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Mujeres al frente de empresas familiares

Asomif: cerca del 40% de medianas, pequeñas y micro empresas, son encabezadas por mujeres

Carlos Herrera/Confidencial.

Maynor Salazar

2 de agosto 2016

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“Vamos a montar los colchones, uno sobre otro. Llamá a tu hermano, que saque la camioneta”, dice Salvadora Mejía, propietaria de un negocio de venta de espejos y camas. “No quiero que ninguno se caiga en el camino, acuérdense que el viaje es largo. Vos chavala, llamá a tu hermano. No quiero que lleguen tarde, hay que vender todo lo que llevan en la tina”, continúa Salvadora, mientras sus hijos y demás familiares, obedecen cada una de las órdenes.

La camioneta a la que montan las camas y los espejos es ideal para recorrer y vender en las comunidades de difícil acceso en Matagalpa, Boaco, y San Benito: una 4x4.

“La motivación de tener este negocio fueron mis dos hijos”, confiesa Salvadora. “A mí me preocupaba que anduvieran trabajando largo de mi casa, fue cuando pensé en meterme a este negocio. Ya había trabajado en una distribuidora y sabía que no iba a ser un error. Platiqué con ellos y me apoyaron, así empezamos”, agrega la señora, madre de dos varones y dos mujeres.

Salvadora empezó su negocio con mil dólares, sin vehículo, alquilando para transportar las camas y espejos. El primer año, asegura, fue duro. Dudó, lloró, desconfió, pero continuó. En el segundo año quiso expandirse y solicitó un crédito en un banco, pero no cumplió con los requisitos.


“En ese entonces yo no tenía un respaldo de los bancos grandes, usted sabe que piden una garantía y en ese entonces yo no la tenía. Luego me hablaron de Fundeser y me tendieron la mano, comenzaron a abrirme puertas. Mi primer crédito fue de 6 mil dólares para un año, el tercer año fue de diez mil dólares y el de este último año de veinte mil”, explica Salvadora.

El negocio y la prosperidad del mismo permiten que Salvadora no solo dé empleo a sus hijos, sino a su yerno, nuera, y otros familiares. “Tengo un hijo que es agente vendedor y colector, tengo cuatro empleados, pero de la misma familia; tengo dos hijos en venta, un yerno en venta, mi hija menor es la que lleva la contabilidad del negocio, tengo una nuera que es la colectora del norte”, menciona.

Apuesta segura

Para las empresas de microfinanzas, los créditos que les otorgan a las mujeres emprendedoras, representan un negocio rentable y sostenible. Julio Flores, gerente general del Fondo de Desarrollo Local (FDL), explica que son buenas pagadoras y muy responsables al momento de cancelar su deuda.

“El crédito a las mujeres es una apuesta necesaria, en general son dueñas de los negocios de comercio y servicio y generan negocios pequeños, micro empresariales”, afirma Flores.

El último censo de la Asociación Nicaragüense de Instituciones de Microfinanzas (Asomif), indica que menos del 40% de las medianas, pequeñas y micro empresas, son encabezadas por mujeres.

“Lo que por experiencia podemos observar es que las mujeres, en general, son personas que por su rol en la sociedad, en las familias, están más acostumbradas a tener una visión de largo plazo, ver  la vida con cierta perspectiva hacia el futuro y no pensar hasta el próximo sábado”, reafirma Klaus Geyer, gerente general de la microfinanciera Finca.

Zona rural

La apuesta de las empresas de microfinanzas también se manifiesta en la zona rural.

En El Coyolar, una pequeña comunidad de Diriomo, Granada, María José Benavides tiene una pulpería que abastece de productos varios a las personas de los alrededores.

Empezó vendiendo poco. La demanda era mucha y decidió recibir financiamiento de Finca. Su primer crédito fue de quince mil córdobas y el último fue de 120 mil córdobas.

“Primero fue la pulpería. Antes tenía que pagar un vehículo para poder traer los productos que compraba en el mercado, pero después ahorré y pedí otro crédito para adquirir dos mototaxis. Ahora ya no pago por venir hasta mi casa, sino que ocupo las caponeras”, menciona María, quien agrega que “cuando yo compré mis motos, mis hijos no sabían manejar y pasé una dificultad fea, porque no hallaba quién me manejara. Después ellos se fueron a aprender y ahora trabajan para mí”.

En la comunidad La Bolsa, Masaya, Rosa Martínez dirige un negocio de diversificación de cultivos. Tiene once manzanas de tierra en las que siembra yuca, maíz, pipián, sandía, plátano, ayote. Cuando la producción termina, distribuye todo en el mercado de la ciudad.

“Yo empecé desde los 16 años a sembrar con mi esposo. A veces se nos hacía difícil sacar el producto para poder salir adelante. Entonces decidimos entrar en un banquito en El Coyol. Saqué un préstamo y desde entonces sigo con ellos, hoy se llaman FDL”, aduce esta agricultora.

Rosa, al igual que María y Salvadora, siguen el mismo modelo: una empresa familiar.

“No trabajo sola, para qué voy a ser fachenta, trabajo con mis nueras, con mis cuatro varones y ninguna de ellas me ha dicho que no van a ir, si no que todas vamos a trabajar”, comenta Rosa.

El perfil de la mujer como cabeza de familia la convierte en una deudora responsable. Así lo perciben los gerentes de las financieras.

“Las mujeres que tienen negocios más establecidos, que tienen tramos en el mercado, que tienen sus pulperías, son buenas pagadoras, son más responsables y utilizan sus recursos e ingresos no solo para capitalizar el negocio, sino para atender a la familia. Usualmente estas mujeres dedican buena parte de sus ingresos para la educación de los hijos, para la alimentación, para la salud de los hijos”, afirma Julio Flores, de FDL.

“Nosotros atendemos a mujeres emprendedoras que recién entran en el mercado. Atendemos en función de la capacidad de pago que tienen a las necesidades financieras y buscamos no sobreendeudar a los clientes y por eso adaptamos los montos a su capacidad de pago”, refuerza Klaus Geyer, gerente de Finca.

La piedra en el camino

A pesar de las experiencias positivas, los negocios comandados por mujeres  suelen estancarse y enfrentan nuevos desafíos. Patricia Padilla, vicepresidenta de Asomif, menciona que el principal problema que enfrentan las mujeres es la asistencia técnica, la falta de capacitación que termina en endeudamiento y su rol en la sociedad.

“El problema de las de mujeres es su crecimiento, no pasan de ser Micro la mayor parte. De treinta por ciento en la Micro, pasan a ser Pequeñas 9.7. ¿Qué significa Micro? Que tenés de uno a cinco empleados. ¿Qué es la Pequeña? de seis a treinta, la Mediana de treinta a cincuenta y más de cincuenta en las Grandes. Ese es el gran desafío con las mujeres, hacerlas crecer”, manifiesta Padilla.

“Es un crecimiento más lento”, agrega Julio Flores, de FDL. “Nosotros tenemos clientas mujeres muy exitosas con negocios más grandes. Pero definitivamente tienen que hacer un esfuerzo superior al que hace el hombre, por su doble rol en su casa, de atención a los hijos, de atención al hogar y de empresarias. Eso les impide tener un emprendimiento más fuerte. Lo otro tiene que ver con la educación: tal vez las mujeres tienen emprendimiento y el acceso, la posibilidad de educarse más es una limitante para ellas”, confiesa Flores.

A pesar de este tipo de inconvenientes que no permiten un crecimiento para las empresas de las mujeres, el acceso al financiamiento continúa siendo una pieza clave en la lucha para salir de la pobreza.

“Para las mujeres es un apoyo para las iniciativas emprendedoras que tienen, lo consideran como una herramienta, pero que funciona como toda herramienta: cuando le das buen uso, si sos una buena administradora, tenés la posibilidad de seguir creciendo y también si te sabés endeudar”, dice Padilla.

“El rol que juegan las instituciones de microfinanzas, otorgando crédito a las mujeres que tiene su negocio, eso en sí ya las empodera. No es lo mismo una mujer que no tiene recursos para manejar su negocio, a una mujer que ya lo tiene, entonces efectivamente, el hecho mismo de otorgarles el crédito, además de asistencia técnica y capacitación a estas mujeres, les permite irse desarrollando más que una mujer que no tiene acceso, que no está en el circuito financiero”, agrega Flores.

Una mejor vida

Las mujeres que reciben beneficios de parte de las financieras están de acuerdo en que los pequeños préstamos hacen una gran diferencia en sus vidas y las de sus familias. Encausar el emprendimiento es el principal beneficio, aseguran.

“Yo le agradezco a Dios que han tenido la confianza en mí y en las demás mujeres de ayudarnos y crezcamos”, dice Salvadora Mejía, de Managua.

“Yo como mujer me siento apoyada, porque ya tuve ese fracaso con un motor, pero fui ahí (financiera) y encontré la solución”, asegura Rosa Martínez, de Masaya.

“Nos abren las puertas para que nosotros salgamos adelante, y mírenme a mí como he salido adelante, porque ellos ya tienen una confianza en mí”, menciona María Benavides, de Granada.

Estas tres mujeres planean seguir con los financiamientos para mejorar su negocio. Salvadora quiere tener un camión para llevar  más camas y espejos a las zonas donde vende. De igual manera, Rosa desea solicitar un crédito para comprar una camioneta para ya no alquilar vehículos al momento de llevar su producción a los mercados. María confía en que su pulpería sea la más grande de Diriomo. “Yo le digo a las mujeres que sigamos adelante, que solo es tener valor y conseguir y así tener lo que quieran, depende de usted”, finaliza Salvadora.


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Maynor Salazar

Maynor Salazar

Periodista. Investiga temas de medio ambiente, corrupción y derechos humanos. Premio a la Excelencia Periodística Pedro Joaquín Chamorro, Premio de Innovación Periodística Connectas, y finalista del premio IPYS en el 2018.

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