10 de agosto 2020
Los ingresos totales del Tesoro de la República cayeron en casi 3000 millones de córdobas en el segundo trimestre del 2020, lo que representa una disminución de 14.6% con respecto al primer trimestre del año, y confirma el frenazo que ha sufrido la economía del país, golpeada por la pandemia de covid-19, más la crisis política que explotó en abril del 2018.
Los datos corresponden a cálculos hechos por economistas de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), con los datos del Informe de Ejecución Presupuestaria del primer semestre de 2020, publicado por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público (MHCP).
El documento –que no presenta datos trimestrales- asegura que en el primer semestre se obtuvieron ingresos totales por 40 092.8 millones de córdobas, “inferior a la meta programada del período en 0.6%, lo que equivale a menos C$235.5 millones”, reconociendo que si el déficit del semestre fue pequeño, fue por los 1502.1 millones adicionales que se recaudaron en el primer semestre.
“La caída de las recaudaciones es producto del estancamiento de la economía, y de una reducción de la cantidad de transacciones. Ven que cada vez se recauda menos, pero de manera absurda, se implementan reformas tributarias, o se dolariza el cobro de servicios”, lo que afecta a los consumidores, dijo el economista Eduardo Solórzano.
Para Funides, la menor recaudación “está íntimamente ligada al comportamiento de la economía”, recordando que las proyecciones para el presente año advierten de la posibilidad de una caída del PIB, de entre -6.5% y -13.7%, a lo que se suma la incertidumbre que afecta el desarrollo de la actividad en el país.
Las fuentes de recursos se secan
Al analizar un período más largo, el economista Rodrigo Quintana, exconsultor del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, detalló que los tributos “cayeron estrepitosamente después de abril 2018, se empezaron a recuperar después de la reforma tributaria del 2019, y antes del covid-19 estaban recuperando niveles previos a abril del 2018, pero volvieron a caer”.
Explicó que ese comportamiento está condicionado por “la falta de confianza del consumidor, que es de los mejores estimadores de recuperación que hay. Si un consumidor no se siente seguro en la calle o en los ingresos futuros que va a percibir, no va a salir a consumir, o solo comprará lo esencial para sobrevivir”.
“La falta de credibilidad de los datos del gobierno, que quiere imponer una normalidad de ‘nueve muertos por semana’ no ayuda. La gente termina remitiéndose al ‘boca a boca’, como medio de información informal”, detalló.
Las opciones del régimen no han cambiado mucho desde que se comenzó a vislumbrar la forma en que mermaba la colecta de impuestos: o contraen el gasto, o aumentan los impuestos, (ya lo hicieron en 2019); o usan los ahorros cercanos a 600 millones de dólares que reposan en las bóvedas del Banco Central, o buscan recursos frescos. Dentro o fuera del país.
“Al Gobierno le interesa incrementar sus líneas de financiamiento, pero a lo interno, ha habido poca colocación nueva este año, y ese no parece un camino muy prometedor a lo externo, con todas las sanciones internacionales que le están imponiendo”, dijo uno de los economistas de la Fundación.
El experto recordó que, en los últimos dos años, “el Gobierno ha recortado el gasto de capital, y no el corriente, cuando debería estar buscando mayor eficiencia en el servicio público”, considerando que el menor gasto de capital tiene un mayor impacto negativo en el crecimiento de la economía.
Por otro lado, “un nuevo aumento de los impuestos, impactará más al sector privado, igual que la reforma tributaria del año pasado, cuyo rendimiento se redujo en el tercer y cuarto trimestre del 2019, porque en medio de una recesión, es difícil extraer más recursos del sector privado”, añadió.
Lento ritmo de transferencias al INSS
Los ingresos del Estado no son los únicos que están golpeados. Las finanzas del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), se han visto afectadas por la contracción del sector formal, que deja a más personas en el desempleo, y desafiliados del seguro social.
“El Instituto debería ser administrado de manera eficiente. Tenía ingresos estables, en la medida en que crecía la economía, pero lo dilapidaron, y llegaron a hacer de él una fuente de financiamiento de proyectos oscuros, mal administrados, que llevaron a que esa inversión no se recupere de manera rápida”, dijo Solórzano.
Para Néstor Avendaño, presidente de Consultores para el Desarrollo Empresarial (Copades), si bien hay una disminución en los ingresos del INSS, también hay una reducción de su gasto, “porque el trabajador que no está activo no goza de seguridad social”.
El problema es que la leve caída del gasto, es insuficiente para compensar la caída de los ingresos, “lo que abre un poco más, el resultado negativo en los estados de resultados del INSS”, explicó.
“¿Cómo se financia el déficit cuasifiscal del INSS? Con emisión de deuda interna. Los nicaragüenses pagamos la deuda pública interna con nuestros impuestos, y por consiguiente, cuando el MHCP emite Bonos del Tesoro, usa parte de esos recursos para financiar ese déficit cuasifiscal creciente que tenemos en esa institución”, advirtió el experto.
Un economista que pidió mantener su identidad en reserva, hizo notar que, si bien está presupuestado transferir C$3254 millones al INSS, (1441.4 millones en Bonos de la Republica, como abono a la deuda histórica del Estado y 1812.6 millones como aporte estatal, equivalente al 1.75% de la nómina salarial de los afiliados activos), al cerrar el primer semestre solo se había transferido menos de un tercio del total.
“En el periodo enero - junio, se habían desembolsado 342.4 millones de córdobas en Bonos de la República en concepto de pago por la deuda histórica y 722.8 millones por concepto de aporte estatal al INSS, para un total de 1065.2 millones, monto equivalente al 32.7% del total presupuestado para 2020”, alertó.
Copades: más de un millón sin trabajo
Usando cálculos propios, Copades advierte que en el país hay casi 1.3 millones de personas sin trabajo, “lo que explica la persistencia de una baja productividad y una gran subutilización de la fuerza laboral”, dijo su presidente, Néstor Avendaño, advirtiendo que una de las deficiencias en las estadísticas laborales, es saber el total de la población económicamente activa (PEA), “porque ya no se publica ese dato”.
A pesar de todo, estiman que en 2020, la PEA está compuesta por unas 3.97 millones de personas, lo que equivale al 62.4% de la población total, de 6.5 millones. El problema es que solo 702 000 personas (18.2% de la PEA) están afiliadas y cotizan al seguro social, lo que contrasta con el promedio anual de 914 000 personas que cotizaban en 2017.
En el país hay un subempleo equivalente de 533 000 personas (13.4% de la PEA), que se suma a la tasa de desempleo abierto, (742 000 o 18.7% de la PEA), de donde resulta que el 32.1% de la PEA (casi 1 275 000 personas) está en una situación de subutilización de la fuerza laboral. Ese tercio es el número de nicas que, teniendo capacidad de trabajar, no genera ingresos”.
“La caída de las remesas, del empleo y de las recaudaciones, apunta a un Estado cuyas finanzas están estresadas y que es incapaz de captar recursos nacionales e internacionales, por el cerco financiero que se ha tejido a su alrededor debido a las sanciones, lo que genera un panorama que ya no es gris, sino que es cada día más oscuro para el futuro del país”, valoró Solórzano.
Remesas caen menos
“Por tercer año consecutivo, las remesas serán el único rubro macroeconómico que registrará una tendencia positiva”, alentó Manuel Orozco, investigador de Creative Associates en temas de migración, remesas y desarrollo, pese a que se esperaba que Nicaragua siguiera la tendencia observada en otros países.
Expresado en números, se esperaba una caída de las remesas de al menos 10%, pero al mes de junio, “se observa que las transferencias no han caído de la manera drástica que se esperaba”, de modo que sí hay un decrecimiento, pero solo de 3%, frente al 8% del mismo periodo de 2019, y con la ventaja que no se cayó en terreno negativo.
Esa transferencia de recursos apoya a más de 600 000 hogares receptores de remesas, y ayuda a mantener un nivel de consumo modesto que genera demanda dentro de la cadena de valor en el país, explicó Orozco.
“Aunque no es suficiente, los 1700 millones de dólares (posiblemente 800 millones a julio 2020) que van directamente a estos hogares, están mitigando la drástica caída de ingreso que afecta al menos a un tercio de hogares en el sector informal, y a más de la mitad de quienes trabajan en el sector agroexportador y de zona franca. En otras palabras, las remesas siguen sosteniendo la economía nicaragüense, en medio de esta gran crisis”, añadió.
El investigador señala tres tesis que podrían ayudar a entender la diferencia entre lo esperado y lo real. La primera, es que los migrantes parecen haber aprendido las lecciones de la recesión del 2009. La segunda, que los ahorros de los remesadores son mayores que en 2008.
La tercera es que la naturaleza sistémica de esta crisis, puede haber activado un sentido de empatía con sus familiares, lo que les ha hecho enviar dinero a pesar de sus propias dificultades. “Hay definitivamente un elemento emotivo que justifica la razón de seguir enviando dinero”, explicó.
Si bien, José Adán Aguerri, presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), celebra que el desplome en la recepción de remesas no fuera tan alto como se vaticinaba, también advirtió que las transacciones comerciales han caído 30%, así como también han caído las remesas, especialmente en el CA-4.
De manera específica mencionó que “Panamá decidió reducir el 50% de su jornada laboral”, lo que conllevará a la disminución de los ingresos de los nicaragüenses que trabajan allá, y permite prever un freno al envío de remesas, aunque la situación puede ser peor si se ve en dirección norte, porque “60% de las remesas viene de Estados Unidos, y una cuarta parte de esas remesas viene de Florida, Estado que está muy afectado por la pandemia en este momento.