19 de abril 2017
Daniel Ortega comenzó su presidencia en 2007 con una serie de factores económicos que le permitieron disponer de amplios recursos frescos para cumplir sus objetivos. Una década después, la suerte comienza a serle adversa, y las primeras decisiones que el mandatario ha tenido que tomar para enfrentar los malos tiempos, muestran que los más pobres sufrirán más. Un informe del Banco Central muestra una dramática caída en la cooperación petrolera venezolana, cuyo monto es menor que el acumulado del pago del servicios de la deuda petrolera. La pregunta clave es ¿quién pagará esa deuda?
“Hay distintos factores que se le están comenzando a desalinear a Ortega”, señala el economista y exdiputado Enrique Sáenz, entrevistado en el programa de TV ‘Esta Noche’ que se transmite por canal 12.
Sáenz recuerda que en 2007 tuvimos “los más altos precios para nuestros productos de exportación; tuvimos la cooperación tradicional europea, los fondos de la Cuenta Reto del Milenio; los fondos de apoyo presupuestario de la UE, con apoyo sueco, noruego, danés, alemán, y una deuda externa que no superaba los US$4,000 millones. Como dijo el expresidente Enrique Bolaños, la mesa quedó servida”.
“En los últimos años, las exportaciones comenzaron a declinar”, al punto que “en 2016 se dejaron de percibir US$200 millones en exportaciones. Según el Informe de Cooperación Oficial Extranjera (ICOE 2016), los flujos de cooperación pública y privada, también se redujeron en US$200 millones, mientras que la inversión privada pasó de 37,000 a 33,000 millones entre 2011 y 2014”, enlistó el experto.
Sáenz añade a los problemas actuales del país, lo que denomina “el costo de la corrupción”, recordando que “según el último informe de Funides, más del 90% de los empresarios menciona la corrupción como el problema más grande para hacer negocios”.
Aunque Ortega no puede controlar la mayor parte de factores externos que amenazan la economía nicaragüense, hay uno que sí estuvo en sus manos todo el tiempo, como es la cooperación petrolera venezolana, cuya administración, a tenor con lo que expresa el exdiputado Sáenz, fue de todo, menos óptima.
Don Daniel, el nuevo rico
Los recursos provenientes de la cooperación venezolana fueron “el instrumento fundamental que usó Ortega para imponer su régimen. Sin esa cooperación, no habría sido posible que tuviéramos el régimen que tenemos, porque esto le permitió a Ortega, en primer lugar, constituir un grupo económico poderosísimo, que recibía más de US$500 millones anuales”, refirió.
Se trata de recursos líquidos, físicos, “y no es cualquier empresa en el mundo que puede darse el lujo” de recibir tanto dinero, pero “también le permitió establecer alianzas con los grandes sectores del capital, porque parte de estos recursos los depositó en los bancos”, lo que obligó Ortega a hacerse socio de los banqueros, para “cuidarse mutuamente”.
La disponibilidad de esos fondos, sin control alguno, “le permitió a Ortega recursos para comprar conciencias y voluntades, y apoderarse de toda la institucionalidad del Estado. También para disponer de recursos que pudiera distribuir en programas asistencialistas de puro clientelismo político”, valoró.
El economista considera que el dinero fue “administrado de forma irresponsable, sin ningún sentido empresarial. Independientemente de lo que pueda pensar uno de Hugo Chávez, y del régimen venezolano, esta cooperación nos daba la oportunidad para que el país diera un salto hacia adelante en términos de producción, de productividad, e infraestructura, para no seguir siendo el segundo país más pobre de América Latina”.
Ello era posible, en parte, gracias a que el país podía pagar el 50% de la deuda con productos, con lo que Venezuela se convirtió en el segundo socio comercial de Nicaragua. Las exportaciones hacia Venezuela casi llegaron a US$500 millones anuales, además que se redujo significativamente el desembolso anual de dólares para pagar el petróleo, lo que representó un doble beneficio económico para el país.
Casi una década después del inicio de esa lluvia de petrodólares, Nicaragua no tiene “ningún centro de excelencia tecnológica, ningún instituto de primer nivel de educación secundaria y técnica, para generar la fuerza de trabajo indispensable para impulsar el desarrollo del país”, esgrimió Sáenz.
“Tristemente, se trata de una oportunidad despilfarrada para superar el atraso y la pobreza, y esa es la principal responsabilidad de Ortega, más allá de lo político, la dictadura, la dinastía o la violación a los derechos humanos. La cooperación petrolera venezolana fue decisiva para que Ortega impusiera su régimen tanto en el plano social, como en el de las alianzas, en el del control político, y en el del poder económico”, aseguró Sáenz.
Ir a Venezuela, antes que caiga Maduro
La merma de los recursos abundantes y sin apenas control a los que se había acostumbrado la administración Ortega tendrá consecuencias, más temprano que tarde.
A juicio del economista Enrique Sáenz, la decisión de subir el precio del transporte intermunicipal, el hecho que los usuarios del país paguen altos precios por el combustible que consumen, o por la electricidad que usan, pretende compensar, aunque sea en parte, los flujos de recursos que está perdiendo la administración Ortega.
A la par, la deuda externa llegó a US$11,000 millones en 2016, lo que representa el 86% del PIB. De ese monto, unos US$6,000 millones corresponden al sector privado, y casi US$4,000 de esos millones son deuda petrolera venezolana que aumentará año con año.
“Los abonos irán creciendo porque los vencimientos van subiendo, lo que aumentará el flujo negativo de ingresos de Albanisa, que oscila entre US$90 a US$100 millones en 2016”, explicó Sáenz.
El problema es que si el país recibe menos créditos, menos cooperación, y los gastos se mantienen iguales, el flujo de recursos pasa a ser negativo, lo que afecta las reservas internacionales, y obliga a reducir los gastos, añade recordando que “no hubo buses gratis en Semana Santa”.
Llegado el momento de comenzar a pagar la deuda, Sáenz llama a “emplazar a Daniel Ortega y sus cómplices sobre esa deuda de casi US$4,000 millones, que ellos convirtieron de manera fraudulenta en deuda privada”.
“Ortega tiene que explicarle al país, y asegurar que esa deuda seguirá siendo privada, y que no va a descargarla sobre las espaldas de los nicaragüenses, porque eso sería un acto criminal que cancelaría cualquier posibilidad de desarrollo del país. Antes que caiga Maduro, Ortega debería ir a Caracas, para que Maduro condone esa deuda antes de caer, pues, aunque siguiera siendo privada, sería una hipoteca sobre nuestra economía”, valoró.
En síntesis, parece que se acabó la fiesta. Lo que urge saber es quién paga la cuenta.