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Remesas familiares podrían superar los USD 5000 millones en 2024

En solo ocho meses, nicaragüenses en el extranjero enviaron a sus familias más dinero que en los doce meses de todo el año 2022

remesas Nicaragua

Foto: EFE | Confidencial

Iván Olivares

12 de octubre 2024

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Entre enero y agosto, Nicaragua recibió más remesas que a lo largo de todo el año 2022. De mantenerse la tendencia, en algún momento de finales de noviembre debería superarse todo el monto recibido en 2023, rumbo a romper por primera vez, la barrera de los cinco mil millones de dólares recibidos en un solo año.

“Eso es comida para hoy y hambre para mañana”, dijo el exdiputado y economista Eliseo Núñez, en referencia a que ese crecimiento solo se explica a través decenas de miles de familias divididas, y una masiva fuga de cerebros que, de seguir, reducirá cada vez más las capacidades de las empresas para competir en el ámbito centroamericano, además que profundizará la crisis del seguro social.

Los montos de remesas crecieron de forma acelerada a partir de 2022, (3224.9 millones de dólares; 50.2% más que en 2021) coincidiendo con la expansión de la ola migratoria, y su asentamiento en los países de acogida. La cifra se elevaría hasta los 4660.1 millones en 2023, (44.5% más), y llegó hasta 3394,2 millones al cierre de agosto de este año, superando por 360.5 millones (11.9%), los 3033.7 millones acumulados en el mismo mes del año pasado.

“Si seguimos así”, dijo el exdiputado Núñez, “vamos a superar las exportaciones en su totalidad, como ya ocurrió el año pasado”.


Las familias de doña Sofía, en Managua, y de Sterling en un municipio capitalino (ambos nombres son ficticios), son ejemplo de esos núcleos divididos. Sofía es una madre jubilada que hace casi tres años vio marchar a su hijo al extranjero buscando seguridad física para él, y alimentos y medicinas para ella.

Sterling por su parte, es la hija mayor de una nicaragüense que emigró a Costa Rica, donde labora en el área de servicio al cliente para enviar el dinero con el que se alimentarán su propia madre y sus hijas, así como para pagar la colegiatura de las muchachas.

La fiesta del diputado

A principios del mes de septiembre, el presidente de la Comisión de Producción, Economía y Presupuesto de la Asamblea Nacional, diputado Wálmaro Gutiérrez, generó un revuelo mediático mientras trataba de justificar las reformas a la Ley 977, Ley Contra el Lavado de Activos y Financiamiento al Terrorismo, al asegurar que cuando un hogar recibe cien dólares en concepto de remesas, “toda la familia hace fiesta”.

Aunque llovieron los comentarios en redes -especialmente aquellos que le retaban a tratar de vivir con cien dólares al mes, siendo que los diputados reciben esa misma cantidad y más, por día, si se incluyen todas las prebendas- la afirmación del diputado muestra qué tan lejos está de comprender ese fenómeno: datos del Banco Central de Nicaragua (BCN), cortados al mes de junio, detallan que la remesa promedio era de 266 dólares cada una.

Ni doña Sofía ni Sterling reciben esas cantidades al mes, pero los esfuerzos de su hijo y su madre respectivamente, les ayudan a cubrir sus necesidades más básicas y seguir adelante con sus vidas.

Doña Sofía relata que su hijo trabaja de cinco de la tarde a siete u ocho de la mañana, “y a veces hasta las once”, para hacerle pequeños envíos en las fechas en que no tiene gastos importantes qué hacer, (como cuando tiene que pagar renta), hasta completar 200 a 250 dólares por mes. El primer destino de ese dinero es la compra de medicinas, así como para sus alimentos.

Esas remesas son indispensables para ella, porque vive de los 7000 córdobas de pensión que le paga el seguro social, pero eso es insuficiente para suplir sus necesidades, en especial el pago de atención médica especializada, y medicina de calidad, más allá de los genéricos que receta el seguro. “Ya me he enfermado por tomar esos genéricos, así que me veo obligada a comprar medicinas de marca, y por eso digo que si estoy sana, es porque mi hijo me ayuda”, aseguró.

Lo que resta después de comprar medicinas se usa para completar sus alimentos, y para pagar servicios públicos como agua y electricidad. Adicionalmente, relata que “este invierno tuve que cambiar unas láminas del techo porque me mojaba cada vez que llovía. Con la ayuda de mi hijo pude comprar tres láminas para cambiar las que estaban perforadas. Son pequeñas cosas, pero son indispensables para vivir”, reflexionó.

A sus 18 años, Sterling tiene menos flexibilidad, porque el dinero (“a veces 100, a veces 150 dólares quincenales“) que le envía su madre ya tiene un uso predefinido.

La joven relató que después de retirar el dinero en un Super Expres o un AM-PM, “dependiendo si la envió por Banpro, o por Western Union”, lo siguiente que hace es “separar el dinero en partes: guardo lo que es para el colegio, y luego voy al mercado a comprar lo que son cosas de uso personal y la comida, según las instrucciones que ella nos da. A veces envía un poco de más para ayudarle a su hermana, y yo se los llevo”.

Crecimiento no es para siempre

Aunque el crecimiento explosivo de las remesas en Nicaragua, en 2022 y 2023, dio un impulso al consumo, es claro que un país no puede confiar su desarrollo simplemente a la recepción de esas transferencias del extranjero. La primera razón es que ese crecimiento no es sostenible en el tiempo, como lo muestran las estadísticas: en 2022, el crecimiento de las remesas fue de 50.2%; en 2023, de 44.5%, y en los primeros ocho meses del año, se derrumbó hasta 11.9%.

Ese porcentaje es similar -y en algunos casos, menor- al observado en los años previos al boom de las remesas.

Un economista que accedió a hablar con CONFIDENCIAL desde el anonimato, dijo citando un estudio elaborado con datos recopilados en El Salvador, que “los años más intensos que una hija o un hijo envían dinero a sus padres son los primeros siete, y se encontró una tendencia de que después del séptimo año bajan”.

Admitió que, si bien es cierto hay más gente emigrando, “ese es un horizonte en el que no se puede descansar. Por eso no se puede depender de las remesas a largo plazo, aunque sí es posible hacerlo en el corto plazo”, dijo advirtiendo que sin remesas, “habría una gran hambruna en el país, y una mayor migración. Las remesas salvan a la gente. De las remesas vive hasta el Gobierno, porque se usan para el consumo, que genera impuestos. La remesa es la exportación más importante que tiene Nicaragua, pero no es un recurso sostenible” en el tiempo, insistió.

Viéndolo a más largo plazo, el economista Núñez añade un dato al análisis: un buen porcentaje (casi dos tercios) de los que se van son jóvenes. El octavo sondeo de Percepción de la Realidad Política, Social y Económica de Nicaragua, organizado por Hagamos Democracia, encontró que el 60.5% de los que ya ha migrado tiene entre 20 y 35 años de edad.

“En vez de aprovechar el bono demográfico lo estamos expulsando del país”, indicó recordando que desde antes que la gente comenzara a salir en masa de Nicaragua, ya había problemas de crecimiento poblacional, por cuanto han bajado las tasas de fecundidad por mujer, que calculó en 2%, cuando se sabe que se necesita que sea de -al menos- 2.1%, para mantener estable el número de habitantes de un territorio.

Núñez advierte que si siguen saliendo del país las personas más dispuestas a correr riesgos o a emprender un negocio; o aquellos con ciertas capacidades técnicas o profesionales, “mañana Nicaragua tendrá una población envejecida, con poca capacidad técnica, con poca iniciativa, que en realidad es lo óptimo para una dictadura, porque son personas con poca capacidad de rebelarse”.

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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