30 de abril 2022
La política aún vigente de imponer restricciones sanitarias a las tripulaciones de los vuelos comerciales que llegan a Nicaragua, sigue frenando el proceso de recuperación de la actividad turística en el país, al impedir que un sistema de libre competencia incentive la disminución del precio de los boletos aéreos, para atraer a más visitantes, estiman empresarios del sector turístico nicaragüense.
“Miguel”, uno de estos empresarios que habló con CONFIDENCIAL a condición de proteger su identidad, considera que, la fórmula para acelerar la recuperación de la actividad económica en el país, pasa por repetir algo que ya se hizo: eliminar las trabas –todas las trabas– que dificultan el retorno de las aerolíneas al país, en especial las estadounidenses.
“Hay que quitar las pruebas covid y las restricciones impuestas, para permitir que vengan aerolíneas como American Airlines y las demás, porque en este momento solo hay líneas aéreas de otros países volando a Nicaragua. Esas empresas cobran lo que quieren por un boleto, porque no hay competencia, y esos precios altos afectan las ventas de toda la cadena turística”, explicó.
“Rafael” es responsable de un negocio turístico en el norte del país. Durante el cierre de la Semana Santa, el empresario registró la ocupación total de sus 22 habitaciones disponibles. Sin embargo, una semana después, todo está “caído, nadie te llama por un hospedaje”, compara.
Esa realidad contrasta con el dato festivo que publica el Banco Central de Nicaragua (BCN), que asegura –en el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) de febrero–, que la actividad turística creció 20.5% en comparación con el desempeño mostrado en febrero de 2021.
“Los servicios de hoteles y restaurantes crecieron 20.5% (20.0% en el acumulado enero - febrero)”, dice el documento, sin ofrecer explicación, aclaración o argumento alguno que lo sustente.
Pocos turistas, con poco dinero para gastar
“Miguel” reconoció que, en efecto, hay un aumento en la actividad del sector, ligado directamente con el regreso de algunas aerolíneas, y esto tiene como efecto inmediato un aumento en el flujo de viajeros.
El problema es quiénes son esos turistas: en su mayoría, nicaragüenses que regresan a ver a sus familias después de estar casi dos años sin poder verlos, porque la pandemia de covid-19 hizo que fuera imposible (y luego desaconsejable) viajar a cualquier parte.
La queja es por la capacidad (o los hábitos) de consumo del turista nacional, que son ostensiblemente menores que los de los extranjeros, por lo que tener las 22 habitaciones ocupadas por un fin de semana, como reportó “Rafael”, no sirven para ayudar a equilibrar las cuentas del negocio.
El empresario asegura que en Semana Santa hubo una gran movilización de ciudadanos, misma que el Instituto Nicaragüense de Turismo (Intur) estimó en más de cinco millones de personas. Los cálculos de “Rafael” indican que cerca del 95% de sus visitantes eran nacionales, y que apenas el otro 5% eran extranjeros, y eso se refleja en el monto de las ventas efectuadas.
Además de ofrecer caminatas por senderos y miradores, la empresa también vende café orgánico, miel de abeja y ofrece servicio de restaurante. Antes de 2018, con eso podía facturar hasta 20 000 córdobas en un solo día festivo, pero ahora “se nota el bajón”: en promedio, vendió entre 7000 a 10 000 córdobas en un día de Semana Santa.
“No es una recuperación sustancial del turismo. Puede ver que llegan 50 visitantes, pero usted va a ver cuánto compraron, cuánto fue su entrada en los diferentes negocios y rubros. Por ahí se mide. Uno se mueve, la gente se mueve, pero no hay el poder adquisitivo de consumo que uno quisiera que tuvieran para que tu negocio se mantenga rentable”, expresó.
Más competencia significa boletos con mejores precios
En declaraciones a medios oficialistas, la codirectora del Intur, Anasha Campbell, dijo que entre el sábado 9 y el domingo 17 de abril, la ocupación hotelera a nivel nacional alcanzó un promedio superior al 50% de las habitaciones disponibles, lo que superó las expectativas que se habían formado.
Más allá de esas declaraciones que intentan ser triunfalistas, hay una realidad como la de “Rafael” quien observa que ya pasó ese ‘auge’ de unos días, y ahora debe seguir sobreviviendo con los pocos visitantes que llegan, mientras sortea el pago de impuestos y el alza de precios de muchos de sus insumos.
Las agencias de viajes, que están en el otro extremo de la cadena, también se ven obligadas a operar a una fracción de su capacidad total. Como ejemplo, “Miguel” narra que la empresa que dirige, ha mejorado sus condiciones con relación a 2021, aunque siente que aún está lejos de volver a 2017, su último año exitoso.
“Miguel” relata que en 2021 pudo recontratar a todo su personal, aunque hubo períodos en que tuvieron que trabajar por una fracción de su salario habitual. A partir de 2022, observó: “En enero perdí plata; en febrero también, pero un poco menos. En marzo ya hubo ganancias”.
Al referir a lo sucedido entre las agencias de viajes y algunas touroperadoras, señala que varias cerraron en 2021 porque no soportaron las pérdidas. En parte, porque el surgimiento de lo que él denomina “agencias de garaje”, elevó la competencia por un ‘pastel’ que sigue siendo muy pequeño.
Se refiere a la iniciativa mostrada por vendedores de agencias que quedaron en el desempleo, y pusieron sus propios negocios para subsistir, así como otros que vieron que podían trabajar desde su casa, y contrataron a otras personas para que hicieran lo mismo, pese a que al no ser agencias establecidas, el cliente corre el riesgo de quedarse varado, o que no le cumplan el paquete que haya adquirido y, en ese caso “no tendrá quién le responda”, advirtió.