21 de abril 2016
El Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos (DR-Cafta, por sus siglas en inglés), incrementó las exportaciones nicaragüenses hacia Estados Unidos, sentó las bases para atraer más inversión extranjera, y ayudó a crear miles de empleos en el sector de manufactura… pero podría haberse aprovechado mejor.
“El TLC (su nombre corto en español) ha cumplido nuestras expectativas, pero estamos en una etapa incipiente de desarrollo”, aseguró Roberto Sansón, presidente de la Cámara Americana de Comercio de Nicaragua (AmCham), al ser entrevistado en el segmento ‘Cuentas Claras’, del programa de televisión ‘Esta Noche’, que se transmite por canal 12.
Junto a él, Mario Arana, que fue el negociador principal por parte de Nicaragua, repitió un dato que se menciona siempre que se quiere evaluar el impacto del Cafta en nuestra economía: “Nicaragua es el país que más aprovechó ese acuerdo comercial, logrando crecimientos promedio del 11% anual en sus exportaciones, y logrando que la inversión extranjera directa pasara de US$250 a más de US$1,000 millones”.
“Sin acuerdo, el país igual hubiera crecido, pero no tanto”, en especial el sector textil y confección, que se benefició de ventajas arancelarias que no se otorgó a nadie más en Centroamérica (con una pequeña excepción para Costa Rica). Las exportaciones a Estados Unidos, y la atracción de inversiones también hubieran crecido “pero no tanto. Sin TLC, no hubiéramos podido establecernos como una plataforma exportadora”, añadió Arana.
Sansón y Arana coinciden en aseverar que las empresas más grandes ganaron más, pero eso también significa que hay espacio para crecer, porque “estamos exportando los mismos productos, talvez en mayores cantidades, pero los mismos”, detalló el presidente Sansón.
El hecho mismo que el grueso de las exportaciones esté concentrado en una veintena de empresas, vendiendo las mismas cosas a unos cuantos estados de la costa este de Estados Unidos, muestra que hay un gran espacio para crecer.
Por su tamaño, “cada estado de Estados Unidos es como un país distinto para nosotros. Cada uno de ellos tiene capacidad para mantener funcionando una industria distinta en Nicaragua”, añadió.
Tareas y riesgos
Pero pasar a los hechos no es tarea fácil. El sector público y los empresarios deben efectuar una serie de cambios y mejoras que les permita disminuir costos de producción, aprovechando el ahorro logrado gracias a los bajos precios de los combustibles, para invertir en busca de aumentar su competitividad.
El país (y la región) por su parte, requiere agilizar los pasos fronterizos, de modo que desaparezca la paradoja de que a veces, es más rápido transportar un producto desde Asia a Estados Unidos, que hacerlo atravesar Centroamérica. También hay que saber aprovechar al TLC como una herramienta para lograr que mejore nuestro sistema judicial, y que se respeten los derechos de autor en el país.
Sansón dijo estar seguro que la administración Ortega tiene interés en resolver el problema de las aduanas, siempre y cuando se pueda garantizar la seguridad: que no habrá tráfico de migrantes; que se podrá elevar la eficiencia en las operaciones de los puestos fronterizos, y que se podrán modernizar los métodos, sistemas y equipos.
Arana dijo que, a diez años de haber entrado en vigor, la protección arancelaria negociada en el marco del Cafta ha desaparecido para la mayor parte de productos, aunque en muchos casos eso no nos afecta porque no son de consumo masivo, sea por razones culturales o de precios.
Pero los productores de arroz, sorgo, lácteos, así como los de muslos y piernas de pollo siguen estando sentados debajo de la espada de Damocles, pues, si bien tienen periodos de desgravación más largos, se les está acabando esa ‘protección’, sin olvidar que les corresponde competir contra rubros que son subsidiados en Estados Unidos.
Arana cree que la alternativa es mejorar los procesos productivos, para que la desgravación total no traiga crisis a esos sectores, pero además, aprovechar que dentro de cuatro años habrá que sentarse con el socio norteamericano a evaluar el desempeño del sector agropecuario, para decidir las medidas a tomar.