5 de octubre 2019
La escasez de pequeños créditos o la mayor selectividad para otorgarlos ha llevado a una reactivación de los prestamistas personales, quienes en su mayoría imponen usureras tasas de interés a los clientes, según fuentes del sector de las microfinanzas.
The Economist Intelligence Unit (EIU), en su último informe sobre el país, destacó que las instituciones de microfinanzas (IMF) han “sufrido fuertes golpes y una dolorosa reducción” por la crisis; además que “nuevos competidores amenazan con ocupar parte del espacio tradicional” de las microfinancieras.
“Los líderes de la industria están preocupados por los informes de que han surgido nuevos prestamistas no regulados, que ofrecen préstamos a tasas usuradas a los prestatarios rechazados por las entidades establecidas”, afirmó la prestigiosa publicación británica.
Sharon Riguero, directora ejecutiva de la Cámara de Microfinanzas (Asomif), reconoció que en abril y mayo pasado tuvieron información sobre un resurgimiento de los prestamistas, quienes estaban a la “espera de una oportunidad” para reactivarse.
Los prestamistas tienen tasas que rozan el 20% o de un 10% diario, las cuales “son muy fuertes y brutales para un microempresario que está queriendo surgir en la crisis”, comentó Riguero.
Buscan seguridad
Explicó que los pequeños y microempresarios buscan a estos prestamistas por la ausencia de requisitos y la seguridad de los desembolsos. “Saben que con este tipo de préstamo no tienen que pasar ningún proceso, no hay condiciones, no hay garantías, no hay fiadores. Mientras que en las instituciones financieras el proceso no les asegura que les den lo que ellos quieren o las condiciones que quieren”.
Indicó que muchos de los prestatarios son exclientes de las microfinancieras, pero que salieron del sistema porque “tuvieron algún problema”, o bien, actuales usuarios de las IMF, que están endeudados, pero que necesitan más dinero.
La directiva de Asomif subrayó que a los clientes que comparten con los prestamistas, estos los “están enredando” porque les dan créditos fuera de su capacidad de pago, ya que no realizan ningún análisis.
“Está clarísimo que el usurero tiene unos métodos de cobro muy fuertes, de riesgo. Les pueden hacer perder su negocio”, añadió.
Pequeñas empresas
Riguero señaló que Chinandega, Masaya y Estelí son los departamentos donde más han resurgido los prestamistas. Los clientes son del sector urbano —principalmente del comercio—, ya que el rural “es más riesgoso”, ahí funcionan más los préstamos entre familiares.
Explicó que además del prestamista personal, han surgido pequeñas empresas, de dos o tres socios, quienes generalmente son desempleados, que juntan sus liquidaciones para comenzar a prestar.
“Tienen múltiples nombres y es muy difícil de regular. No es lo mismo una empresa que está bajo un marco regulatorio que te ordena, que te limita, a aquellos que andan por la libre”, mencionó la fuente de Asomif.
Los prestamistas personales o pequeñas empresas, según Riguero, “distorsionan” el mercado, ya que “sobrendeudan” a los clientes, que “temporalmente” no fueron atendidos, pero que podían ser reincorporados al sistema de financiamiento formal.
“Nos da una voz de alerta sobre un mercado desatendido y algunos sectores que todavía nos hace falta competir para que no se vea en la necesidad de caer con un usurero”, comentó.
Sector deprimido
EIU, especializada en ofrecer análisis y pronósticos sobre países, subrayó que “después de una larga serie de éxitos, el golpe asestado al sector por la erupción de la crisis resultó brutal”. Datos de Asomif, proporcionados por Riguero, indican que entre enero de 2018 y julio de 2019, la cartera de créditos se ha reducido en 214 000 dólares, mientras el número de clientes ha caído en 208 000, en su mayoría del sector comercial, servicios y pequeña industria.
“Era una industria en franco crecimiento, en auge, pero ahora hay pérdidas patrimoniales, de cartera, y acreedores (internacionales) que no están regresando”, aseguró Riguero.
“El de las microfinancieras es un sector deprimido. Se han cerrado 133 oficinas y se han despedido a 1100 empleados”, apostilló.
La publicación británica advirtió que el sector microfinanciero “tiene un largo camino por recorrer antes de encontrar un nuevo equilibrio”, que estará atado a un “escenario benigno”, en el que “el crecimiento (económico) se reanuda gradualmente y la economía no se ve sacudida por nuevas y duras sanciones externas”.
Financiadores extranjeros
EIU, que pertenece al grupo británico de The Economist, señaló que una de las razones del deterioro de las IMF es la “postura” de los financiadores extranjeros, quienes por el riesgo político “extremo” en Nicaragua han tratado de reducir su exposición. “El número total de relaciones de financiación cayó en un 13.5% en 2018”.
Riguero mencionó que los acreedores internacionales “tenían la leve esperanza de que este año se lograra un acuerdo político, pero parece que no. Ellos esperan algo que estabilice al país, que no siga la economía en picada”.
“Los líderes de Asomif estiman que la industria en su conjunto podría reducirse otro 30% para la fecha de las elecciones de noviembre de 2021. Esto será demasiado para muchas de las instituciones más pequeñas, que están discutiendo una serie de fusiones”, resaltó la firma británica, en su amplio análisis sobre la situación de las microfinancieras.
En Asomif están afiliadas 27 financieras, de las que algunas discuten cómo fusionarse o compartir territorios, según Riguero.
“El mercado se va a seguir compactando y acomodando. Lamentablemente la crisis no ha llegado a su final, no hemos tocado fondo. Todavía la economía no ha reaccionado, lo que impacta en el sector de los microempresarios”, dijo la directiva.