23 de mayo 2020
Entre el empalme de La Virgen, en Rivas, y el puesto fronterizo de Peñas Blancas, con Costa Rica, hay una fila de camiones y furgones varados a lo largo de 25 kilómetros de carretera.
Los 942 camiones cargados con alimentos, hierro, medicinas, papel higiénico, vidrio y distintos tipos de equipos y mercadería, provienen de todos los países centroamericanos, incluida Nicaragua.
“Entré por El Espino, el domingo 10 de mayo, y desde el lunes 11 de mayo, estoy en la fila”, dice Jesús Antonio Benítez, conductor salvadoreño. Su colega Sergio Ruiz Fletes, conductor nicaragüense lleva doce días varado en la frontera junto a centenares de transportistas.
La crisis estalló cuando Costa Rica impuso estrictos controles sanitarios a los transportistas para prevenir el covid-19 en su país.
Del lado tico, "una inmensa serpiente de furgones se extiende desde la frontera de Peñas Blancas hasta el pueblo de Sonzapote de La Cruz, a unos 13 kilómetros del puesto migratorio con Nicaragua", relata La Voz de Guanacaste, en la crónica: "Las horas muertas: transportistas en la frontera con Nicaragua esperan con poco acceso a agua, comida e inodoros", en un esfuerzo de colaboración de ambos medios.
La detección de decenas de transportistas contagiados de covid-19, llevó a las autoridades costarricenses a ordenar que la carga entrante a su territorio se entregue en las fronteras, para que conductores ticos se encarguen de llevarla a su destino, lo que generó el rechazo inmediato de los gobiernos de la región, mientras Nicaragua ordenó el cierre del puesto fronterizo.
Empresarios cuestionan viabilidad
También los empresarios exportadores y transportistas cuestionaron la viabilidad de la medida costarricense. “Nadie va a entregar su camión para que lo maneje un desconocido, que no sabés si te le va a cambiar algún repuesto, además que esa decisión no es viable por razones de seguros”, explicó Guillermo Jacoby, presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua (APEN).
Tampoco consideran práctico proceder a desenganchar los furgones para engancharlos en un nuevo cabezal, porque eso requiere grandes patios para ejecutar la maniobra, sin obviar que los transportistas viajan hasta su destino, teniendo lista una carga que traen consigo de regreso, lo que permite que sus viajes sean rentables.
“Si al regreso viene con el furgón vacío, ese falso flete puede elevar hasta en 70% el costo de los productos”, aseveró Jacoby.
Ante el tamaño de la crisis generada, las autoridades ticas se han reunido varias veces con sus colegas nicaragüenses y panameños, en busca de una solución que, hasta ahora, solo tuvo éxito parcial con las autoridades canaleras.
“Hubo una solución entre el gobierno de Panamá, y el gobierno de Costa Rica, pero al no tomarlos en cuenta, los transportistas sacaron un comunicado la mañana de este viernes, diciendo “si no se arregla Centroamérica, no vamos a avanzar, y vamos a mantener bloqueadas las salidas”, señaló Jacoby, también presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Exportadores de Centroamérica y El Caribe (Fecaexca).
Eso cumple una precondición expresada por el entrevistado, según la cual, para ser satisfactoria, cualquier solución debe tomar en cuenta los intereses de las cuatro partes interesadas: los gobiernos, los transportistas, los exportadores y los importadores.
La prueba del covid-19
Si bien cada día que pase sin que encuentren e implementen una solución, representa pérdidas millonarias para el comercio regional, y de forma especial para los exportadores ticos que dependen de la materia prima que ahora mismo está varada en sus fronteras, hay más de 1600 personas que están viviendo su propia crisis: los conductores de esos camiones a ambos lados de la frontera.
CONFIDENCIAL habló con ocho furgoneros centroamericanos, quienes relataron las dificultades que pasan para conseguir agua para beber, o para bañarse; la falta de servicios higiénicos, el tedio, las molestias que les causan los chayules, la falta de dinero después de 10 o 12 días en un lugar en el que no pensaban quedarse, o cómo algunos han sido víctimas de robos.
Los consultados dijeron que si bien no les han hecho la prueba del covid-19, ni al salir de sus países, ni al entrar a Nicaragua, ellos estarían dispuestos a hacérsela en Costa Rica, si resulta ser un nuevo requisito para seguir adelante, aunque con la condición de que se les proteja a ellos también.
“Yo me la haría, si es un requisito para entrar, pero la persona que vaya a tomarme la prueba tendría que cambiarse los guantes delante de mí, y saber que el hisopo que me van a meter en la nariz sería nuevo. El que anda guantes se cuida a sí mismo, pero no cuida a la tercera persona, porque, si toca a muchos con el mismo guante, es posible que él mismo esté infectando a los demás”, aseveró el salvadoreño Víctor Adán Fuentes, que transporta productos de Kimberly Clark, de su país hacia Panamá.
“Es absurdo que le estén haciendo la prueba a todo mundo, cuando el individuo viene bien de salud. Que se la hagan a alguien que ya viene con síntomas, y tiene dolor en la garganta, y todos los síntomas que dicen que da, con fiebre alta… que se le hagan, está bien. No nos oponemos, pero tampoco que nos estén agarrando como conejillos de indias”, rechazó el también salvadoreño Jesús Antonio Benítez, que transporta papel higiénico hacia Alajuela, Costa Rica.
Reclamos a Costa Rica
La crisis que están viviendo estos transportistas dio pie a que afloraran muchos reclamos que los conductores extranjeros –y aún un camionero tico- tienen en contra de las autoridades costarricenses.
“No podemos entrar a territorio tico por las medidas que ha tomado el gobierno de Costa Rica, por el covid-19, y aquí estamos esperando a ver qué nos resuelven”, declaró el chinandegano Sergio Antonio Ruiz Fletes, que lleva vidrio desde Managua hacia Costa Rica.
“No puedo entrar a Costa Rica por un gobierno, un mal gobierno que tenemos. Por eso”, aseguró por su parte el costarricense Luis Chacón, que transporta cartón desde San Pedro Sula, para empacar los bananos que exporta Costa Rica.
Chacón se queja porque “nunca avisaron que iban a cerrar las fronteras. Nunca acomodaron sus días para cerrar. No tenemos ningún aviso de nada. Cerraron porque tenían que cerrar, por el coronavirus, según ellos, porque no tienen la capacidad para llevar algo como tiene que ser. Jamás”.
El salvadoreño Jesús Antonio Benítez tiene claro que “la solución es que los ticos entiendan que nosotros, los demás centroamericanos -porque ellos dicen “ustedes los centroamericanos”, quizás creen que son irlandeses- pero que lo que viene de Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, o México, nosotros lo traemos. De todo esto necesitan ellos allá. Sea materia prima, o producto terminado”.
“Ellos tienen que quitarse los moños y dejarse de creer que son la Suiza de Centroamérica, como mal se ha dicho toda la vida, y tienen que ser un tanto más humildes y ver que ellos necesitan de lo que nosotros traemos”, insistió.
El guatemalteco Adolfo Chinchilla, también se siente menospreciado por la decisión costarricense de “no dejar entrar tanto a costarricenses, como a nosotros que somos centroamericanos. Costa Rica supuestamente es un país centroamericano, porque ellos ahora dicen que no son centroamericanos”, señaló.
Nacionalidades y nacionalismos aparte, los camioneros están hermanados una vez más por las limitaciones que están viviendo, y el riesgo de enfermarse, no solo de covid-19, sino de cualquier enfermedad estacionaria, o causada por las pobres condiciones sanitarias en que pasan los días.
Eduardo Aldana es un salvadoreño que lleva medicamentos hacia San José, en un viaje que comenzó hace 14 días, y aún no sabe cuándo terminará.
“Las dificultades que estoy pasando son principalmente económicas, porque el gasto ha sido más alto que lo presupuestado”, dijo añadiendo que en su trabajo “se gana por viaje. Tener este retraso de ocho, doce o quince días, es tiempo que has dejado de ganar”, y no todos están recibiendo viáticos adicionales por el tiempo que llevan varados en ese limbo fronterizo.
Aldana también se quejó por “los precios hasta las nubes, de la comida o el agua que nos venden. Nos genera incomodidad, hasta para nuestro bienestar de salud, porque no sabemos si lo que estamos consumiendo está bien hecho, o si nos puede hacer daño, y no estamos muy cerca de algún lugar donde buscar asistencia médica”, lamentó.
Esperan acuerdo este lunes
A pesar delos agravios y la tensión acumulada, los transportistas y los empresarios esperan que mañana lunes se pueda acordar una solución para normalizar las operaciones en las fronteras costarricenses.
El transportista guatemalteco, Adolfo Chinchilla Chacón espera el resultado de la reunión que se realizará este lunes 25 de mayo “para ver qué solución, qué respuesta tiene Costa Rica, porque según tenemos entendido, ellos no quieren dejar entrar tanto costarricenses, como nosotros que somos centroamericanos”.
Por su parte, el presidente de APEN, Guillermo Jacoby, se mantiene a la expectativa de la reunión. “Los gobiernos están actuando con la urgencia del caso, sin embargo, lo más importante, es que los gobiernos también sean efectivos en hacer las consultas necesarias, porque vos no podés simplemente, tomar un acuerdo entre gobiernos, sin tomar los puntos de vista de los otros tres”, advierte Jacoby.