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“Nos están asfixiando”: El grito del comercio, industria, y sector agrícola nicaragüense

Empresarios reclaman por voracidad recaudatoria, extorsión fiscal, alto costo de la energía y los combustibles, inflación, y burocratismo estatal

Billetes de Nicaragua de distintas denominaciones.

Billetes de 1000, 500, 200, 100, 50, 20 y 10 córdobas nicaragüenses. // Foto: Panthermedia | Imago images

Iván Olivares

14 de octubre 2023

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El clima de negocios que tienen que sortear las empresas en Nicaragua les impide crecer y ampliarse, por lo que muchos empresarios sienten que trabajan para pagar sus costos, lo que incluye los cada vez más onerosos impuestos, multas y coimas que les imponen las vorazmente recaudadoras instituciones estatales, en el país que se consume la electricidad más cara de Centroamérica.

Un empresario del sector comercio dijo a CONFIDENCIAL que el principal problema de las empresas en Nicaragua es la voracidad fiscal, aduanera y edilicia, “ya que todas actúan como si el sector privado fuera un enemigo al que hay que sacarle y exprimirle todo”.

El mayor impacto que tienen los agentes económicos nicaragüenses es la inflación, que es importada, y se ve incrementada por la política fiscal del régimen. “¡Ese es el verdadero factor adverso que tienen los empresarios! La reforma tributaria de 2019 impuso IVA e ISC a muchos componentes que antes no los pagaban, lo que elevó los costos de producción, a lo que se le suma el costo de la electricidad y los combustibles”, explicó un industrial que también pidió mantener su nombre en reserva.

Un empresario cuya actividad depende de la importación constante de suministros, destacó que hay “demasiada burocracia, demasiados tiempos muertos en los trámites”, en entidades como el Ministerio de Salud, la Dirección General de Servicios Aduaneros (DGA), y el Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria, lo que atribuye, en parte, a la hemorragia de capital humano que afecta al país, incluyendo a la Administración gubernamental.

Barbaridad impositiva contra empresas


Al entrar en detalles sobre los problemas que enfrentan las empresas locales, el industrial destaca que la agricultura y el sector pecuario, sufrieron los embates de una reforma tributaria que gravó con el 15% del impuesto al valor agregado (IVA) a la urea y diversos insumos, sin olvidar que “hay agroquímicos que pagan el 40% de impuesto selectivo de consumo, lo cual es una barbaridad”, consideró.

Añade a eso que maquinaria agrícola como cosechadoras, tractores, arados, cisternas, así como aquellas que son específicas para rubros como maní, caña de azúcar, arroz, etc., están gravadas con IVA, lo que hace que esa maquinaria y sus repuestos sean incomprables. De ahí que los ingenios, beneficios de café, trillos de arroz, plantas procesadoras de maní, etc., “han visto cómo sus costos se disparaban enormemente, por causa de la política fiscal”.

Este industrial observa que su gremio sufre un incremento en los costos directos de la materia prima y los insumos en general, “porque el Estado, en su propósito de obtener ingresos para financiar el Presupuesto de la República, ha sobregravado todas las cosas y eso afecta la competitividad de todos los sectores y empresas de Nicaragua”.

Aparte del tema impositivo, reseña que las empresas tienen que pagar altísimas tarifas eléctricas que, junto con la mano de obra, constituyen el componente de capital de trabajo más importante -y más costoso- para una industria, sin dejar de lado a los combustibles, remarcando que sin energía eléctrica no funciona un ingenio, un trillo arrocero, un beneficio de café, o una planta procesadora de frijoles.

Recordó que, aunque se hicieron inversiones millonarias para aumentar la capacidad de generación y cambiar la matriz energética, ni los industriales, ni los empresarios del sector turístico pueden decir que las tarifas les den un respiro, de modo que el principal dolor de cabeza de un hotelero es la factura eléctrica, que sube cada vez que un cliente enciende el aire acondicionado, elemento indispensable para poder ofrecer cierto nivel de confort.

El mismo padecimiento sufre un industrial agrícola que tiene que pagar altos montos en concepto de consumo de electricidad, al punto que “la política energética es recesiva en este país, y nos resta competitividad”, señaló sin obviar la importancia de los combustibles, que también son caros.

“¿Qué finca puede operar sin tractores, sin cosechadora, sin aviación para fumigar? ¿Cómo trasladar tu mercancía para distribuirla en el mercado interno, o para llevarla a los puertos desde donde serán exportadas?”, preguntó recordando que los costos del diésel y la gasolina imponen enormes limitaciones en su capacidad operativa.

La "fuga de cerebros" en Nicaragua

En referencia a la obtención de permisos para internar productos adquiridos en los mercados internacionales, el importador citado antes refirió que los trámites se han vuelto más engorrosos, incluso en los casos en que los productos ya estaban registrados desde hace mucho tiempo y sólo han sido renovados a través de los años.

Si bien tener que repetir esos trámites conlleva un gasto -y aunque su empresa ha sido víctima de la voracidad recaudatoria de las agencias del Gobierno- este administrador opina que, más allá de sacarles dinero, (porque lo que recaudan es mínimo: un dólar por una cosa, dos dólares por otra), lo que pasa es que los ministerios y las instituciones gubernamentales ya no tienen personal capacitado.

“No sé si es por la fuga de personas, o por la migración masiva que se ha dado en el país, pero la capacidad de quienes están a cargo de interpretar una ley, de hacer un cálculo o leer un producto, se ha vuelto casi inexistente, y eso pasa en el MINSA, la DGA, el IPSA, donde se nota una incapacidad que los vuelve casi inoperantes en cosas que tradicionalmente se hacían sin ningún problema porque el producto es el mismo, la fórmula es la misma, y el precio es el mismo”, detalló.

Explicó que incluso los transportistas se quejan porque antes se necesitaban uno o dos días para hacer un trámite, pero “ahora la gente es más lenta, hacen más preguntas, además que no pueden tomar decisiones, así que tienen que ir donde un superior a preguntar cómo proceder en determinadas circunstancias”, añadió.

Sostiene la tesis de la fuga de cerebros, porque observa que muchos de quienes atienden en las entidades gubernamentales son trabajadores nuevos, fenómeno que también ocurre a nivel de jefaturas, donde han cambiado muchas personas. Lo que no cambia es que “donde tengan oportunidad de recaudar, sea por duda de valor, porque el peso dentro del contenedor está mal distribuido, o por lo que sea, ellos buscarán cómo recaudar más”.

Ese esquema tóxico ha hecho que algunas empresas en Nicaragua hayan decidido irse (o se vieran obligadas a cerrar) porque ya no pudieron soportar más, sobre todo pequeños empresarios del sector comercio principalmente, que no tenían ni el financiamiento ni la estructura para aguantar, porque su flujo dependía mucho del día a día.

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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