4 de septiembre 2019
La Administración de Daniel Ortega espera frenar el decrecimiento de la economía en este mismo año, al lograr que cierre en -2.0%, y regrese al terreno positivo en 2020, creciendo un 2.0%. Sin embargo, economistas nicaragüenses consideran que estas previsiones son “muy debatibles”, y poco probables, porque “el Gobierno ha tenido una política económica esquizofrénica”.
La semana pasada, se conocieron los “Lineamientos de Política para la Formulación del Proyecto de Presupuesto General de la República 2020, y del Marco Presupuestario de Mediano Plazo 2020 – 2023”, en el que también se pronostica una recuperación definitiva de la economía, a la que ven creciendo 3.0% en promedio, entre 2021 y 2023.
La reacción del economista Pedro Belli, exfuncionario del Banco Mundial, fue de abierto escepticismo, porque duda que las decisiones de política económica implementadas por la Administración de Ortega, tengan el efecto deseado.
“Mientras el Banco Central (BCN) suelta plata para que los bancos y las empresas privadas dispongan de liquidez”, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público (MHCP) actúa en dirección contraria, al elevar los impuestos, así que “al darles dinero con una mano, se los quitan con la otra”, expresó.
A su juicio, las decisiones que implementa el Ministerio de Hacienda son las que tienen más influencia negativa en el país, porque implicaron que “el Gobierno sacara plata por medio de impuestos, y la depositara en el Banco Central, lo que es altamente contractivo”, además que contradice el comportamiento expansivo del mismo BCN.
“Es por eso que digo que es una política económica esquizofrénica”, recalcó.
Por su parte, uno de los economistas de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), dijo que, si bien “cualquier cálculo económico es un dato que se mantiene en constante revisión y actualización”, y que es difícil hacer previsiones en un contexto de secretismo oficial, ellos mantienen su pronóstico (mínimo) de -5.4% para este año.
“Ese cálculo no es inamovible. Puede subir y puede bajar. Lo que llama la atención de esos escenarios, son los determinantes de ese crecimiento económico, y eso es debatible y sujeto a análisis”, aseguró el economista de la Fundación, cuya la política establece que las declaraciones de sus economistas son atribuidas a la organización en sí, y no a una persona.
Ni primario ni terciario
Los “determinantes” a los que se refiere la entidad son el comportamiento del sector primario y terciario, de los que esperan un empuje importante, así como un excelente ciclo agrícola; la reactivación del crédito; que las remesas sigan creciendo, y que se recuperen la inversión y la recaudación tributaria.
“Todo esto es muy debatible: los datos del Gabinete de Producción, Consumo y Comercio, no coinciden con los datos que nos da el sector privado”, aseguró Funides, recordando que se esperan fuertes disminuciones en los ingresos por exportaciones de maní y café.
A la vez, se calcula que el aumento de hasta 30% en los precios de agroquímicos y fertilizantes, conllevará a que se siembre menos, o se apliquen menos, y disminuya la producción.
“La perspectiva es que habrá un impacto negativo serio, así que no vemos un ciclo agrícola tan fuerte como el que ellos describen”, con lo que el sector primario no podrá ser el determinante fundamental que el Gobierno visualiza, supuesto a mantener el crecimiento de 24.0% que habría sido observado a lo largo del primer semestre del año.
El problema es que tampoco el sector terciario (que engloba el comercio y los servicios) parece estar en capacidad de crecer a razón de 3.0% que indica las cifras oficiales a lo largo del primer semestre de 2019, porque la actividad “está muy golpeada”.
Los hoteles y restaurantes son uno de los determinantes del sector terciario, pero el sector turismo en su conjunto perdió 296.1 millones de dólares en 2018, según datos oficiales del BCN, contenidos en el Informe Anual del año pasado.ç
“Este es otro sector cuyo comportamiento no coincide con lo que está visualizando el Gobierno”, que parece basarse en su necesidad de dictar una “normalización de la recuperación de la economía”, dijo Funides.
La posibilidad de que la recaudación tributaria aumente significativamente —en términos reales, y de forma mantenida a lo largo del año— parece también muy lejana.
Modificar la reforma tributaria para elevar los impuestos, hace que la economía permanezca hundida. “Podrán conseguir mayor recaudación en el corto plazo, pero eso será a expensas de una más rápida y mayor recuperación”, dijo Funides.
Inversionistas: mejor de lejos
En la “versión edulcorada de la economía” que según las fuentes presenta el documento en mención, se presenta la convicción de que una combinación de crecimiento del turismo y la inversión extranjera, más un Gobierno que “se porta bien”, generarán el impulso adicional necesario para volver a la senda del crecimiento.
“El turismo y la inversión extranjera requieren de mucho tiempo para reactivarse y volver a los niveles previos de crecimiento, pero el tener a la Policía en la calle, la gente tratando de manifestarse, y los ecos de la Operación Limpieza, asustan a cualquiera, sea turista o inversionista”, explicó.
Añade a eso los riesgos que implica la aplicación de la Ley Magnitsky, o la NICA Act, que también aleja a turistas e inversionistas. “Si las Naciones Unidas y la Unión Europea aplican nuevas sanciones pueden empeorar las cosas, pero el Gobierno intuye que logrará sortear esas dificultades para atraer capitales”, añadió.
Belli, el antiguo economista del Banco Mundial, también expresó sus dudas de que se mantenga la inversión extranjera —y también la doméstica— “y si lo hace, será a bajos niveles”, pronosticó.
“Las agencias calificadoras están empeorando las calificaciones de riesgo y las perspectivas del país, pero mientras no mejore el entorno para hacer negocios, y no haya solución duradera a la sostenibilidad del sector público no financiero (donde están el Gobierno central, el INSS, y empresas como Enacal y Telcor), será difícil lograrlo, especialmente con una tasa de crecimiento tan baja”, dijo Funides.
“La visión del Gobierno es muy simplificada, y no es cierto que podamos pasar a tasas de crecimiento tan altas en el mediano plazo”, añadió.
Hay dos supuestos de la Administración que sí parecen tener sentido para estos economistas: el que se refiere a la recuperación del crédito, y el que confía en que se mantenga el crecimiento de las remesas.
Belli recuerda que “los bancos acumularon recursos para que no los tomara por sorpresa una posible corrida bancaria. El problema es que no pueden tener ese dinero guardado por mucho tiempo más, así que “tendrán que comenzar a prestar, para que mantener las utilidades. Lo que pasa es que lo harán con mucho cuidado, seleccionando a los mejores sujetos de crédito”, para minimizar el riesgo de pérdida, abundó.
En el caso de las remesas, admite que estas “subirán, pero no mucho”.
La sangría del INSS
La continua pérdida de afiliados al sistema de pensiones administrado por el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), mantiene la presión sobre las finanzas de la entidad, por lo que Hacienda alerta que esto “se convierte en un riesgo para las finanzas públicas en el corto y mediano plazo”, según los “Lineamientos de Política para la Formulación del Proyecto de Presupuesto General de la República 2020, y del Marco Presupuestario de Mediano Plazo 2020 – 2023”.
Si no se hacen nuevas reformas, “el INSS sobrevivirá este año a lo más, porque en 2020 crece el hueco financiero, al agotarse el efecto de las reformas aplicadas”, lo que obligará a hacer nuevas reformas en 2020.
“El INSS es una bomba de tiempo. Un problema que no se resuelve con parches. El parche aprobado en febrero le permite sobrevivir este año, pero esa no es una solución de largo plazo, de modo que a inicios del próximo año vuelve a agravarse el problema”, comentó Funides.
Sus datos muestran que “el INSS perdió 158 000 cotizantes en 2018, y otros 15 069 en 2019”, lo que indica que la merma continuará. “El Gobierno podría financiar uno o dos años al INSS, pero eso no es sostenible en el tiempo, porque el tamaño del déficit es muy grande y crece cada año”, pero también porque las finanzas públicas ya no dan para más.