20 de octubre 2023
Caminando en uno de los cafetales de su finca en las remotas montañas de Jinotega, Sergio reflexiona en las paradojas que enfrentan los caficultores debido al clima: observa los cafetos sin rastros de roya –una enfermedad que provoca la caída prematura del follaje–, pero augura frutos más pequeños y una cosecha más prolongada y menos generosa que la del ciclo anterior.
En esa ecuación hay aún más preocupaciones: la migración amenaza la disponibilidad de mano de obra, el precio del café en el mercado interno es insuficiente para cubrir costos de recolección, y el campo es más inseguro que antes.
A partir de 2018, los productores fueron despojados de las armas permitidas y debidamente documentadas para el cuidado de sus propiedades, mientras proliferaron grupos paramilitares que, a criterio de Sergio, “son los que roban y matan”. De acuerdo con las estadísticas policiales disponibles hasta 2021, Jinotega es el departamento con más muertes de naturaleza homicida en el país.
Hablar de esos temores e inseguridad, y otros temas “incómodos” para el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, supone riesgos a la seguridad y a la libertad, por lo que Sergio, el típico nicaragüense amable y hospitalario, teme que ser entrevistado le genere problemas. Igual sucede con otros caficultores en Jinotega y Matagalpa, los departamentos que aportan cerca del 80% de la producción nacional de café arábiga. El porcentaje restante de esa variedad es producido en Nueva Segovia, Madriz, Estelí, Managua, Boaco y Carazo.
Por esos departamentos, el Ejército desplegará a 3000 militares, anunció el sancionado jefe de esa institución, Julio César Avilés, en el acto de apertura al plan anual de protección a la cosecha cafetalera, el sábado 14 de octubre en la base militar de Waswalí, en Matagalpa. La Policía dirigida por Francisco Díaz, el consuegro de Ortega y Murillo, lleva años sin presentar un plan, pero estuvo en el acto militar.
Avilés dijo que el plan militar tendrá cobertura también en Nueva Guinea, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur, donde hay áreas cultivadas con café de la variedad robusta.
Estimaciones oficiales vs. realidad en el campo
Laureano Ortega, el hijo al que Ortega y Murillo dieron el cargo de “Asesor Presidencial para la Promoción de Inversiones, Comercio y Cooperación Internacional” estuvo en ese acto en el que las estimaciones oficiales apuntan a que la cosecha del ciclo 2023-2024 será de 3.8 millones de quintales de café oro.
A decenas de kilómetros, en su finca, Sergio ve otra realidad. Debido a factores climáticos, la floración fue irregular y “va a ser una de las cosechas más prolongadas, por la simple y sencilla razón de que tuvimos floraciones en abril, hubo otra floración en mayo y otra en los primeros días de junio, que fue cuando llovió, y fue la floración más pareja”.
Entre las irregularidades, hubo fincas en zonas bajas del departamento de Matagalpa en las que estuvieron “graniteando” en mayo, comenta Julián, un caficultor de este departamento. El graniteo es la recolección de los primeros granos maduros, que es la fase en la que están una buena parte de las plantaciones en el territorio.
Sin embargo, la falta de lluvias en septiembre, que era la etapa de desarrollo del grano, ha provocado que los frutos sean más pequeños y livianos, pero también “va a salir mucho grano vano, que es el que decimos nosotros que no llenó, el que solo es la conchita y adentro está vacío”, señala Maribel, una pequeña caficultora y cooperativista de Jinotega.
Falta de lluvia afecta rendimiento del café
Mientras tanto, Pedro, dirigente de una cooperativa que aglutina a más de un centenar de caficultores en Jinotega, grafica la preocupación señalando que “generalmente tenemos una media que oscila entre 9.5 y 10 latas para llenar un quintal de café pergamino, pero este año vamos a necesitar hasta 11 latas o más para tener un quintal de café pergamino”.
“En septiembre, que era un mes fundamental para el llenado (desarrollo) del grano, prácticamente no tuvimos lluvia, y es el mes en que el grano del café empieza a procesar la parte de azúcares y eso también tiene que ver con el peso y los rendimientos agroindustriales, porque vamos a necesitar más café en uva para obtener un quintal de café oro”, explica Pedro.
La maduración, irregular como la floración, va lenta. En la propiedad de Ernesto, en Jinotega, “no hay uniformidad y hay bastante ‘chaparria’, que es lo quemado del sol”, comenta.
Con poco avance en el corte, los caficultores han podido solventar la necesidad de mano de obra. Si llueve y la maduración empareja, entonces “será asunto de pegar carreras” a buscar cortadores, sostiene Sergio, mientras observa las bandolas cargadas en uno de sus cafetos.
Migración y mano de obra
Ernesto considera que en Jinotega habrá problemas con la mano de obra debido a la alta emigración. La represión desatada por el régimen Ortega-Murillo en Nicaragua ha forzado a muchas personas a buscar oportunidades en el extranjero, incluyendo los hijos de pequeños caficultores.
Julián, en Matagalpa, cree que la emigración a otros países es más alta en otros sectores que en el de cortadores de café. Sin embargo, admite que los salarios en la caficultora ahora compiten con los de la minería, porque “se están yendo a las zonas donde pueden sacar oro y allí se ganan hasta 500 córdobas al día, y nosotros pagamos 200 pesos (córdobas) el día”.
En el caso de los cortadores, el pago por cada lata de café cortado quedó a la negociación que establezcan con los cafetaleros. La última vez que el Ministerio del Trabajo (Mitrab) fijó una normativa salarial de la cosecha de café fue en octubre del 2010 y establecía un pago de 27 córdobas por cada lata de café cortado, más la alimentación.
Sergio dice que en el ciclo cafetalero 2022-2023 estuvieron pagando entre 50 y 60 córdobas por lata. Este año, los precios internacionales del café han oscilado entre 145 y 150 dólares por quintal. Pero, en el mercado local, están pagando a 1700 córdobas (cerca de 48 dólares) por quintal.
Lo que proyecta Sergio es que habrá competencia de productores en cuanto a las ofertas de pago para atraer la poca disponibilidad de mano de obra.
*Este texto se publicó también en Mosaico CSI