10 de marzo 2016
Si las dos empresas brasileñas dueñas de la central hidroeléctrica Tumarín no invierten para salvar el proyecto, nadie lo hará. Ni Albanisa. O Albanisa menos que nadie, dado que la empresa de capital mixto venezolano nicaragüense tiene cada vez menos recursos, de modo que no podría rellenar el inmenso ‘hueco financiero’ que carga Tumarín, además de mantener la obligación de inyectar US$1,100 millones para ejecutar la obra.
“La obra cuesta US$1,100 millones, y necesita US$300 de Eletrobras y Queiroz Galvão para arrancar. Dada la situación en Brasil está difícil que pongan esa suma. En especial, que Eletrobras ponga US$150 millones para invertirlos aquí”, dijo César Zamora, presidente de la Cámara de Energía de Nicaragua (CEN), al ser entrevistado junto a Gabriel Pasos, directivo de la Cámara de Industrias de Nicaragua (Cadin), para el segmento económico ‘Cuentas Claras’, del programa de TV ‘Esta Noche’, que se transmite por Canal 12.
Las autoridades del sector parecen estar claras de la posibilidad de que luego de 6 años, Tumarín no salga nunca del papel, como lo muestra el hecho que presentaran tres escenarios a los empresarios aglutinados en la CEN: uno con Tumarín arrancando en 2019; otro sin Tumarín, y un tercero con la hidroeléctrica generando después del 2020.
Mientras tanto, la Cámara tiene su propia lista de proyectos, listos para generar 250 megavatios para reponer los 253 Mw de Tumarín, a un costo de US$300 millones, versus los US$1,100 millones del proyecto de capital brasileño. “Se trata de proyectos más baratos, que ya tienen el financiamiento asegurado, y se corresponden con la necesidad del país”, enumeró Zamora.
Gabriel Pasos, directivo de Cadin, celebra que haya mayor oferta, pero repite el clamor del sector: que tenga precios competitivos. Desde luego, ayudaría mucho que los nuevos proyectos se adjudicaran por licitación. Zamora refiere que ellos presentaron el mismo planteamiento a las autoridades gubernamentales, quienes les prometieron que establecerán una banda de precios por kilovatio hora para los siguientes proyectos, que serán licitados.
Los industriales resienten tener que pagar hasta US$0.22 por kilovatio hora, mientras sus pares guatemaltecos, por ejemplo, pagan US$0.12 por la misma cantidad de energía. Esos doce centavos son el precio promedio al que los generadores nicaragüenses venden su Kwh a la empresa distribuidora, con lo que debería llegar a los consumidores a US$16 centavos.
Pero no es así, y la razón es que “la tarifa no es transparente, porque existen muchos subsidios cruzados. Así no podemos competir”, admite Zamora, mientras Pasos señala que “la tarifa de electricidad bajó más en el resto de países de Centroamérica, que en Nicaragua, pero igual tenemos que competir”.
Un problema adicional es el complicado y viejo pliego tarifario que se aplica en Nicaragua, el que refleja “la capacidad de lobby que han tenido las empresas y sectores nicaragüenses a lo largo de 50 años”, explica Zamora. Ambos líderes empresariales reconocen que debe seguir existiendo un subsidio para las personas de menores ingresos y que, en general, el resto de consumidores debería pagar el valor real de la energía.
“En otros países, el subsidio sale del presupuesto de la República, y los consumidores pagan el precio real de la electricidad, de modo que no hay confusiones. En Nicaragua debería ser igual, y subir y bajar, conforme a la realidad del mercado”, añadió Pasos.
Por lo pronto, solo queda esperar la discusión y el anuncio, en el mes de diciembre, acerca del nuevo porcentaje en que disminuirá el costo de la electricidad en el país. Por lo pronto, hay que ir sumando casi US$30 millones en ahorro en la compra de búnker entre enero y febrero, de los que una parte debería traducirse en una nueva rebaja.