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Economía en caída libre en 2020 y todavía “no tocamos fondo”

Organismos internacionales proyectan la mayor caída económica: Cepal: -8.3%; EIU -8.2%; FMI: -6%; BM: -4.3%; pobreza afectaría hasta el 36.9%

Trabajadores informales de Nicaragua usan mascarillas, en Managua. // Foto: EFE | Jorge Torres

Iván Olivares

29 de julio 2020

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Después de mostrar un desempeño de -4.0% en 2018 y de -3.9% en 2019, con un pronóstico para 2020 que oscila entre -6% del FMI y -8.3% por la Cepal, la economía nicaragüense no da ninguna señal que haga pensar que lo peor ya pasó. En vez de ello, tres economistas entrevistados por CONFIDENCIAL consideran que aún debemos esperar que la caída continúe por algún tiempo.

“El caso de Nicaragua es complejo, porque venimos arrastrando tres crisis. La desaceleración de la inversión venezolana fue la primera. Luego la crisis de abril 2018, y la que estamos viviendo ahora (con la covid-19). Acarrear tres crisis al mismo tiempo, es como caer en un pozo, y creería que todavía no hemos tocado fondo”, afirma el economista Rodrigo Quintana, exconsultor del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

“Aún no hemos visto la peor parte de la caída. Desde 2018 estamos en una economía de subsistencia, en la que vamos cayendo como una pluma”, dijo la también economista Jessica Pérez, directora del Instituto Interdisciplinario de la Universidad Centroamericana (UCA). Si no, “¿cómo explicamos que en dos años de contracción aún estemos en pie?”, inquirió.

“Todavía no hemos llegado al fondo, por los rezagos que son propios a la dinámica económica”, aseguró por su parte un experto de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides).


El economista explicó que en estos casos, se manifiesta una suerte de “efecto dominó” que afecta a más de un trimestre, porque la economía entra en un “estado de sopor”, que dura un tiempo para luego “despertar”. “El peor trimestre de 2018 fue el último, porque la economía no se comporta lineal con los sucesos, sino que su efecto se extiende en el tiempo”, ilustró.

Basado en eso, insistió en que “no hemos tocado fondo”. Este problema “seguirá extendiéndose por el resto del año. Todavía no sabemos cuál será el trimestre que muestre más afectación. En todo caso, nuestro pronóstico es que la contracción del PIB estará en torno a -10%; la tasa de pobreza general pasará de 28.2% (en 2019) a un rango de entre 32.2% y 36.9% en 2020, y el desempleo pasaría del 5.5% en que cerró 2019, a oscilar entre 7.3% y 9.2%”.

La caída de las remesas y turismo

Las consecuencias de seguir en caída libre son múltiples y profundas, y se constituyen en lo más cercano a una garantía de que el problema irá a peor, como en un círculo vicioso, o en una espiral autorreforzada que empuja siempre hacia abajo.

Un ejemplo de ello es lo que ocurre con el desempleo, tanto en Nicaragua como en Estados Unidos, donde también se pronostican altas cantidades de personas sin trabajo en lo que resta del año.

Funides recuerda que “ya estamos en el tercer trimestre del año, y vemos que Estados como Florida, Texas, y otros”, están recibiendo el impacto de la epidemia, y no parece que vaya a ser distinto en el cuarto trimestre.

En esos Estados hay decenas de miles de nicaragüenses que envían remesas a casa, y ahora sufren las consecuencias del confinamiento: cierre de negocios, menor actividad de hoteles y restaurantes, lo que se traduce en una caída del empleo, y una reducción en el envío de remesas.

Por el lado del turismo nacional, los datos muestran que los ingresos de ese sector están en cero desde mediados de marzo. “Si en 2019 ingresaron unos 400 millones de dólares en turismo, estar en ceros a lo largo de tres meses puede representar 130 millones menos en ingresos”, dijo el centro de pensamiento.

La caída de ese sector afecta a otras industrias que tendrán que adaptarse al menor consumo de sus productos, como distintos tipos de alimentos y bebidas, productos de limpieza, cigarrillos, etc., lo se manifiesta en una nueva caída en el consumo en general.

Un resultado previsible de esta situación es un aumento de la informalidad, aprovechando que en Nicaragua, a diferencia de otras economías de la región, existe mucha flexibilidad para poner un negocio en la puerta de la casa, y tener la certeza razonable de que no aparecerá un empleado municipal o estatal a buscar cómo cobrar un impuesto.

“Veo surgir muchos negocitos, pero ¿cuánto tiempo podrán sostenerse, y cuánto tiempo podrá sostenerse la economía con ese tipo de actividades?”, preguntó Pérez, la economista de la UCA, admitiendo lo difícil que es hacer una proyección en estas circunstancias en que las entidades oficiales publican las cifras con demasiada anticipación, o simplemente no las publican.

“Todavía no hemos visto lo peor de la crisis, quizás a final de año”, vaticinó.

Primero la vida

Si bien es cierto el SARS-CoV-2 puso de rodillas a la economía global, las lecciones aprendidas en crisis anteriores dieron una pauta a los políticos y a los expertos acerca de lo que había que hacer y lo que se tenía que evitar, para proteger las vidas de la gente, y la economía de cada país.

Lo primero era —y es— salvar vidas. “Los países buscaron cómo proteger las vidas, aplicando medidas de confinamiento, invirtiendo en salud, expandiendo la cobertura sanitaria, aislando a los contagiados, cerrando escuelas y fronteras, y absteniéndose de promover aglomeraciones”, enlistó el consultor Quintana.

“El manejo correcto de la crisis sanitaria… nos habría llevado a tener un menor número de muertes. Eso repercute en el nivel de productividad de la población”, y en la seguridad de los hogares, porque “la pérdida de vidas es una pérdida de capital humano, y afecta a las familias que quedan desprotegidas”, complementó Pérez.

Adicionalmente, considera que se necesita “revisar las políticas sociales para garantizar que la ciudadanía tendrá acceso al agua potable, además de consultar con las pymes qué asistencia financiera y técnica requieren, y usar formatos virtuales para brindar sus servicios”.

El problema es que el Gobierno de Nicaragua “no se preocupó por proteger vidas ni empleos”, y solo se enfocó en lo macroeconómico. “El Banco Central hizo una inyección tardía de capital, aumentó el encaje, flexibilizó los contratos de préstamos, y aumentó el plazo de pagos a seis meses”, recordó Quintana.

“Esta crisis ha puesto en juego la capacidad y credibilidad estatal de poner medidas en marcha. Una cosa es que te digan ‘quédate en tu casa’, y otra que la gente lo haga. El Gobierno ha perdido credibilidad, y cualquier cosa que decida, la gente la aplicará de forma tardía”, vaticinó.

Gobierno sin acceso a recursos externos

Además de autoridad moral, el Gobierno necesita voluntad política, un plan de acción… y dinero.

La Administración de Daniel Ortega “podría haber hecho más, pero necesitaría gastar un dinero que no tiene, debido a la caída de las recaudaciones. Estamos teniendo gastos iguales a los de 2019, y la meta del Gobierno es mantenerlo igual, así que no veo cómo podrían financiar esas medidas”, cuestionó Quintana.

El experto hizo notar que el Fondo Monetario Internacional ha inyectado unos dos mil millones de dólares en las economías del resto de la región centroamericana, y que Nicaragua sigue siendo la excepción, pese a que presentó al Fondo una solicitud por 470 millones de dólares.

El silencio del FMI es porque Ortega no ha solucionado la crisis política —que era la condicionante previa para acceder a cualquier tipo de recursos— y porque no ha tomado ninguna medida para proteger las vidas de los ciudadanos, ante la mortal amenaza de la covid-19.

Actuar de esa forma “hizo que Nicaragua fuera inelegible” para recibir fondos del FMI, y puede llevar a que “Nicaragua no sea elegible para una condonación de deuda que está preparando el Banco Mundial” para ayudar a los países más pobres, destacó Quintana.

El experto de Funides también recordó que el Gobierno pudo pedir un préstamo a los organismos financieros internacionales, pero ya le dijeron que primero “tiene que solucionar el conflicto sociopolítico para conseguir los recursos necesarios para apoyar esas medidas”.

“Debieron haberlo resuelto desde los primeros días después de los sucesos de abril 2018. No lo hicieron, y ahora [después de tanto daño a la economía] igual tendrán que hacerlo” para poder buscar recursos internacionales, advirtió.

Por lo pronto, es urgente que se consigan recursos para atender las necesidades de las pequeñas empresas, de los hogares que están más cerca de la pobreza, y de los empleados que ganan el salario mínimo, porque “ellos son los más susceptibles a la crisis. Este puede ser el golpe contundente y final para ellos”, advirtió Funides.

La economista Pérez recuerda que, además de que el número de desempleados seguirá contándose por centenares de miles, “el tejido empresarial requerirá de políticas públicas para recuperarse, y ese es un desafío que tenemos que afrontar como país”.

Finalmente, Quintana recordó que 2021 es un año electoral, lo que prolonga la incertidumbre, y “si el Gobierno no da visos de tomar medidas quedaremos aislados. La recuperación de Estados Unidos será lenta, porque ellos también están en periodo electoral, y afrontando la pandemia”.

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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