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Mascarillas de tela: emprendimientos y cambios empujados por la pandemia

La covid-19 obligó a muchos emprendimientos a reinventarse con la fabricación y ventas de mascarillas: pero aunque parezca, no es un negocio sencillo

Franklin Villavicencio

27 de noviembre 2020

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La pandemia de covid-19 en Nicaragua ha provocado que muchos negocios se reinventen, y en otros casos, que inicien desde cero. Esto último le sucedió a Luis Delgado y a su mamá, Sodelba Garache. Tras elaborar mascarillas de tela para cuido familiar vieron en ellas un potencial negocio que hace cinco semanas entró a operaciones. Hace un año la idea les parecería arriesgada, pues nunca habrían apostado por crear una línea de cubrebocas con diseños minimalistas. Pero el virus SARS-CoV-2 vino a cambiar un poco las cosas.

La línea que Luis y Sodelba crearon lleva el nombre de Marín Craft & Design y el primer producto que ofrecen son mascarillas de telas, uno de los nuevos accesorios que se han masificado por la pandemia. Como ellos hay muchos. Los pequeños empresarios entrevistados para este reportaje apuntan que es un mercado que tiene una enorme demanda, y por lo tanto, muy competitivo en este momento. CONFIDENCIAL conversó con tres negocios que se han adaptado a los tiempos de pandemia para mantenerse a flote, una estrategia que les ha dado buenos resultados.

Las mascarillas, tapabocas o cubrebocas se han vuelto en este 2020 casi omnipresentes en toda Latinoamérica, algo que en Asia ya estaba arraigado desde hace una década. Los efectos de otras pandemias han normalizado su uso en países como China o Japón, sobre todo a partir de 2002, tras la propagación del SARS-CoV-1, otra cepa del coronavirus. Con la pandemia actual, Nicaragua no ha sido la excepción.

De tarjetas y recuerdos, a mascarillas y telas

Las hay de todas formas y colores, pero casi siempre están compuestas de tres capas de tela de polipropileno, algodón o poliéster; una fórmula recomendada en junio de 2020 por la Organización Mundial de Salud (OMS) tras diversos estudios científicos.


Dalila Santana, encargada de la tienda Detalles en el Centro Comercial Managua, se toma un largo momento para explicar todos los diseños de mascarillas que ellas ofrecen. Sí, ahora se puede hablar hasta de diseños y formas, aunque no cabe duda del uso específico que tienen.

“Creo que ya es parte de la prenda de uno. La gente nos viene a decir que quiere que salgan con la camisa, con los accesorios, con los turbantes”, narra. Sin duda este es un pequeño lujo que algunas personas se toman, y que otras no, pero que moldea el mercado de las mascarillas y lo “diversifica”.

mascarillas pandemia

Tienda Detalles ha sido uno de los comercios en Managua que han adaptado su producción a la demanda de mascarillas. Foto: Cortesía Dalila Santana.

En la tienda donde trabaja Dalila no contaban ni por cerca con este producto. De hecho, trabajaban muy poco con tela. Su oferta, más bien, estaba conformada por objetos de porcelana hechos a mano, tarjetas, recordatorios y papelería para fiestas y eventos.

Al instalarse la pandemia, las bodas, los cumpleaños y las fiestas se pausaron. Los nicaragüenses también optaron en ese momento por resguardarse en sus casas y tomar las medidas de distanciamiento social que veían replicarse en otros países. La tienda, que funciona en un populoso centro comercial de Managua, temía cerrar ante la pérdida de clientes que ya no estaban para celebraciones multitudinarias y querían evitar a toda costa un contagio.

“Nosotros tuvimos miedo de cerrar la tienda, porque al ver que nadie iba a hacer sus eventos temimos que nos íbamos a ir a la casa sin hacer nada”, manifiesta. “Mi jefa, María Auxiliadora Quezada, me vino a decir un día que parara la producción de las otras cosas, porque nos íbamos a centrar en las mascarillas”.

Así fue como iniciaron a venderlas. Primero se introdujo como una forma de protección para el personal del local y luego, ante la demanda de clientes, se comercializó.

El mayor reto que tienen los comerciantes al explorar un producto que jamás han hecho es encontrar un método donde existe el menor margen de pérdidas, ya sea económica, pero sobre todo de materiales. Dalila cuenta que al inicio derrocharon mucha tela durante la búsqueda de métodos. Incluso señala que en los mercados del país hubo escasez de elásticos.

mascarillas de tela

Dalila Santana comenta que la demanda de clientes de nuevos diseños ha hecho que el negocio se diversifique hacia diferentes estilos de mascarillas. Foto: Cortesía Tienda Detalles.

“Las hacíamos siguiendo molde tras molde, porque queríamos una mascarilla a la medida de las personas”, agrega la comerciante, que además alaba su éxito. Durante el repunte de casos de contagio de covid-19, en mayo, llegaron a vender un promedio de cincuenta a ochenta mascarillas al día, cada una de ellas con un valor de setenta córdobas.

En estos últimos meses, Dalila identifica una disminución en la demanda de estos productos debido a las diversas opciones que han surgido en el mercado. Sin embargo, no dejan de vender unas diez piezas al día, y en algunos casos reciben pedidos de 200, hasta 300 para organizaciones y empresas. Las mascarillas que ofrecen son elaboradas por las personas que laboran en este negocio, y están compuestas por cuatro capas de algodón, poliéster, otra de 50% de algodón y una última de filtro termoadhesivo.

“Hacer las mascarillas fue un cambio de 180 grados. Guardamos todas las demás cosas y empezamos de nuevo”, manifiesta Dalila Santana, contenta de que la estrategia de su jefa dio resultados positivos.

La pandemia impulsa a crear nuevos negocios

Para Luis Delgado, un joven emprendedor de Chinandega, la crisis generada por la pandemia de covid-19 no solo ha sido una cuestión de adaptarse, sino de crear. En medio de un virus que ha contagiado a cientos de personas en Nicaragua, Delgado visualizó junto a su madre, Sodelba Garache Marín, una marca de mascarillas con miras a la elaboración de otros productos.

Luis realizó análisis de mercado y los primeros sujetos de pruebas fueron él mismo y toda su familia. El primer “prototipo” fue “prueba y error”, hasta que lograron encontrar un diseño que les convenciera. Pero mucho antes de que la idea tomara forma de negocio, Sodelba Garache las hacía para el cuido de su propia familia.

Luis Delgado y su mamá, Sodelba Garache Marín, fundadores de Marín Craft & Design, un emprendimiento que inició en medio de la pandemia. Foto: Cortesía de Luis Delgado.

“Al comienzo no lo vimos como un negocio, sino como una necesidad para protegernos. En esa medida fuimos probando varios diseños y perfeccionando uno”, narra Delgado. Dentro de la familia fue un éxito que a su vez atrajo a potenciales clientes fuera del círculo familiar. “Fue en ese momento que nosotros pensamos que había una oportunidad de negocio”, agrega.

La elección de mascarillas de telas no solo responde a las mismas recomendaciones que brinda la OMS, sino que muchos la consideran como una opción amigable para el medio ambiente. También alivianan el bolsillo de las personas que no pueden invertir en otras opciones que, si bien es cierto cuentan con mayor protección, son mucho más caras. Pero sobre todo sus características de producto reutilizable, moldeable y con mucho margen para explorar formas y diseños las convierten en una opción para emprendedores como Delgado.

Chinandega, el departamento donde reside Luis y opera Marín Craft & Design, fue un foco de contagio en junio de 2020, según constató CONFIDENCIAL. En esta ciudad calurosa se reportaron hospitales colapsados de pacientes y “entierros exprés”. El Observatorio Ciudadano ha reportado 376 casos sospechosos, mientras que el Minsa solo admitió la existencia de un contagio.

Luis Delgado cuenta que los chinandeganos empezaron a tomar medidas ante la pandemia cuando escucharon sobre los entierros exprés en la zona. El auge por este producto hizo que surgieran nuevos fabricantes, pero que al criterio de Luis no todos cumplían con los estándares que recomiendan las autoridades sanitarias.

Luis Delgado asegura que encontrar el diseño ideal fue un proceso que les tomó cuatro meses. Foto: Cortesía de Luis Delgado.

“Nosotros, con mi mamá que maneja más el asunto de la tela, empezamos a experimentar con distintos estilos que sentíamos que eran confortables y no incomodaban, y que al mismo tiempo cumplían con los requerimientos básicos”, explica.

Este proceso les llevó varios meses, hasta que dieron con el adecuado. Luis Delgado trabajó en una imagen para su negocio, en la que incorporó una línea gráfica. Esto, según él, “le da seriedad” al producto y permite que un futuro puedan diversificarse.

El próximo reto para ambos está en conseguir puntos de ventas en su ciudad, para luego evaluar las opciones en otros lugares como León. O incluso Managua. Ante el panorama, ambos se muestran entusiasmados de iniciar un proyecto incluso en tiempos volátiles y de incertidumbre.

Mientras tanto, habrá mascarillas para rato. Europa se ha convertido nuevamente en la región con más casos en el mundo, tras varios rebrotes. Países como España, Italia y Alemania han tomado medidas más estrictas que antes, mientras que en Nicaragua algunos expertos sienten que ha habido un “relajamiento” y piden no bajar la guardia ante la pandemia.

El turismo y sus productos reciben la peor parte

Gofio es una marca que tiene varios puntos de venta en ciudades turísticas como Granada. Al quedarse la ciudad sin turistas, también los productos que ellos adquieren dejaron de moverse. Ernesto Bustos, fundador de esta empresa que elabora todo tipo de accesorios con diseños originales, tuvo que tomar la decisión de retirar sus creaciones de algunso establecimientos y pausar por un momento.

La pausa no podía durar mucho, porque todo el personal dependía de este proyecto. Al inicio de la pandemia tenían dudas sobre la eficacia de las mascarillas de tela, pues ni siquiera la OMS lo tenía claro. “Nos tomamos un tiempo para primero investigar cuáles eran los materiales que sí podrían funcionar”, explica.

La marca nicaragüense Gofio adaptó su producción a las demandas de la pandemia. Foto: Cortesía. Ernesto Bustos.

Después de realizar un análisis decidieron que era una oportunidad para afrontar la escasez de ese público extranjero. Y así, durante cuatro meses la producción de Gofio se basó en mascarillas de telas, tanto que llegaron a recepcionar un pedido para una empresa transnacional que les solicitó diez mil piezas. Mientras que en sus mejores semanas vendían hasta quinientas.

“Estuvimos trabajando a full”, describe Ernesto. “Queramos o no, tenemos que adaptarnos a esos cambios y ver de qué manera podemos continuar haciéndolo”.

Las mascarillas que ha fabricado Gofio tienen un elemento curioso: la parte que las sujeta a la oreja es movible. Esto solo confirma cómo un producto que en sus inicios era aséptico, plano o simple ha evolucionado de distintas formas innovadoras.

“Las mascarillas serán un accesorio más de nuestro día a día, es como ponerte una camisa, un pantalón, unos zapatos. No podés salir a la calle si no andás la mascarilla”, argumenta.

La estrategia de sumarse a la ola de este nuevo objeto ha servido de salvavidas para empresas como Gofio, pues la demanda ha sido altísima en un país que enfrenta por tercer año consecutivo una crisis económica.

Bustos reconoce que las mascarillas por sí solas y sin ir acompañadas de otras medidas de higiene no evitarán el contagio del virus, pero son una herramienta indispensable en estos tiempos. Mientras no exista una vacuna que salve a la humanidad de la pandemia, las mascarillas de tela, quirúrgicas o profesionales seguirán acompañando a la población y definiendo a toda una época.


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Franklin Villavicencio

Franklin Villavicencio

Periodista nicaragüense con tres años de trayectoria en cobertura de temas culturales y derechos humanos. Ganador del Premio Pedro Joaquín Chamorro a la Excelencia Periodística.

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