2 de marzo 2017
La derogación del ‘impuesto patriótico’ del 35% con el que se gravan las importaciones provenientes de Colombia, abre muchas oportunidades comerciales en varios campos, y debería permitir que diversas empresas y sectores alcancen mayores niveles de competitividad.
En 1999, el gobierno del entonces presidente Arnoldo Alemán creó ese impuesto que afectaba “cualquier bien y servicio importado, manufacturado y ensamblado de procedencia u origen tanto de la república de Honduras como de Colombia”, con la intención de obtener fondos para sufragar los gastos del juicio en La Haya, contra ambos países.
Si bien Honduras fue eximida de seguir pagando ese tributo, el mismo sigue vigente para la nación sudamericana, que se ha abstenido de dar su aprobación para que Nicaragua forme parte de la Asociación Latinoamericana de Integración, (Aladi), entidad que ofrece amplias facilidades aduaneras al comercio regional.
“Ese impuesto no tenía ningún sentido. Era un tropiezo para nosotros mismos”, asegura Rosendo Mayorga, presidente de la Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua (CCSN), al ser entrevistado para el segmento ‘Cuentas Claras’, del programa de TV ‘Esta Noche’, que se transmite por canal 12.
El empresario recordó que si bien es cierto, la Organización Mundial de Comercio prohíbe ese tipo de impuestos, Nicaragua argumentó que por su pobreza no estaba en capacidad de enfrentar los gastos de un juicio en la Corte Internacional de Justicia, por lo que se le permitió seguir cobrándolo.
La victoria en ese escenario legal, y el impedimento para entrar a Aladi por el bloqueo colombiano, hizo que Daniel Ortega reconsiderara la idea (que el sector privado le había presentado desde el 2011), de suspender ese impuesto, lo que debería ocurrir en las próximas semanas.
Mayorga augura buenas noticias, siendo que Colombia es un importante proveedor de materias primas a los países de la región. Pese a ese costo adicional, Nicaragua compra libros (libres de impuestos), vestimenta, calzado, maquinaria liviana, equipos agrícolas, fertilizantes, productos veterinarios, medicinas y material de reposición periódica a ese país.
Ofrece como prueba de que ese dinamismo ocurrirá, el hecho que ya hay empresarios y líderes empresariales colombianos interesados en participar de la reunión que los representantes de las cámaras de Comercio de Centroamérica, realizarán en Managua, en abril próximo.
Repunte exportador
El comercio con Colombia podría ayudar a paliar la merma de las relaciones comerciales con el socio venezolano, especialmente después que en 2016 las exportaciones nicaragüenses cayeran US$173.1 millones, o sea, 6.8% menos que las ventas internacionales efectuadas un año antes.
Mario Arana, director ejecutivo de la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua (APEN), explica que la caída se debe a menores volúmenes exportados, y menores precios por nuestros productos “casi mitad y mitad”.
Explicó que muchos de nuestros productos principales de exportación tuvieron una “racha de malos precios, de la que ya vamos saliendo”. El otro factor, que incidió en la capacidad productiva, es el clima, que llevó a que algunos productores se abstuvieran de sembrar, lo que redundó en menores volúmenes producidos.
Aunque los resultados del mes de enero invitan a ser optimista (las ventas crecieron 20.3%), Arana está claro que “las exportaciones ya no serán el motor del crecimiento de la economía, como cuando crecían a doble dígito”.
De todos modos, confía en que el oro, el café y la carne estarán entre los rubros que ayuden a empujar el crecimiento exportador en 2017, sin olvidar que cerca de la mitad de nuestros productos siguen bajo amenaza de sufrir otro año de bajos precios.
Acerca del Cafta, Arana no cree que la administración Trump quiera renegociarlo o cancelarlo, porque es uno de los pocos acuerdos comerciales que producen un superávit a ese país, aunque no descarta que la renegociación del acuerdo de América del Norte perjudique las operaciones de algunas empresas nacionales como Yazaki (antes Arnecom), que produce, entre otros, arneses para vehículos que se ensamblan en México, y venden en Estados Unidos.