7 de junio 2016
Usar las aguas de los grandes lagos para irrigar las ricas tierras fértiles del centro y occidente del país y generar electricidad, es un proyecto de nación tan bueno, que produce 3.85 dólares por cada dólar invertido, al menos en el papel, que es donde ha estado durante los últimos 41 años.
En 1975, el ingeniero Modesto Armijo (reconocido en el gremio como un maestro de generaciones, hoy residiendo en México), presentó ante la Asociación Nicaragüense de Ingenieros y Arquitectos (ANIA), un ‘Anteproyecto de Beneficios Múltiples de los Lagos de Nicaragua’ que permitiría, entre otras cosas, usar las aguas del Cocibolca para generar electricidad, irrigar las tierras del centro del país, y ‘donar’ parte de sus aguas al Xolotlán.
Esta última parte del proyecto también pretendía generar electricidad, pero además, esperaba convertirse en un factor determinante para limpiar las aguas del lago en un periodo de unos dos años, de modo que eventualmente también fueran útiles para regar las llanuras de Managua y occidente.
A pesar que “el proyecto despertó de inmediato el interés de las dos mayores instituciones de desarrollo del continente en ese entonces, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), nunca llegó a ejecutarse, por la insurrección de finales de los 70; la revolución y el conflicto armado de los 80, luego de lo cual, quedó en el olvido… hasta ahora.
Hace dos semanas, Daniel Ortega resucitó el proyecto, en un breve discurso pronunciado ante la asamblea partidaria del Frente Sandinista, que convocó a su Congreso Nacional para oficializar una nueva candidatura del mismo Ortega.
“Ese proyecto lo estamos trabajando. Ya el compañero Manuel (Coronel) tiene la misión para que en su momento lo vamos a sacar; vamos a buscar los recursos con Iván (Acosta), que nos representa con los organismos internacionales, con el Banco Mundial, con el BID, y buscar recursos con quienes deseen participar de un proyecto como este internamente”, aseguró.
Factibilidad ambiental
Pensando en la propuesta de usar las aguas de los dos grandes lagos para irrigar 600,000 hectáreas de tierra, Maura Madriz, Coordinadora de Proyectos del Centro Humboldt, admite que no se siente tan segura que la solución sea trasvasar el Cocibolca al Xolotlán.
“Podría ser una buena alternativa desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, pero si vamos a irrigar cultivos, ¿qué pasaría con el canal?” se preguntó, especialmente en un momento en que un equipo de la concesionaria del canal, la empresa HKND, participa de un evento en China para promover la obra. “¿Es que estamos jugando al proponer este proyecto de irrigación?” se preguntó.
Madriz dijo que también haría falta realizar un estudio complejo que permita definir los volúmenes de agua que se le pueden extraer al lago, y cómo darle sostenibilidad, en un momento en que el gobierno comienza a hablar de dos megaproyectos, sin definir cuál será su prioridad. “Hay contradicción en los usos que se le dará al lago”, aseveró.
La experta también tiene objeciones a la propuesta de lograr que las aguas del Cocibolca terminen limpiando al Xolotlán en un periodo aproximado de dos años.
“En principio, esa sería agua limpia que se estaría perdiendo. Es mejor construir un sistema de plantas de tratamiento de las aguas residuales que caen al Xolotlán, y así no tocas el Cocibolca”, propuso.
De paso, le parece mejor idea “regular el uso del agua que hacen las grandes empresas con apoyo del gobierno, y aplicar el canon que ya está en la ley, destinando esos recursos para la conservación de suelos. Igual, habría que implementar planes de ordenamiento territorial, que permitan, a la larga, dejar de usar el agua del Cocibolca, porque ¿de qué te va a servir, si no evitas la nueva contaminación del lago?”, cuestionó.
Factibilidad económica
En octubre de 2014, el ingeniero Guillermo Noffal presentó una adaptación y actualización de la propuesta de su mentor, el citado Modesto Armijo, a la que denominó ‘Plan de Utilización de los Recursos Ociosos de Nicaragua’ (Puronica), con la intención de abrir un debate entre expertos que permitiera definir si el plan es factible o no.
En el mismo, se señala que implementar ese plan de irrigación y generación de electricidad, ayudaría a superar algunas de las condiciones económicas del país, entre ellas, el bajo ingreso per cápita, la alta tasa de desempleo, baja productividad económica, gran cantidad de agua desperdiciada, un millón de hectáreas de planicies subutilizadas, y un alto nivel de concentración de capital.
Aunque sabe que hay muchos inversionistas internacionales buscando proyectos que sean seguros y rentables, Noffal propone interesar a los grandes capitales locales, para darle un mayor grado de seguridad a la obra, que incluye represar las aguas del río San Juan, posiblemente a la altura de Boca de Sábalos, con la intención de conservar una parte de los 500 metros cúbicos de agua por segundo que salen del lago, rumbo al Caribe.
También haría falta crear un canal de trasvase entre ambos lagos a lo largo del istmo de Tipitapa, para ‘subir’ agua del Cocibolca al Xolotlán, que está unos cinco metros sobre el nivel del mar más alto que su ‘hermano mayor’. Las obras se complementarían con un canal para que el Xolotlán desagüe en el Pacífico a través del río Tamarindo, en el istmo de Nagarote.
En los tres casos (Boca de Sábalos; más los canales de trasvase por Tipitapa y el Tamarindo) las aguas también servirían para generar unos 1,111 gigavatios de electricidad (casi tanto como los 1,184 que quizás alguna vez llegue a generar Tumarín, pero más barato), de los que 384 GWh servirían para bombear agua al Xolotlán, con el plus de que se podrían irrigar 600,000 hectáreas de tierras productivas.
Enfrentar todos esos desafíos de ingeniería producirían beneficios en cuatro rubros: “Empleo permanente, preservación de nuestros mayores recursos, generación de electricidad y aumento de la producción agrícola”, a juicio de Noffal, cuyo informe de 2014 calculaba una inversión de 560 millones de dólares de 1976, y beneficios de 2,157 millones de dólares de 1976, o sea, una ganancia de US$3.85 por cada dólar invertido.
Factibilidad política
Ya que este proyecto solo puede ser efectivo si forma parte de un plan de nación, conviene considerar si hay condiciones políticas y sociales este año o el próximo para implementar ese proyecto… o una parte de él.
Para el diputado Enrique Sáenz (MRS), “antes que las condiciones políticas y sociales, las primeras condiciones [a analizar] son de carácter técnico y económico”. También el impacto ambiental y el tema de la propiedad, por lo que “solo podría ejecutarse sobre la base de un consenso nacional”.
Pero si no hemos podido desarrollar este proyecto a lo largo de las últimas cuatro décadas, ¿por qué creer que sí podríamos ahora? Sáenz recuerda que “la información disponible revela que en el gobierno de Somoza se había avanzado bastante en los estudios. Fue el derrocamiento de Somoza lo que interrumpió el proceso. En la década de los ochenta no existían condiciones. Posteriormente, los gobiernos depositaron su fe en el evangelio neoliberal”.
“La pregunta es por qué Ortega se saca este refrito del sombrero, después de diez años en el gobierno, si afirma que lo tenían desde la década de los ochenta. Obviamente se trata de un recurso electorero”, añadió.
Al considerar la viabilidad económica, Sáenz alerta que el primer tema a resolver es de carácter internacional, siendo que la cuenca del Río San Juan y la del Cocibolca son de carácter binacional. “En otras palabras, no puede ejecutarse sin un convenio con Costa Rica y, obviamente, esa posibilidad está negada para un gobierno de Ortega. Así que, de entrada, este proyecto no es viable con el régimen actual”.
“Sobre la viabilidad económica propiamente dicha, anticipar cualquier tipo de juicio es especular. Aquí hay que valorar no solamente el componente agrícola, sino también la generación eléctrica, el saneamiento del Xolotlán, las posibilidades turísticas... pero por hoy, con el régimen de Ortega todo se reduce a quimeras”, lamentó.