3 de septiembre 2018
El presidente del Banco Central de Nicaragua (BCN), Ovidio Reyes, se equivocó.
El 17 de julio pasado, durante una conferencia de prensa, Reyes exteriorizó su confianza en que “a partir de julio se reinicie o se reactiven diversos sectores”, y que en agosto hubiera “un repunte importante de la actividad”.
Sin embargo, no llega la anhelada “normalidad” que pregonan con desesperación los medios de comunicación oficialistas: tanto el turismo, como la construcción y el comercio, se encuentran lejos de recuperar los niveles de crecimiento que habían alcanzado.
En el caso de la actividad financiera, ni siquiera se ha logrado calmar a los ahorrantes, como lo muestran las estadísticas oficiales: si bien es cierto, los 72.5 millones de dólares que perdió la banca nacional en julio, representa solo una fracción de los 337.9 millones que se perdieron en junio, la caída de los depósitos al 28 de agosto ya era de 100.7 millones, (o sea, mayor al mes precedente), y el acumulado a lo largo de la crisis, era de 974.8 millones, acercándose al millardo.
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De ahí que, por esta vez, los números digan más que las palabras: al llamado a la calma hecho por Reyes al decir que “alguien que tiene su plata en un banco estese tranquilo porque está con el respaldo del Estado”, los ahorrantes responden con la decisión de sacar su dinero del banco, y llevárselo a su casa (o al extranjero), en un ejercicio de ‘prudencia’ que puede derivar en pánico.
Eso, de alguna manera, explica las reacciones de dos ciudadanos ubicados en las antípodas del conocimiento: el economista Pedro Belli, y una cuentahabiente que solo quiso identificarse como Isabel, cuyas decisiones se diferencian en que él sabe qué hacer –y lo hizo- mientras que ella sigue pensando cuál rumbo de acción debe seguir.
Belli, exfuncionario del Banco Mundial, reveló en una entrevista para el segmento Cuentas Claras, del programa de televisión Esta Noche, que se transmite por Canal 12, que su decisión fue dejar la menor cantidad posible de dinero en sus cuentas bancaria.
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“Estoy tratando de mantener los balances lo más bajo posible, porque no sé qué va a pasar. No tengo la menor idea. Si seguimos como estamos, me parece que vamos a pique: la economía se va a deflatar, se va a caer, y vamos a tener problemas en los bancos y en otras partes. Por eso tomo la precaución de mantener mi balance bastante bajo”, reveló.
Doña Isabel no lo tiene tan claro. De oficio comerciante y prestamista, la ahorrante valora qué hacer con el dinero que guarda en el banco, y revela que, por lo pronto, ha decidido que no tocará su cuenta en dólares, mientras trata de confiar en su instinto para saber qué es mejor: vaciar su cuenta en córdobas y llevárselos a casa para tenerlos disponibles “por cualquier cosa”, o convertirlos a dólares y guardarlos en la otra cuenta.
¿Quién entiende al Banco Central?
Aunque la misión declarada del Banco Central es asegurar la estabilidad de la actividad económica, algunas de las decisiones de esa entidad apuntan en la dirección contraria, tal como el anuncio de modificar el esquema de minidevaluaciones que está en aplicación desde hace un cuarto de siglo, o el de emitir títulos valores que compitan con la banca comercial.
La semana pasada, la decisión del BCN, de publicar una Resolución en la que reformaba algunas de sus normas financieras -en especial la que rige el tipo de cambio con respecto al dólar- generó unos niveles de incertidumbre que se saldaron con una corrida de depósitos de 26.5 millones de dólares ¡en un día!
“Este año será recordado en la historia económica de Nicaragua como el de los grandes desaciertos, pues las políticas y medidas económicas relacionadas con la seguridad social generaron una crisis sociopolítica, y ahora las nuevas reglamentaciones cambiarias estaban produciendo pánico en menos de cuatro horas”, señaló el académico Giovanny Rodríguez.
El experto detalla que los ciudadanos actuaron de esa manera “porque lo entendieron como una posible devaluación de la moneda. Se le olvidó al [presidente del Banco Central] que el nicaragüense aún guarda en su memoria colectiva el recuerdo de las macrodevaluaciones y la inflación galopante”, argumentó.
“En la psicología económica del nicaragüense no existe ningún concepto que le infunda más temor que una devaluación de la moneda. Es que las pérdidas cambiarias de un pasado no lejano pesan más que cualquier explicación de una política cambiaria”, añadió.
A partir de ahí, y a pesar de la insistencia del presidente del BCN, en el sentido que “los rumores de devaluación son totalmente infundados”, sus acciones más bien generan turbulencia financiera, lo que confunde a economistas tan experimentados como el citado Belli, o su colega Erwin Krüger, expresidente del Cosep, y uno de los que decidió implantar el esquema de minidevaluaciones que se ha usado por los últimos 25 años.
“No sé cuál puede ser el objetivo del BCN para cambiarlo ahora… si algo está bien, ¿para qué cambiarlo?”, cuestionó.
Belli por su parte, observa que “hay una serie de medidas que han tomado, que a mí me parece que son totalmente contraproducentes. No entiendo la lógica del Banco Central al tomar muchas de esas medidas”.
Otro economista que accedió a hablar con esta publicación, a condición de permanecer en el anonimato, asevera que no cree que el BCN vaya a elevar la tasa de devaluación, aunque reconoce que “siempre existe la posibilidad de que aumenten el tipo de cambio”.
En la situación actual “queda abierto un riesgo de devaluación, aunque no creo que lo hagan porque sería peor que la decisión de sacar córdobas de circulación”, señaló sin olvidar que “hay medidas que no se toman porque uno quiera, sino porque no hay opción”, como cuando las autoridades de Grecia y de Argentina se vieron obligadas a ordenar un corralito financiero.
“La inquietud del público está justificada. El temor por la inseguridad en el sistema financiero y el Banco Central es legítimo, en especial, por las pérdidas de Rinas y de depósitos. El gran problema es que el Banco Central tiene limitaciones para actuar como prestamista de última instancia”, recalcó.
Ello explica que “algunos ciudadanos y empresas estén moviendo su dinero a cuentas del mismo banco en el extranjero. Si se van 500 a 600 millones de dólares más, el sistema financiero entraría en colapso, porque se agotarían todas las reservas”, previó.