23 de marzo 2024
El cierre de CISA Exportadora completó una “tormenta perfecta” que agobia al sector cafetalero nicaragüense, afectado también por el clima, los altos precios de los insumos, la falta de mano de obra, y el descenso de los precios internacionales del grano, lo que se manifestó en una baja de USD 107 millones exportados en 2023, tendencia que continuó en el primer bimestre del año.
El Plan Nacional de Producción, Consumo y Comercio del ciclo 2023 - 2024, presentado en mayo de 2023, preveía que los ingresos por exportación del grano decrecieran 8.0%, al pasar de 714.1 millones de dólares en 2022, a 656.9 millones en 2023, pero la realidad fue peor, porque el frenazo fue de 15.1%, y siguió en enero y febrero de 2024.
Datos de la Ventanilla Única de Comercio Exterior de Nicaragua (Vucen), muestran una disminución de 22.4% en los volúmenes exportados, y de 3.95% en el precio por kilo contratado en ese período, lo que significó menores ingresos por USD 29.4 millones (25.3%), al pasar de USD 116 millones vendidos entre enero y febrero de 2023, a USD 86.6 millones en el mismo período de 2024.
El problema ya era evidente desde principios de año, como lo muestra el Informe de Estadísticas de Comercio Exterior, publicado por el Banco Central de Nicaragua (BCN), que mostraban una disminución de USD 9.6 millones en los ingresos por exportaciones de café.
El clima es la primera razón que mencionan las fuentes vinculadas al sector agrícola —un economista, un estadístico y un productor—, que aceptaron hablar con CONFIDENCIAL desde la seguridad del anonimato, para explicar las angustias de los cafetaleros, al ver cómo disminuye su producción, y con ello, sus ingresos, mientras crecen sus deudas, y los intereses por pagar.
El economista señala que el fenómeno de El Niño impactó al sector agrícola, disminuyendo la producción. El estadístico por su parte, aseguró que “llovió cuando no tenía que llover, y no llovió cuando sí tenía que llover. Está tan desequilibrado el clima, que provocó floraciones y cosechas anticipadas. Mínimas, pero anticipadas, por ese desorden climático”.
¿Quién cortará nuestro café?
Al problema de un clima cambiante, los finqueros deben sumar otro más: la falta de brazos suficientes y con la experiencia necesaria para cortar el rojito. 2011 fue el último año en que productores y Gobierno se sentaron a definir en 27 córdobas el precio a pagar por cada lata de café que cortara un obrero agrícola.
Trece años después, ese precio oscila entre 60 y 65 córdobas por lata, pero ese aumento sigue siendo insuficiente para atraer a los cortadores, y lograr que se queden y que trabajen la jornada completa.
“Yo pago 60 córdobas por lata cortada. Todos los productores de café damos los tres tiempos de comida, más vivienda, agua y energía eléctrica, donde hay acceso a electricidad”, detalló el productor, cuyas fincas están ubicadas en un municipio de Matagalpa, explicando a continuación que, si bien necesita 60 a 80 trabajadores permanentes para el tiempo muerto -que es como se le llama al período cuando no están recogiendo la cosecha- solo tiene 22.
“Tengo tan pocos trabajadores, que estoy atrasado en labores como chapodar café, regular sombra”, asegurando que no hay manera de que se desprenda de esos 22 trabajadores, cuando en realidad necesita más personal, fenómeno que afecta al resto de finqueros de su localidad, cuyos cafetales también están sufriendo por la falta de mano de obra para efectuar las labores que requieren los plantíos.
Esa carencia de personal representa un riesgo claro para la productividad de las fincas, porque, como bien sabe cualquier agricultor -y los cafetaleros específicamente- las labores deben realizarse en tiempo y forma. “Si uno no fertiliza en el momento que se requiere, después le podría echar una camionada por planta, y ya no se logra el objetivo”, explicó el productor.
Además de la falta de personal, “se están yendo por la migración, por el parole, y por muchas razones más”, asevera el estadístico, (o porque se trasladaron a otras actividades como la minería informal, añade el productor), también está el fenómeno de la productividad de los que sí están disponibles, porque “los trabajadores no sienten esa labor como una fuente de ingresos como antes: las remesas y la migración están haciendo bastante daño al sector”, afirmó.
Explica que, aunque está estipulado que un trabajador agrícola debe cortar -mínimo- cinco latas al día, en promedio están completando solo 3.5 latas. Aunque logren conseguir mano de obra, los cafetaleros están en problemas porque la gente deja de trabajar a las 11:30 de la mañana, y difícilmente logran hacerlos que regresen a trabajar. Ni siquiera pagando 65 córdobas por lata, aseveró.
Además de incidir en las cantidades de café que se pueden cortar durante la cosecha, la falta de personal también puede afectar ciclos futuros, tanto porque muchas veces no hay quien aplique los insecticidas y fertilizantes que los plantíos necesitan, como porque el alto precio de los insumos hace que solo los apliquen cuando los pueden comprar.
Y de remate, quiebra Mercon
La inesperada quiebra de Mercon, dueña de CISA Exportadora, que colocaba en los mercados internacionales cerca de la mitad de la producción exportable del café nicaragüense, generó un problema que sigue sin resolverse. No solo porque ocurrió en plena recolección del grano, sino porque ahora nadie da la cara en Nicaragua para deshacer el entuerto en que están los productores.
La disminución en USD 107 millones en 2023, afecta a todos los productores cafetaleros, explica el estadístico, a lo que se suma la quiebra de Mercon, porque muchos productores que recibían financiamiento a través de CISA, su filial en Nicaragua, tienen hipotecadas sus escrituras ante el Registro y, como no pueden liberarlas, no tienen acceso a financiamiento.
Cuando el Gobierno de Daniel Ortega confiscó Mercon, impidió que la operación de esa empresa en Nicaragua pudiera aprovechar cualquier beneficio que surja del hecho que la empresa se declarara en quiebra en Estados Unidos. El problema es que la Administración Ortega no ha negociado con los cafetaleros afectados para que paguen la deuda.
“Los productores están de acuerdo en pagar para que les liberen sus escrituras, pero el Gobierno no da pautas a eso, así que las escrituras de toda la gente que entregaba café oro a Mercon, siguen retenidas, y en el próximo ciclo cafetalero, ese productor no tendrá opción de financiarse con el sistema bancario”, adelantó.
Recordando que la quiebra del Grupo Mercon, dueño de CISA Exportadora, se conoció en noviembre, el economista explica que el café se empieza a cosechar en octubre, así que, para noviembre o diciembre, ya había oferta exportable, pero había desaparecido la empresa que exportaba casi el 50% de la producción. “Al revisar las cifras se detecta un déficit tremendo, porque se ha dejado de exportar bastante”, recalca.
La experiencia vivida por el productor matagalpino ratifica lo que dice el estudioso al explicar que él vendió un lote en febrero, a una empresa exportadora que es parte de un grupo financiero local, pero “todavía no me lo han pagado, ni creo que lo hayan exportado tampoco”.
Este productor explica que la quiebra de CISA ha sido un golpe duro para los productores que trabajaban con esa empresa, pero también con cualquiera que produjera para exportar porque, al desaparecer una exportadora tan grande disminuye la competencia. Si antes lograban diferenciales positivos de Starbucks, Daily Café, o Nespresso, los otros exportadores, solo ofrecen el precio que paga la bolsa, y se quedan con los premios que pagan esas cadenas, porque ven que no hay riesgo de que una exportadora grande como CISA compita con ellos para quitarle clientes.