23 de junio 2016
Fuentes del sector lácteo confirmaron a Confidencial que el gobierno de Nicaragua usó un tecnicismo para cerrar las fronteras a los productos de la cooperativa lechera Dos Pinos, de Costa Rica, en lo que parece ser una represalia por la decisión costarricense de cerrar sus fronteras a Lala.
Dos Pinos es una de las empresas más importantes de Costa Rica, y una de las mayores del sector lácteo centroamericano, con presencia en una decena de países dentro y fuera de la región, cuya supremacía se ve amenazada por Lala, compañía de capital mexicano que invirtió US$50 millones en la construcción de una planta en San Benito, además de comprar las empresas El Eskimo y La Perfecta.
Hace varias semanas, los inspectores costarricenses llegaron hasta la moderna planta de Lala en San Benito, (de la que incluso sus competidores nicaragüenses reconocen que posee tecnología de punta), y decidieron que no podían certificarla.
El argumento fue que aunque esa planta sí cumplía los requisitos fitosanitarios que les exige la Ley, lo mismo no era válido para los centros de acopio ubicados en las zonas ganaderas del país, que es de donde procede la leche que se procesa en San Benito.
La fuente asegura saber que “el problema no es la planta de San Benito. Parece una movida que Dos Pinos le está haciendo a Lala”, teorizó luego de sopesar dos circunstancias.
El primero es que la planta San Benito “es superior a las plantas de El Eskimo y La Perfecta, pero aquella no está certificada, y estas sí lo están”.
La segunda es que “cuando se exportaban productos pasteurizados, estos sí podían entrar a Costa Rica sin problemas, pero ahora que se exporta leche UHT, dicen que no se puede, a pesar que el proceso UHT (ultra alta temperatura, por sus siglas en inglés), elimina el 99.9% de las bacterias, lo que te demuestra que esto es político”, insistió.
A juicio de Alfredo Lacayo, director ejecutivo de Lácteos Centroamericanos S.A. (Centrolac), el primer perdedor en este tipo de escaramuzas comerciales es el consumidor de ambos lados de la frontera, que pierde no solo la oportunidad de elegir entre un producto y otro, sino que también puede verse obligado a pagar precios mayores ante la falta de competencia, lo que solo favorece a las empresas con posición dominante.
En Nicaragua pierde también el ganadero, que obtiene ingresos por la venta de sus reses al matadero cada 18 meses o más, mientras que la venta de leche, que entrega todos los días en los centros de acopio, le genera ingreso cada tres días.
“Si no logramos resolver esto de aquí a finales de julio, el precio que las plantas industriales pagaremos a las centros de acopio por la leche grado ‘A’ fría, será de no más de C$9, y el centro de acopio se lo pagará al productor en C$7.50. En este momento, estamos pagando C$11.50 a los centros de acopio, y ellos pagan unos C$10 a los ganaderos”, explicó.