26 de enero 2020
La salida de las plantas térmicas de Albanisa –que representaban casi el 22% de la capacidad instalada del país- llevó al Centro Nacional de Despacho de Carga (CNDC), a introducir al sistema unos 120 Mwh comprados en Guatemala y Panamá.
Esa cantidad representa poco menos del 20% en las horas de mayor demanda (o alrededor de 25% en las de menor consumo), y ayudan a graficar parte de las consecuencias que sufrió el Sistema Interconectado Nacional, luego que las empresas del ALBA, su mayor generador, fueran sancionados por Estados Unidos.
Junto con la compra de la más barata electricidad chapina y canalera, el CNDC también decidió restringir la compra de la energía que generan los ingenios del país (técnicamente, producida con biomasa), al punto que solo les está comprando durante las horas del día.
CONFIDENCIAL solicitó la versión de los representantes de los ingenios Casur y San Antonio, sin obtener respuesta, aunque una fuente de la Cámara de Energía de Nicaragua, confirmó que “el Despacho (CNDC) está sacando a los ingenios en la madrugada, por las importaciones de energía”.
Fuentes del sector energético, que hablaron con CONFIDENCIAL, a condición de mantenerse en el anonimato, descartaron que haya una motivación política en la decisión de limitar la compra de energía a los ingenios y señalaron que es una cuestión de orden económico, toda vez que el CNDC debe responder a la premisa de comprar primero la energía más barata disponible.
Un asesor en temas regulatorios que trabaja para la industria, opina que la actuación del CNDC es “anómala, y perjudica a los generadores privados”, pues “compra energía en el extranjero, habiendo energía disponible aquí”.
“En este momento, no están despachando (comprando, usando) la energía producida por los ingenios, a pesar que estos todavía están en plena zafra”, dijo el asesor.
“Incluso, si fuese el caso que el CNDC está comprando energía a un precio menor, ¿a quién le queda esa ganancia por la reducción del precio? ¿Se la están trasladando a los consumidores, o le queda a Disnorte - Dissur?, y en este caso ¿quién es el dueño de Disnorte - Dissur?”, preguntó de forma retórica.
Escaso crecimiento
Si durante muchos años, el talón de Aquiles del sector eléctrico nicaragüense fue no tener suficiente capacidad de generación, en la actualidad, lo es tener un nivel de capacidad instalada que supera a una demanda que crece cada vez menos: solo 1% en 2019, cuando lo normal era que se incrementara a razón de 4% a 5% anual.
“Hay muy poco crecimiento de la demanda de electricidad, además que la crisis hace que haya poca inversión en el sector”, aseguró César Zamora, presidente de la Cámara de Energía, graficando que el mercado ya alcanzó el millón de clientes.
La excepción a esa sequía inversora, la constituyen los fondos aportados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que sigue apoyando el sector eléctrico, todo lo cual ha permitido que el sistema aguantara la crisis “con sus fortalezas y debilidades, como todo”, aseveró Zamora.
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Las sanciones al Grupo ALBA –que representa aproximadamente el 20% de la generación del país, y alrededor del 50% de la capacidad instalada- se han sorteado con un mayor nivel de importaciones; el hecho que en este momento haya búnker a bajo precio, hace que sea más barato generar con las térmicas que con las renovables”, aseguró.
La frontera en la cual es más barato generar electricidad con derivados de petróleo (aunque sean más contaminantes), se alcanza cuando el barril de hidrocarburos ronda los 50 dólares