16 de noviembre 2019
El dictador Daniel Ortega ha minimizado la crisis de las empresas en Nicaragua y ha asegurado que intentan gozar de exoneraciones, y que si tienen que quebrar algunas empresa, “¡que quiebren!”, sin embargo, el comercio nicaragüense ha lanzado un S.O.S. ante los golpes de la reforma del INSS, la reforma tributaria y el alza de la energía eléctrica, a la que intentan hacer frente cuando sus ventas han caído entre el 25% y el 45% y aún la temporada de fin de año pinta con pérdidas.
Cada dólar que sale del sistema financiero, es un dólar que ya no podrá destinarse a alimentar el crédito que necesitan las empresas para seguir operando, en especial aquellas dedicadas a la producción o al comercio.
Por eso, el retiro por parte del público, de más de 1360 millones de dólares entre el 31 de marzo de 2018 y el 30 de septiembre de 2019 de las bóvedas bancarias, ayuda a explicar la sequía crediticia que sufre el sector.
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Es muy común que las empresas comerciales dependan del crédito para operar, ya sea bancario, o el que les dan sus proveedores, en la forma de plazos de 30 y 60 días para pagar la mercadería.
El problema es que, en las circunstancias actuales, ni los bancos están aprobando nuevos créditos, ni los proveedores están en la posibilidad de esperar ni siquiera 30 días para que les paguen sus facturas. De hecho, muchos prefieren operar al contado.
En contraste, las empresas requieren de más efectivo para cumplir con las exigencias recaudatorias del régimen que, en su afán por recaudar más, elevó los impuestos, en especial, el Pago Mínimo Definitivo, que obliga a pagar el 2% y el 3% (en dependencia del tamaño de la empresa), de sus rentas brutas gravables.
Los golpes al sector
Las reformas al INSS y a la Ley de Concertación Tributaria “han sido golpes fuertísimos para los distribuidores, que manejan márgenes bastante bajos en su operación, para lograr que los precios sean accesibles a la mayor parte de la población”, explica Carolina Berríos, gerente general de la Asociación de Distribuidores de Productos de Consumo de Nicaragua (Adiprocnic).
Los costos asociados a dichas reformas, más el aumento del precio de la energía eléctrica, “han encarecido la operación de estas compañías, que ya estaban siendo afectadas por la contracción en el consumo”, añadió.
“De igual forma, el flujo de efectivo que manejan también ha sido afectado, ya que se redujeron los tiempos para declarar impuestos, sin tomar en cuenta que gran parte del volumen que mueven estas compañías, se hace a través de crédito a sus clientes mayoristas y de detalle”, recalcó.
Carmen Hilleprant, gerente de la Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua, detalló cómo la reforma tributaria acrecentó la crisis que ya castigaba a las empresas, “pero el 3%, (del Pago Mínimo Definitivo) les ha quitado liquidez, y el adelanto del IVA, que antes se declaraba el 15 de cada mes, y ahora el 5, también quita flujo a las empresas”.
Esos cambios incumben a todas las empresas que venden por volumen, generalmente con márgenes más pequeños, “pero afecta más a las pequeñas que a las grandes, porque las grandes tienen tesorerías afuera, y eso les ayuda a mitigar”. En cambio, las que se ven obligadas a trabajar con la banca nacional, encuentran que el crédito está cerrado.
En los casos en que hay disponibilidad de cierto financiamiento, es a plazos más cortos y tasas más altas, de modo que “los pocos que pueden optar a un crédito se lo piensan mucho”, ilustró.
Aunque el gremio ha externado su problemática a las entidades gubernamentales, no han tenido ninguna respuesta.
“Cuando aprobaron la reforma tributaria, dijeron que iban a revisarla a los tres meses, pero ya pasaron varios meses y nada”, reclamó Hilleprant, detallando cómo, producto de ese cambio en las reglas del juego “los importadores de jugos, licores, y gaseosas, están pagando 300% más en aduanas”.
Tocando fondo
Centrolac es uno de esos importadores. La empresa, además de producir y distribuir productos lácteos, también fabricaba su propio jugo de naranja, a partir de la importación de concentrado de esa fruta. El problema es que, al entrar en vigencia la reforma tributaria, tienen que pagar tres veces más impuestos.
Alfredo Lacayo, el gerente de Centrolac, refiere a CONFIDENCIAL que siente que ya tocó fondo.
“Nos afectaron los impuestos: ese 3% fue un golpe bien duro para nuestros flujos, y el impuesto a la importación de concentrado de naranja nos sacó del juego, porque el IVA se ha triplicado”, graficó.
Puesto en números, explica cómo, antes de la reforma tributaria, un embarque de 10.25 toneladas de concentrado de naranja, que cuesta 30 577.4 dólares, implicaba el pago de 4586.6 dólares en concepto de impuestos, y ahora debe enterar 13 759.8 al fisco. ¡El triple!
En la mente del recaudador de impuestos, la empresa podrá recuperar vía precios, los montos adicionales que tuvo que enterar al fisco, pero no es cierto. No solo porque los compradores no tienen dinero, sino también porque las empresas tienen que soportar “una carga sobre otra”, a lo que se le suma el hecho que no hay financiamiento bancario.
Ahora todo se paga en efectivo, y los fondeadores externos a los que podrían acudir, reaccionan a las noticias que leen sobre Nicaragua, disminuyendo los montos de crédito disponible, ofreciéndolos a mayores plazos, y con intereses más altos, explica Lacayo.
Un gerente de Operaciones, citado bajo condición de anonimato, detalló que antes, cuando disponían del crédito bancario, tenían mayor disponibilidad para comprar a sus proveedores. Sin crédito, ahora se ven obligados a ser selectivos al decidir qué comprar, porque ya no tienen esas líneas de crédito activas.
Además de recortar compras, esta empresa también debió reducir el monto y los plazos de crédito que otorga a sus clientes, “buscando una recuperación más rápida y menos riesgosa, al poner menos productos y menos dinero en plata, en manos de los clientes”, ilustró.
“Con esta estructura de costos de producción y falta de capital de trabajo, es muy difícil ver más allá de un año”, se sinceró Lacayo, de Centrolac.
“Mientras no haya financiamiento bancario, solo las empresas que puedan obtenerlo en el extranjero podrán operar. Los demás tendremos problemas, porque no tenemos líneas de crédito barato del extranjero, y los bancos nacionales no prestan porque necesitan tener liquidez”, añadió.
En todo caso, las afectaciones dependen del rubro en que se encuentren, de tal forma que “algunas empresas se encuentran en una situación más compleja que otras”, explica Berríos.
“Los distribuidores de bebidas siguen a la espera de una respuesta respecto a la correcta aplicación de la Ley de Concertación Tributaria para calcular los impuestos de importación; han pasado seis meses desde la reforma, y los importadores siguen pagando impuestos triplicados para evitar desabastecimiento en el mercado y tratar de mantener a flote sus negocios”, detalló.
“Al día de hoy, estos costos adicionales no se han trasladado al consumidor, pero si no se realiza el cambio en el corto plazo, los distribuidores tendrán que considerar el aumento de precio como parte de su estrategia para subsistir”, dijo Berríos.
Ventas en picada
El coctel de problemas que enfrentan las empresas del sector comercio —inseguridad, bajas ventas, altos impuestos, falta de crédito— las está obligando a asumir medidas desesperadas para seguir operando mientras amaina la tormenta… o se ven obligados a tirar la toalla.
El comercio representa alrededor del 9.7% del producto interno bruto, y aporta 113 457 afiliados, a la Seguridad Social ( un 15% del total), según datos oficiales del Banco Central de Nicaragua, cortados a febrero de 2019, que es el último mes en que publicaron este tipo de información.
Los altos impuestos y la falta de crédito solo serían problemas relativos, si las ventas produjeran suficientes recursos para enfrentar ambas limitaciones, pero en el contexto actual son dos banderillazos más, clavados en el cuerpo de este gremio que busca las maneras de mantenerse en pie.
Carolina Berríos, gerente general de la Asociación de Distribuidores de Productos de Consumo de Nicaragua (Adiprocnic), afirma que lo primero que hicieron las empresas al ver cómo se contraían sus ingresos, fue reducir costos operativos. Eso incluye “desde decisiones tan simples como no renovar uniformes al personal, hasta reestructuraciones completas de los departamentos de mercadeo, ventas y distribución”.
“Las compañías iniciaron reduciendo las plazas temporales, pero en algunos casos, se han tomado medidas más drásticas, que implican reducción de plazas de trabajo”, agregó. Un ejemplo de eso, fue el anuncio del lunes pasado, en que British America Tobacco de Centroamérica (Batca), anunció el despido del 30% de su fuerza laboral.
“Hemos tenido que incrementar los precios, por las reformas, lo que hace que los productos se vuelvan mucho más caros, inaccesibles para el consumidor, y eso ha generado una gran caída en el consumo”, dijo el gerente de Operaciones.
La gente no está comprando
Berríos explicó que las ventas han caído entre 25% y 45% en comparación con los años anteriores, y que la contracción del consumo —que se ha venido experimentando desde el año pasado— es cada vez mayor.
“Algunas compañías han tenido que prescindir de líneas completas de productos (jugos, leches saborizadas, entre otros), para reducir la complejidad y los costos de sus operaciones. En otros casos, han optado por enfocar sus ventas en clientes mayoristas que posean su propia distribución para reducir costos logísticos”, compartió.
Un ejemplo de eso es Lácteos de Centroamérica S.A. (Centrolac), empresa que ha tenido que elevar su producción de mezclas lácteas (que son más baratas de producir y, por consiguiente, tienen menor costo de venta al público), en detrimento de su producción de leche, tal como lo explicó su gerente general, Alfredo Lacayo.
A pesar de los esfuerzos de la empresa, las ventas siguen cayendo, y tanto, que en este momento tienen 50% menos personal que el año pasado.
Ni con promociones
Si una empresa que produce y vende leche tiene ese tipo de problemas, una dedicada al comercio de productos de menor necesidad (galletas, caramelos, frituras, etc.), enfrenta problemas de igual o mayor magnitud.
“Seguimos operando, pero hemos visto una reducción del 10% al 15% en las ventas, y una transición de consumo de nuestros clientes, de productos de menor necesidad a mayor necesidad. También vemos que están pasando de presentaciones más grandes a otras más pequeñas, que representen menor desembolso”, dijo el gerente de Operaciones que solicitó no revelar su identidad.
“Hay menor cantidad de circulante en los comercios; el consumidor anda buscando comprar justamente lo necesario, así que todo lo que es consumo suntuario pasa a un segundo o tercer plano, porque se concentran en la canasta básica y artículos de primera necesidad. Eso conlleva a que haya menor recuperación de parte nuestra”, añadió.
La reacción de esta empresa ha sido clausurar, consolidar o reestructurar algunas rutas “para mantenernos rentables y no tener que despedir gente, siempre buscando ser lo más óptimos posible”.
Del mismo modo, han buscado el apoyo de sus proveedores en el extranjero, “buscando alternativas para ser más competitivos, más baratos, y poder ofrecer promociones y descuentos”. El problema es que “las promociones van dirigidas a crear volumen, a que el cliente compre dos o tres bolsas a mejor precio, pero el consumidor no está interesado en eso, si implica adquirir un producto que no es de primera necesidad, como una galleta o un caramelo”, concluyó.
La esperanza, como cada año cuando llegan estos días, es que las ventas navideñas, con toda su vorágine de publicidad y promociones, ayude a recuperarse de un año en extremo difícil.
“Noviembre y diciembre son los meses más importantes para la mayoría del comercio, pero sus márgenes de ganancias han ido disminuyendo en todo el año. Creemos que las ventas serán entre 7% a 10% menores que las que tuvimos entre noviembre y diciembre de 2018”, adelantó Carmen Hilleprant, gerente de la Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua.
Mayor inseguridad
enciende alarmas
A raíz de la crisis, unas 2000 pulperías y sitios de ventas al detalle (cerca del 10% del total, según los cálculos de algunas empresas distribuidoras) han tenido que cerrar, y si esto no fuera suficientemente preocupante, el fin de semana pasado se encendieron todas las alarmas en el sector, al enterarse del asalto a balazos, a un camión repartidor que hacía la ruta La Dalia – Waslala, en el norte del país.
“Nos preocupa que, en los últimos meses, hemos tenido reportes de asaltos consumados y asaltos frustrados por parte de personas armadas, a los camiones y la fuerza de ventas de nuestros asociados”, detalló Berríos.
El vidrio perforado por varios proyectiles, casi a la altura del conductor, mostró que más allá de la dudosa rentabilidad de algunas rutas, los desafíos de seguridad que tienen que enfrentar, los llevan a buscar formas nuevas para proteger al personal, la mercadería y los vehículos.
La más radical de todas es cerrar las rutas de distribución que se perciben como más peligrosas.
“Nicaragua se caracterizaba por ser un país seguro, en el que tanto un vehículo comercial como personal podía circular a cualquier hora, sin correr mucho riesgo. El problema de la seguridad es importantísimo. Necesitamos que se desarmen los grupos que están armados, y sin control”, demandó el gerente de Operaciones antes citado.
Aún estamos a tiempo
Urgen revisar reformas al INSS y a la Ley de Concertación Tributaria
A pesar de todo el daño que está sufriendo el entramado empresarial del país, tanto administradores como líderes gremiales reconocen que todavía es posible rectificar, para salvar a más gente del despido, y evitar el cierre de más empresas, lo que redundaría en menor recaudación de impuestos.
Carolina Berríos, de Adiprocnic, opina que se requiere “hacer una revisión exhaustiva de las reformas propuestas, tanto la del INSS como la de la Ley de Concertación Tributaria”.
“Es necesario buscar soluciones reales a los problemas; un plan de trabajo que considere escenarios a corto, mediano y largo plazo, tomando verdaderamente en cuenta el papel y el aporte que realizan tanto la empresa privada, como productores, importadores, exportadores, etc., para evitar medidas drásticas y cortoplacistas que solo empeoran la situación del país”, insistió.
El gerente de Operaciones citado previamente, opina que “el país debe volver a tener una política de crecimiento económico que vaya de la mano con incentivos fiscales, y no reformas que más bien contraen el consumo, como ha ocurrido estos últimos meses”.
También aboga por que se reactive el crédito, “lo que también permitirá el crecimiento económico para poder importar más, y que haya disponibilidad de recursos, para que el consumidor tenga con qué comprar”.
Para Carmen Hilleprant, la receta es básica: “Revisemos la reforma, o habrá mayor desempleo y más gente en la informalidad”.
“Necesitamos que haya un acuerdo político en el país”, pero también “que se revise la reforma tributaria, que cambió las reglas de la noche a la mañana, afectando la planificación anual de las empresas”, y que se revisen los cambios que se hicieron en torno a la Seguridad Social y al alza de la energía, porque “esos costos nos afectan a todos, y nos vuelven menos competitivos”, reclama.
Berríos, de Adiprocnic, alerta que “el consumo se contraerá más, habrá mayor desempleo, mayor informalidad, el comercio ilícito será incontrolable y crecerá la inseguridad en nuestro país”.