20 de diciembre 2023
Hace seis semanas, el presidente de la Asociación Salvadoreña de Transportistas Internacionales de Carga (Astic), Raúl Alfaro, declaró a CONFIDENCIAL que el proyecto para operar un ferry que llevara carga entre Costa Rica y El Salvador obviando pasar por Honduras y Nicaragua “es un niño que nació muerto”.
No tuvo que esperar mucho para que el tiempo le diera la razón. El ferry que, el pasado 11 de agosto, zarpó del salvadoreño Puerto La Unión llegando a Puerto Caldera (Costa Rica), cesó operaciones.
“Es un proyecto fallido más”, había sentenciado el salvadoreño.
Los problemas fueron evidentes desde el primer viaje, cuando el barco, con capacidad para transportar hasta 100 cabezales con sus contenedores, hizo el viaje inaugural con menos de 20 unidades, lo que inicialmente se atribuyó a lo novedoso del servicio, pero el transcurrir de las semanas sin que lograra despegar, mostró que había un problema de fondo.
Consultado al respecto, Santiago Ramírez, director comercial de la empresa costarricense de transporte RGT, consideró que “el tema del ferry es complejo. Nosotros estamos acostumbrados a perder el tiempo. El ferry está acostumbrado a ganar tiempo. En ese sentido, nosotros todavía carecemos de ese nivel de educación”.
Esta semana se supo que autoridades portuarias costarricenses, así como ejecutivos de una de las empresas que conformaron el consorcio que representa a la empresa en Costa Rica, confirmaron el cese de operaciones a medios de comunicación ticos, lo que generó un comentario de la Cámara de Comercio de Costa Rica (CCCR), expresando su pesar por la noticia.
Roxana Sosa Ortiz, directora de la Comisión de Aduanas y Logística de la CCCR, expresó en nombre de esa Cámara su “inquietud” por el cese del servicio de ferry entre ambos países, porque “estábamos muy esperanzados en que esta modalidad iba a venir de alguna manera a mitigar cualquier eventualidad de alguna crisis a nivel centroamericano, y que nuestras mercancías pudieran fluir en un tránsito normal hacia el resto de la región”.
Una de las consecuencias de la crisis sociopolítica que vivió Nicaragua a partir de abril de 2018, fue la práctica división de Centroamérica en dos mitades cuando la ciudadanía decidió cerrar las carreteras, dejando a centenares de camiones portacontenedores varados en el país. Una situación similar se repitió cuando Daniel Ortega cerró las fronteras en mayo de 2020, como respuesta a la decisión costarricense de impedir que transportistas extranjeros entraran a su territorio para tratar de frenar el aumento del contagio de la covid-19.
Si hubiera sido más barato…
Sosa considera que el factor que más influyó para que la empresa cesara operaciones “probablemente fue que el costo del servicio no favoreció su competitividad en el mercado".
"Desde la Cámara de Comercio de Costa Rica manifestamos nuestra preocupación que se fundamenta en que, en caso de surgir alguna situación futura de cierre de fronteras, esto impedirá el libre transporte de nuestros productos hacia o desde la región, ocasionando un impacto de desabastecimiento en productos de primera necesidad”, lamentó.
Por su parte, el salvadoreño Alfaro dijo que respecto a la situación del ferry "fue un proyecto mal concebido, no sé por quién impulsado o con qué intereses ocultos. Ese proyecto no iba a funcionar”, alegando además detalló que "no fue consultado con el sector de transporte terrestre como para haber hecho una alianza que creara un sistema de transporte bimodal, sumando la parte terrestre con la marítima".
El transportista sostiene la tesis de que la falla del proyecto se explica por “los precios altos que impusieron”. Como conocedor del tema, opina que si hubieran cobrado unos 500 dólares por tramo del viaje “tal vez hubiera podido funcionar de manera que no afectara el precio final que el exportador cobra al cliente dueño de la mercadería".
"Tal vez hubiera dado algún resultado positivo, pero el niño nació muerto", insistió.
Si bien no está necesariamente contento por lo sucedido, expresa que tampoco siente pesar por los que invirtieron y perdieron su dinero. Alega que “los proyectos que tocan teclas en el Gobierno (salvadoreño) para darle vida al puerto (La Unión), deberían consultarse con quienes conocemos del tema”, como él, que tiene casi 40 años de experiencia en materia de transporte terrestre.
No es primera vez que un ferry conecta por vía marítima los puertos del Pacífico de Centroamérica. El economista Enrique Sáenz mencionó que ya hubo un ferry en los tiempos de apogeo del Mercado Común Centroamericano (MCC) para dinamizar el comercio regional, iniciativa que fracasó cuando el MCC comenzó a declinar y también, cuando la baja en el precio del petróleo hizo que el transporte terrestre fuera muy barato. Y aunque esta no es época de petróleo barato, ni hay un declive del comercio intracentroamericano, lo cierto es que el Blue Wave Harmony cruzó el Canal de Panamá y desde hace varios días navega por el Atlántico.