24 de agosto 2024
La intención de los constructores costarricenses de buscar nueva mano de obra en Nicaragua, entusiasma a trabajadores de ese sector en la misma medida en que agobia a los empresarios del gremio. A la par, los constructores situados a ambos lados de la frontera se preocupan al ver cómo disminuye la cantidad de personal disponible para acometer las obras que ya están en proceso, o para comenzar otras nuevas.
El director ejecutivo de la Cámara Costarricense de la Construcción (CCCR), Randall Murillo, aseguró a mediados de agosto de 2024, en una entrevista con el programa Esta Noche y CONFIDENCIAL, que ese sector “enfrenta una crisis” por falta de trabajadores extranjeros, principalmente nicaragüenses, que constituyen hasta el 30% de la mano de obra que erige las edificaciones en suelo tico.
“Yo puedo asegurarte que hay varios sectores de la economía de Costa Rica, y no solo el de la construcción, que funcionan gracias a la mano de obra nicaragüense”, dijo a CONFIDENCIAL Santiago Vallecillo, un pequeño empresario del rubro, que emigró a Costa Rica desde hace más de tres décadas.
Si durante todos estos años los trabajadores nicaragüenses se han sentido atraídos por la estabilidad del mercado laboral costarricense y sus altos salarios, la disminución del personal disponible para trabajar en los proyectos ticos ha puesto en estado de alerta a los empresarios de la construcción, que temen comenzar a sufrir retrasos, y se preguntan por qué hay menos nicas disponibles para trabajar con ellos.
Según el experto en temas migratorios del Diálogo Interamericano, Manuel Orozco, entre 2018 y 2023 más de 400 000 compatriotas emigraron hacia Estados Unidos. Muchos de ellos podrían ser los obreros que están añorando tanto los empresarios nicaragüenses como costarricenses.
Una fuente del sector empresarial nicaragüense que accedió a hablar con CONFIDENCIAL bajo anonimato, refirió que cuando deciden buscar a antiguos empleados de reconocida capacidad para trabajar en algún proyecto de construcción, en muchas ocasiones obtienen como respuesta un “ya se fue”. En algunos casos hacia Costa Rica. Otros hacia Panamá, y muchos, hacia Estados Unidos.
“Ya se fue. Esa es la tónica que hay ahorita”, reiteró.
Vallecillo también comparte la tesis de la migración, al narrar que al dueño de la obra para la que él trabaja ha perdido varios empleados, “porque van para afuera. Imagino que a Estados Unidos, no a Nicaragua, porque aquí estarían mejor”.
Menos en Nicaragua; más en Costa Rica
En los primeros seis meses de este año, la cantidad de personas trabajando en ambos sectores se ha movido de formas distintas a ambos lados de la frontera, disminuyendo 7.2% en Nicaragua, mientras crecía 5.6% en Costa Rica.
Las estadísticas que detallan el número de asegurados activos del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) por actividad económica, elaborado por el Banco Central de Nicaragua (BCN), muestran que el sector de la construcción tiene un promedio de 23 914 personas aseguradas en 2024.
Para ponerlo en contexto: si entre enero y junio del año pasado ese número había subido 4.9%, al pasar de 22 380 a 23 471 asegurados, en el mismo periodo de 2024, el número decreció desde 24 570 a 22 792, o sea, 1778 personas menos.
En el mismo período, un reporte del Banco Central de Costa Rica (BCCR) que detalla el número de ocupados por rama de actividad económica, muestra que el sector construcción reportó tener contratadas a 119 000 personas al cerrar 2023, y que ese número creció unas 7000 personas hasta llegar a 126 000 personas al concluir el primer semestre, aunque ese último número está bastante lejos de los 155 000 empleados que laboraban en esas actividades al finalizar septiembre de 2022.
Es probable que Augusto, un obrero de la construcción que pidió ser identificado con ese seudónimo, esté presente en ambas series estadísticas siendo que tiene muchos años de laborar en ese rubro en Nicaragua, y que en 2023 viajó a Costa Rica para trabajar en un proyecto residencial a orillas del océano Pacífico en la provincia tica de Guanacaste.
Relata que en esa ocasión trabajó solo un mes en la obra, porque se enfermó de insolación dadas las severas condiciones laborales, y que cuando pidió al menos un suero oral para reponerse y seguir trabajando, su empleador (un vecino de su barrio en Managua, que fue el que lo convenció de trabajar con él en Costa Rica), le respondió que recordara dónde estaba, porque ahí no había posibilidad de ir a algún lugar cercano a comprar algo.
“La tienda más cercana estaba como a 30 o 40 minutos caminando”, refiere asegurando que buscar atención médica institucional tampoco era una alternativa, porque no había sido afiliado al seguro social.
Esa fue la razón que le decidió a regresar a Nicaragua, aunque él ya estaba inconforme desde antes. Augusto refiere que su amigo le había ofrecido una paga de 140 000 a 150 000 colones semanales, (entre diez mil y once mil córdobas mensuales, según los tipos de cambio vigentes en esa época en ambas naciones), y al final solo le pagó 95 000 colones (unos 7000 córdobas) semanales, de donde debía aportar el equivalente a 2200 córdobas semanales solo para la comida, que no siempre era de aceptable calidad.
Volviendo a Costa Rica
Si el amigo subcontratista de Augusto no tuvo empacho en incumplir las promesas que le hizo para convencerlo de irse a trabajar con él en el complejo residencial con piscinas que construían frente al mar, el dueño de la empresa para la que trabaja el nicaragüense Vallecillo se encuentra inmerso en una campaña para reponer al personal que ha perdido por causa de la migración.
“Él siempre está buscando personal”, explica. El problema es que algunos de los que ha contratado no tenían las calidades que él está buscando, así que decidió contratar solo a gente que cuente con recomendaciones, “pero aquí nadie recomienda a nadie. Tiene que ser un costarricense que te conozca, para que pueda recomendarte”, explica recordando que él mismo consiguió emplearse con ese empresario, gracias a la recomendación que le hizo otro empleador con el que estuvo trabajando.
Dada la alta rotación, ese empresario está considerando asegurar a sus trabajadores hasta que superen el primer mes, porque “él hace todo el trámite ante la Caja Costarricense del Seguro Social y el Instituto Nacional de Seguros, y luego se van antes del mes y lo dejan colgado”, relató.
Mientras consigue reponer a ese personal, y considerando que las obras necesitan avanzar, el empresario está negando las vacaciones a la gente. “Cuando alguien le pide vacaciones, él solo les dice que esperen”, narró asegurando que no se trata de un tema de salario, porque “el salario sí es competitivo”: unos 12 000 colones (880 córdobas) al día.
En contraste, Augusto dice que cuando trabaja en una obra privada en Nicaragua, (como un propietario haciendo mejoras en el hogar familiar), recibe un salario de 300 córdobas por día, mientras que si trabaja para una empresa, el pago arranca en los 400 córdobas y puede subir en dependencia de su desempeño y habilidades.
Desde Costa Rica, Vallecillo defendió que ese pago de 12 000 colones al día, (un poco menos del salario mínimo para un operario, que es de 13 449 colones o 964 córdobas diarios), es un ingreso neto porque el empleador asume el costo de afiliar al trabajador al seguro social, y le compra un seguro obligatorio, “y ambos son caros”.
A pesar de que su vecino contratista ya le incumplió la primera vez, Augusto está tratando de que se lo lleve otra vez para Costa Rica, pero decidió buscar otras opciones. “Después que leí la noticia en CONFIDENCIAL me puse a buscar los enlaces a la Cámara Costarricense de la Construcción, a ver si podía encontrar algún otro tipo de información”, aseguró.