28 de abril 2020
La caída de la recaudación tributaria en 2020, debido al frenazo de la actividad económica que comenzó en marzo, podría mermar la capacidad del Gobierno para seguir pagando la planilla y financiar las operaciones del Estado, además de perjudicar las reservas, dificultar la libre convertibilidad de la moneda, y aumentar la devaluación y la inflación como parte del impacto de covid-19 en Nicaragua.
Desde hace varias semanas, la confirmación del primer muerto por covid-19 en Nicaragua y el eco internacional de la pandemia –que hasta este lunes 27 de abril había infectado a poco más de 3 millones de personas, de las que más de 211 000 habían fallecido, según el monitoreo de la Universidad Johns Hopkins- motivó a las familias a quedarse en casa, en una iniciativa impulsada por empresas, iglesias, universidades, y diversas organizaciones sociales, cívicas y hasta políticas.
La gran prueba llegó durante la semana santa: mientras desde el Estado se promovían unas 800 actividades –ferias, concursos, conciertos, ¡y hasta procesiones!, todo lo que implicara aglomeración- la respuesta ciudadana fue continuar la política de distanciamiento físico.
El resultado lo atestiguaron las playas y centros recreativos vacíos, con una caída de la actividad turística de entre 70% a 90%, mientras los grandes hoteles reportan tasas de ocupación de 5%, confirmó Lucy Valenti, presidenta de la Cámara Nacional de Turismo (Canatur).
Su colega Carmen Hilleprandt, presidenta de la Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua (CCSN), también enumeró algunas de las razones que apuntan a una contracción del consumo y los servicios que provocará una caída en la recaudación de impuestos, comenzando por los centros comerciales vacíos.
Añade a eso el cierre de 700 bares; la advertencia de la Cámara de Restaurantes y Similares, de que había 30 000 puestos de trabajo en riesgo; la baja notable en la venta de cervezas, gaseosas y licores, más la caída de los tributos que paga el consumo de cigarrillos legales, atenazada por un contrabando implacable de producto ilícito, entre otras.
En el campo internacional, el economista Pedro Belli señaló que “las remesas podrían caer mucho, como consecuencia del desempleo en Estados Unidos y Costa Rica, lo que reduciría el consumo y por lo tanto los ingresos fiscales, especialmente el IVA”.
Advirtió que cayó “el turismo, así como la inversión extranjera directa y los préstamos de los organismos internacionales. Los que ya estaban aprobados y se siguieron desembolsando se están agotando. Por consiguiente, la principal fuente de crecimiento que queda son las exportaciones, y éstas están siendo fuertemente afectadas por la covid-19. Una economía que ya estaba muy golpeada ahora está peor por la pandemia”.
Las reservas internacionales
Róger Arteaga, exdirector general de Ingresos, sabe lo que pasa cuando el Gobierno no tiene suficientes recursos para financiar al Estado: “Se recurre a las reservas internacionales”.
Había 2446.5 millones en reservas internacionales brutas al 29 de febrero de 2020 (último dato actualizado por el Banco Central de Nicaragua, BCN), o sea, 523.7 millones menos que los 2970.2 millones que había a abril de 2018, lo que indica su volatilidad, en circunstancias de alta inestabilidad social y política.
“Por eso es que hay que cuidarlas, y alimentarlas, porque si caen demasiado, se afecta el sistema cambiario. Nos estaríamos comiendo el ahorro”, advierte Arteaga.
El problema de las reservas del país es que existe la tentación de usarlas para cubrir el déficit recaudatorio, y reponerlas será muy difícil porque “se alimentan de las exportaciones y las remesas (que disminuirán, por el alto nivel de desempleo en los países de origen), de modo que podemos llegar a colapsar económicamente como país”, insiste el exfuncionario público.
“Si disminuimos la reserva, entonces se genera una alta demanda por divisas, que eleva el tipo de cambio. La libre convertibilidad [de la moneda] requiere de mantener una reserva que respalde el circulante”, recordó.
El experto comparó con la situación de Venezuela, país donde la falta de dólares elevó el tipo de cambio, y apuntaló una hiperinflación que amenaza con romper los récords históricos en esa materia, con la diferencia que Nicaragua no tiene una reserva petrolera inmensa, como sí tiene Venezuela, más allá del desplome del precio del petróleo.
Peligro de inflación, devaluación y endeudamiento
Usar las reservas internacionales para cubrir el déficit tributario (mientras disminuyen las fuentes que alimentan a esas reservas), puede conducir a la economía a un momento en que no hay suficientes dólares para cubrir las demandas del aparato productivo, y del público en general, que entonces acude a los cambistas.
La alta demanda por el billete verde eleva su precio en córdobas, con lo que ocurre una devaluación de facto, que no tarda en afectar a su hermana en términos económicos: la inflación.
“La inflación y la devaluación son dos variables que se arrastran mutuamente”, definió Arteaga.
Un economista que solicitó mantener su nombre en el anonimato lo explica de otra forma, para llegar a la misma conclusión, al señalar que una profunda caída de la economía provocaría “un verdadero derrumbe de la recaudación fiscal”.
Lo que sigue es “el colapso de lo que ha permitido a la dictadura sostenerse durante estos dos años: un nivel de recaudación que le permita financiar la planilla salarial, los gastos operativos priorizados, las transferencias al INSS para pagar pensiones, y el sostenimiento de sus aparatos represivos”, por lo que no duda que el régimen hará lo que tenga que hacer para garantizar su propia sobrevivencia”.
Las estimaciones de la caída del PIB
Un economista con amplia experiencia en el manejo y análisis de las principales variables macroeconómicas que solicitó el anonimato, recuerda que la recaudación tiene varios componentes principales.
Señala en primer lugar, al impuesto al valor agregado (IVA), que tiene dos orígenes: el que se impone a las importaciones, y el que grava las compras locales. También están los impuestos que se aplican a la actividad aduanera, en este caso, el impuesto selectivo de consumo (ISC), y los derechos arancelarios a la importación (DAI).
Cierra con el impuesto sobre la renta (IR), que también tiene varias fuentes. “El IR está muy relacionado con la actividad económica”, por lo que recomendó analizar el desempeño del IMAE y datos como la generación de electricidad” para calcular el comportamiento de ese tributo, en ausencia de estadísticas oficiales confiables y oportunas.
El experto indicó que haría falta contar con información actualizada sobre las importaciones de bienes de consumo y de bienes de capital, así como de maquinaria y equipo, pero en ausencia de toda esa estadística clave, decidió hacer “un análisis burdo” que le lleva a concluir que “si la economía cae 6%, los tributos también caerán en aproximadamente la misma proporción”.
Menciona ese porcentaje en particular, porque es el que ofrece el pronóstico publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuya visión está más en línea con los cálculos del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE): ambos pintan un panorama más deprimente que el del Banco Mundial (BM), tal como lo detalla Belli.
“La caída para todo el año va desde -4.3% hasta -6.7%, dependiendo a quién le preguntes. El BM dice -4.3%, el FMI dice -6.0% y el BCIE dice que entre -5.1% hasta -6.7%. Me inclino por lo que dice el BCIE, porque las fuentes de crecimiento se han estado esfumando”, justificó.
A escala local, Consultores para el Desarrollo Empresarial (Copades), profundizó su pronóstico de decrecimiento de la economía nacional, desde el -2.71% que calculaba a inicios de año, hasta el -5.47% que pronostica ahora, pandemia de covid-19 incluida.
La Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), por su parte, dijo en un reporte preparado cuando la crisis sanitaria global no se desarrollaba a plenitud, que el PIB nicaragüense podría desplomarse hasta -3.9%, cálculo que planean revisar en los próximos días.
Las opciones de Hacienda ante el impacto de covid-19
Un economista que trabajó para el Ministerio de Hacienda explicó que el Gobierno tiene varias alternativas, en caso se quede sin dinero para cubrir sus gastos.
Tiene la opción de presentar una nueva reforma tributaria, pero el experto no duda de que esto “termina de matar a la gallina de los huevos de oro”. Si la reforma anterior dejó a las empresas “súper golpeadas en 2019, cuando no había pandemia, sería peor ahora que sí la hay”, detalló.
Otra posibilidad es pedir un préstamo al Banco Central, en vez de “comernos las reservas”, o peor aún, comenzar a imprimir billetes sin respaldo.
Finalmente, podrían emitir deuda (letras del BCN y bonos del Ministerio de Hacienda), “a ver si encuentran compradores”, advirtió recordando que bien podrían comprar esa deuda oficial con el dinero de Albanisa que no pueden meter al sistema financiero, por las sanciones estadounidenses, sin descartar que también los compren los mismos bancos comerciales.
Riesgo de que revivan la maquinita
El economista Pedro Belli también ve un escenario en donde ‘tocar las reservas’ revive una de las pesadillas de la década de los años 80. “Si se quedan sin dinero para pagar la planilla sospecho que recurrirán a la maquinita, o sea a imprimir dinero y aguantar la inflación. Tal vez no a los niveles de los 80, pero inflación de todas maneras”, advirtió.
Irónicamente, el discurso oficial de “aquí no pasa nada”, impide que la dictadura tenga acceso a recursos internacionales que ayudarían a oxigenar al Tesoro de la República, mientras que, al no diseñar e implementar programas de ayuda a las familias y las empresas, sienta las bases de una recuperación lenta que amenaza con extender en el tiempo, la frágil estabilidad fiscal del régimen y de la nación.
Al respecto, Funides recuerda que el crecimiento económico nicaragüense se verá impactado por la menor demanda de nuestros productos de exportación, la caída del turismo, de la inversión extranjera y de las remesas, cuyos montos podrían descender entre -5% y -18%, en dependencia de cómo evolucione la economía estadounidense.
“Las remesas -que representan 20% del ingreso para los hogares más pobres- se verán afectadas por primera vez desde el año 2018”, señaló uno de los economistas de la Fundación.
“El efecto externo en el segundo trimestre de este año será muy duro. Lo que pase en Estados Unidos nos impacta casi en igual magnitud. En ese país, los bancos y otras entidades están determinando un crecimiento negativo. El FMI desplomó ese cálculo, al pasarlo de 2.0% a -5.9%”, añadió.