1 de octubre 2015
“Uno sale de la crisis cuando es humilde y reconoce que los problemas están en casa y no en el vecindario”, afirma René Romero después de haber sorteado la recesión financiera mundial que impactó Nicaragua entre 2008 y 2010. En una entrevista brindada al programa Cuentas Claras, el gerente general de la Financiera Fundeser aseguró que gracias a un profundo diagnóstico interno, concluyeron que el 75% de los problemas que enfrentaron se originaron dentro de la entidad. Entre ellos, destacó el otorgamiento de crédito a clientes que no tenían condiciones para pagar.
Romero –quien a inicios de septiembre recibió un reconocimiento por su labor en la industria de las microfinanzas, de parte de Asomif– logró convertir a Fundeser en una entidad que trabaja para recibir depósitos del público en un futuro cercano. Hoy día, posee una cartera de 32 millones de dólares, más de 19 mil clientes, más de 300 empleados y tres socios extranjeros. Sólo en los primeros seis meses de 2015, la financiera colocó unos 13 mil créditos, por un monto que asciende a 21,2 millones de dólares. De ellos, once millones de dólares se destinaron al agro.
Una transformación institucional
Antes de alcanzar ese nivel de estabilidad, Financiera Fundeser vivió varios altibajos en sus operaciones. Pasó de tener cuatro millones de dólares en 2004, a 21.5 millones en 2008. Luego observó una drástica caída de sus fondos en dos años, quedando con apenas 10 millones de dólares en 2010. De los once millones de dólares perdidos en ese tiempo, cuatro millones correspondían al patrimonio de la Fundación como tal, un momento que Romero describe como quiebra técnica. “Estábamos en una burbuja de la industria que desembocó en una crisis nacional, con clientes organizados en el Movimiento No Pago”, relató.
Fue gracias a una profunda transformación institucional –en la que crearon un nuevo ente de microfinanzas, cambiaron políticas de acción, así como herramientas tecnológicas, y el reforzamiento de su recurso humano– que lograron generar una cartera con mora casi inexistente, mientras se observaban altos niveles de morosidad en el mercado nacional e internacional. La aprobación de la Ley de Fomento y Regulación de las Microfinanzas (Ley 769) y la creación de la Comisión Nacional de Microfinanzas (Conami), también permitió una supervisión del sector y un cambio en el discurso político del comandante Daniel Ortega, que había tachado a las empresas de microfinanzas como “usureras”.
“Creo que el presidente no estaba bien informado, porque seis meses más tarde Asomif se sentó con él y firmó un acuerdo para poner fin a la crisis (del Movimiento No Pago). En su momento, les dijo a los productores del norte que si tenían deudas, tenían que pagarlas. Él no tenía toda la información y cuando la obtuvo, apoyó la creación de la Ley (769). Ahora no tenemos entidades usureras, sino microfinancieras con suficiente institucionalidad… cambió el gobierno y también los clientes, porque saben que deben pagar”, explicó.
Según Romero, las entidades de microfinanzas cuentan ahora con una cartera sana, cuyo porcentaje promedio de mora asciende al 3.5%. Durante la crisis internacional, éste llegó al 17%. En ese entonces, la de Fundeser era del 30%. La cartera de riesgo actual de la entidad es de un 1%.
Apoyo al sector agropecuario
De acuerdo al ejecutivo, los pequeños y medianos empresarios de áreas rurales son el principal enfoque de los créditos otorgados por Fundeser. Romero indicó que el 53% de la cartera millonaria con la que trabajan está en la zona rural, y el resto es urbana. “El financiamiento de este sector es sumamente importante para la economía. Por eso, el rol que juegan las entidades de microfinanzas –sean reguladas por la Conami o la Siboif– es vital. Nosotros continuamos apostando por el sector agro”, expresó.
El gerente general de Fundeser aseguró que aunque el agro representa un mayor riesgo para las microfinancieras, por la variación en las condiciones climatológicas, los problemas que surgen por la legalidad de las tierras y la carencia de la cultura de pago, han decidido ofrecer tasas de interés más bajas – de entre el 18% y 24% para los empresarios rurales – en quienes recae el 90% de la producción agrícola y pecuaria del país. “Hacemos un subsidio cruzado con tasas más altas para el sector que tiene mayor capacidad para pagar”, indicó.
Romero expresa que bajar las tasas de interés en la industria depende de incrementar la eficacia de las entidades (al tener menores costos de producción) y de la captación de depósitos del público para obtener más fondos. Por ello, Financiera Fundeser empezó las gestiones para convertirse en una entidad que fuese controlada por la Siboif. Aunque ya obtuvieron la aprobación para operar como institución bancaria desde el año pasado, será hasta 2017 que empiecen a recibir dinero de los productores que están interesados en hacer depósitos.
La estrategia de Fundeser fue conseguir la licencia para operar como una institución bancaria, mejorar los servicios que ha prestado durante quince años al sector rural y urbano, y preparar las condiciones internas para cambiar la índole de sus operaciones. Es decir, capacitar a sus empleados, obtener nueva tecnología, adquirir nuevos productos, así como conseguir capital, mantener una buena solvencia y gestión de riesgo. “Sabemos que hay un ahorro que se puede movilizar en el sector rural y que sería un tremendo servicio que brindaríamos a los productores que no tienen acceso a la banca nacional”, declaró.