ya la bodega estaba comenzando a arder y no tuvieron la más mínima empatía por abrir el portón, que es solo un candado. Ellos no iban a sufrir alguna herida o por lo menos tirar la llave a alguno de los que estaban ahí para que abrieran el portón. Son personas que no tienen el más mínimo corazón y puedo decir incluso que hasta son criminales.
“Tenían mi orden de libertad y no me la quisieron otorgar”
¿Cómo lograste salir de ese cautiverio en el que te encontrabas?
Por la misma denuncia que interpuse ante los Derechos Humanos de México. Y ahí se miró una vez más el poco corazón o la maldad que tienen estas personas. A mí me deportaron desde Ciudad Juárez hasta la ciudad de Villahermosa, Tabasco, casi fronteriza con Guatemala. Me regresaron por todo México. Me montaron en un bus en el cual también iba preso, porque ese viaje duró 48 horas, en el cual no me bajé en ningún momento del bus y solo nos daban alimentación; agua, pan con mortadela y a veces jugo.
A todas las otras personas que iban conmigo les dieron un documento donde decía que ellos estaban expulsados de México y que tenían que abandonar México por la frontera más cercana, es decir, la frontera con Guatemala. Como yo había interpuesto la denuncia con Derechos Humanos, tenía un documento donde decía que por razones humanitarias se me tenía que otorgar inmediata libertad ahí mismo, donde yo estaba, en Ciudad de Juárez. Ese documento lo tenían desde el día martes y yo salí de esa estancia el miércoles y llegué a Villahermosa Tabasco el viernes. Es decir, casi 24 horas antes que ellos me montaron al bus, ya tenían mi orden de libertad y no me la quisieron otorgar.
¿Y cuánto tiempo te tomó después de que te expulsaron hacia la frontera con Guatemala, para poder evitar nuevamente caer en manos de ese centro migratorio en Ciudad Juárez?
Después nuevamente volví a hacer la travesía en bus. Ya no pasé por Ciudad Juárez, ya pasé por otro estado de México, más hacia el este. Me tomó alrededor de diez días. En Ciudad de México estuve cuatro días albergado donde unas jóvenes defensoras de derechos humanos, también nicaragüenses, que me brindaron su apoyo mientras me recuperaba, porque en esos diez días solo comía prácticamente tortillas y salí bien maltratado físicamente. Entonces mientras me recuperaba, estuve unos cuatro días donde esas compañeras y después emprendí nuevamente el viaje hacia Monterrey y después a la frontera con Estados Unidos, ya para cruzar.
¿Qué le dirías a las autoridades mexicanas, a la opinión pública mexicana sobre esta tragedia, sobre esta crisis, qué se puede hacer para evitar que esto se repita y que se haga justicia con los migrantes que han fallecido en este incendio?
Las autoridades mexicanas necesitan mucha capacitación en materia de derechos humanos, en cómo atender a los migrantes. Ellos creen que son custodios de una cárcel y los migrantes no han cometido delitos y no tienen que estar sometidos a un régimen carcelario, deben estar sometidos a un régimen de albergue. Además que la misma ley mexicana migratoria dice que es como última opción albergar a una persona en una estancia migratoria. Lo normal sería dejarla circular si anda legal u otras medidas, pero albergarlos o retenerlos debería ser la última opción y si los van a retener, deben tratarlos de manera digna y humana, con el respeto a su dignidad humana.