15 de marzo 2018
El primer coworking (espacio colaborativo) del país, surgió en 2016 como un arbolito en un desierto: solo, y con las probabilidades en contra. El segundo, el tercero y el cuarto, trajeron consigo una ráfaga de esperanza, porque el primero dejaba de ser un ‘accidente’.
La inauguración del quinto la noche de este lunes 12 de marzo, causó tal ambiente de optimismo, que los emprendedores que están detrás de estas iniciativas ya comienzan a hablar de ‘ecosistema’.
“Queremos llevar los emprendimientos al siguiente nivel lo más rápido posible”, explicó Javier Marín, fundador de Numu Coworking & Tech Hub, al presentar las bondades del local, y las metas que persiguen.
Numu (significa ‘sol’, en chorotega), presenta “una oferta inmejorable a un costo asequible”, lo que incluye Internet de alta velocidad, café, agua, y 50% de descuento en el resto de servicios, detalló Marín.
El local –en el que hay una veintena de ambientes, incluyendo futbolín, gimnasio, cocina, salón de conferencias, y estudio audiovisual- funciona por medio de un sistema de membrecías, con precios que van desde 25 hasta 130 dólares mensuales, lo que otorga diversos accesos por distintos periodos de tiempo.
Numu está ubicado en el barrio Bóer, en el antiguo centro de Managua, en un edificio en el que funcionó la cooperación alemana. Posee más de mil metros cuadrados de espacios; accesibilidad para personas con capacidades diferentes; y se alimenta de energía solar, pensando en reducir la huella de carbono.
“Este es un edificio transparente, moderno y minimalista, en el que se han cuidado todos los detalles”, asegura Marín, cuya experiencia con emprendimientos digitales se remonta al 2001, cuando fundó en España una empresa que luego desarrollaría un sistema de 6,000 telecentros en India, o uno de telecomunicaciones para Estados Unidos.
De mentores y socios
Más que un negocio que alquila locales a quien no tiene suficiente dinero para rentar una oficina tradicional, Numu está concebido para ser un sitio al que los emprendedores pueden llegar a desarrollar las ideas que hasta ese momento solo existen en sus mentes… o en sus computadores.
En una época en que la economía tradicional recibe nuevos apellidos y pasó a llamarse primero ‘digital’, y ahora ‘colaborativa’, sitios como este ‘coworking’, se proyectan como el lugar donde se facilita probar la factibilidad (económica, social), de cada idea.
Marín -un emprendedor él mismo- explica que quienes trabajen con ellos, pueden contar con el apoyo de un mentor, pero también, la posibilidad de asistir a eventos donde adquirir conocimientos y hacer contactos útiles –quizás hasta un socio- para desarrollar su idea.
Surgidos como una forma de ahorrar costos, estos espacios evolucionaron rápidamente para convertirse en una especie de incubadoras de proyectos, en donde cada soñador puede llegar a encontrar la parte que le falta para hacer realidad su proyecto.
“Estamos en un periodo de transición de las estructuras de mando con que funcionan las oficinas, caracterizadas por un comportamiento estanco, vertical”, explicó Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de Funides, durante la apertura de Numu.
“Ahora, el trabajo colaborativo refleja el pensamiento del milenial: flexibilidad, innovación, libertad”, destacó.
Aunque parezca raro, Sara Lila Cordero, que dirige ‘La Fábrica’ (el primer coworking que se creó en el país), desea que haya más de este tipo de emprendimientos, porque entre ellos se crea un ambiente de ‘coompetición’ (cooperación/competencia), que resulta beneficioso para todos.
Los emprendedores que están detrás de estas iniciativas esperan poder conectar proyectos locales con extranjeros, de suerte que el ecosistema que ya está en funcionamiento sea tan eficiente y productivo, que justifique ser llamado “Silicon Valley de Nicaragua”.
Está por verse.