3 de abril 2016
El Fondo Monetario Internacional (FMI) cerrará su oficina en Managua en agosto, argumentando que el país ha tenido éxito “en mantener la estabilidad macroeconómica y el crecimiento, desde la conclusión del programa de Servicio de Crédito Ampliado en 2011”.
La noticia era conocida en las altas esferas del gobierno, desde la semana previa a la Semana Santa, cuando el representante del Fondo en Nicaragua, Juan Zalduendo, se lo comunicó al gobernador por Nicaragua ante ese organismo multilateral, Ovidio Reyes, presidente del Consejo Directivo del Banco Central de Nicaragua.
“Esta es una decisión nuestra, del Fondo Monetario como institución, que nosotros le comunicamos a las autoridades, y que incluso fue recibida con un poco de sorpresa. Se lo informamos a Nicaragua hace un par de semanas, como una decisión que ya estaba tomada”, reiteró Zalduendo.
El anuncio fue recibido con suspicacia por diversos sectores que dudan del alegato oficial de que el FMI se va porque el país está muy bien, y advierten que la administración Ortega estaría interesada en alejar a un fiscal que puede llegar a resultar incómodo.
Uno de ellos es el economista Adolfo Acevedo, quien recordó que el FMI comenzó a expresar de forma diplomática, su preocupación por el estado de las finanzas del INSS, o la calidad de las estadísticas del BCN.
El también economista Edmundo Jarquín duda si la oficina “se cierra por decisión unilateral del FMI, (porque no se le ha hecho caso cuando alerta sobre la situación financiera del INSS, o la necesidad de una reforma tributaria integral que haga más equitativo tanto el ingreso como el gasto público), o si es de mutuo acuerdo.
En contraste, Juan Sebastián Chamorro, Director Ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), considera que la noticia se dimensione como lo que es: el cierre de una oficina. “Se mantiene el Artículo IV. Al no haber crisis, ni desbalance inminente, resulta lógico que el Fondo se retire. Esto es un tema de orden administrativo, y no debería alarmarnos: el Fondo no tiene sedes en países pequeños donde no hay programas, sino en los países grandes”, cuyas economías ‘pesan’ más.
Chamorro no cree que la decisión implique algún tipo de riesgo para Nicaragua porque “ya vimos que el país camina solo, aunque no tenga un programa vigente. El Fondo cierra su oficina, pero no operaciones. Quedará un vacío –admitió- pues los economistas ya nos habíamos acostumbrado a que hubiera presencia del Fondo, porque nos permitía ver su perspectiva sobre la economía mundial”.
¿En verdad estamos tan bien?
Además de reiterar el criterio de que Nicaragua ha tenido ¨éxito en mantener la estabilidad macroeconómica¨, el representante del FMI agrega un criterio administrativo y financiero de su institución. ¨Hay que recordar es que no tenemos muchas oficinas”, y menos en una situación en que “no hay un programa financiero, ni se vislumbra una necesidad, y tampoco hay una justificación por la importancia regional del país. Estamos en Brasil, porque cuando ese país estornuda, todos nos resfriamos”, ejemplificó recordando que en América, solo tienen sedes en Guatemala, Honduras, Haití, Jamaica y Perú.
Pero ¿de verdad estamos tan bien?
“Depende de cómo quieras evaluar la situación del país, pero esto está ocurriendo en los últimos cinco años: una tasa de crecimiento que es la más alta de la región, con la excepción de Panamá. Inflación contenida. Déficits fiscales que son muy conservadores, para estar seguros que se mantiene la estabilidad macroeconómica; reducción gradual de la deuda pública, etc.”, enumeró.
Zalduendo también reconoce que el nuestro “es un país con alta vulnerabilidad, con muchísimos desafíos de infraestructura, educacional, etc., pero también es cierto que sigue teniendo un crecimiento atractivo, y que los indicadores de pobreza muestran una tendencia hacia la baja, así que sí, creemos que las cosas están bien, lo cual no quita que haya desafíos que enfrentar, y tenemos confianza que de a poco, se van a enfrentar”.
El economista y diputado por el MRS, Enrique Sáenz, señala que lo relevante no es el hecho que el funcionario del Fondo deje su oficina en Managua, porque gracias a las tecnologías de la información y la comunicación, da igual dónde esté físicamente la persona.
“Lo irresponsable es decir que se van porque Nicaragua tuvo éxito, cuando en su último reporte de la visita del Artículo IV, mostraron su preocupación por la situación de las finanzas del INSS, por el desempeño de la balanza comercial, al ver que las exportaciones caen mientras las importaciones crecen más”, dijo Sáenz, en entrevista para el segmento ‘Cuentas Claras’ del programa de TV ‘Esta Noche’, que transmite Canal 12.
El diputado opositor recordó que en ese reporte también se reflejaba la inquietud de los economistas del Fondo, al ver que la cartera de crédito de los bancos crecía a tasas más altas que la de captación de depósitos, además del deterioro de la deuda externa privada, los estados de cuenta de las empresas públicas, el impacto del vaivén de los precios del petróleo, el frenazo de la cooperación venezolana, etc.
Todo ello, aderezado por estadísticas que muestran que en el 2007, el 65% de la mano de obra empleada tenía un trabajo informal, porcentaje que subió hasta abarcar al 80% de quienes tienen un trabajo en el país, o aquella otra que muestra que el sub empleo subió del 33% al 50% durante la administración Ortega.
Equidad y sostenibilidad
Al conocer las razones del FMI para cerrar su oficina en Managua, el economista Jarquín admite que hay un buen desempeño “en términos de estabilidad macroeconómica y crecimiento de la economía… pero no en términos de equidad en los beneficios del crecimiento y sostenibilidad del mismo”.
En términos de estabilidad y crecimiento es bueno recordar que ambos elementos se iniciaron -como la misma nota del BCN lo recuerda- en 1994, en el gobierno de Violeta Chamorro.
Ambos elementos se consolidaron en el gobierno de Bolaños, del cual el gobierno de Ortega ha sido una continuidad en términos de políticas, nivel de crecimiento económico y estabilidad. Y no lo digo en desmérito del gobierno de Ortega pues hubiese sido un desastre que actuara de otra forma.
Pero en cuanto a la mejor distribución de los beneficios de ese crecimiento, y su sostenibilidad, (lo cual no es tarea del FMI monitorear ya que se ocupa fundamentalmente de la estabilidad macroeconómica), el gobierno de Ortega ha sido un desastre.
Su colega, el también economista Adolfo Acevedo, señala que “la importancia de la presencia del FMI, era que representaba una especie de garantía a los inversionistas”, tal como lo dijo el mismo gobierno, por lo que ahora le resulta raro que se ‘pierda’ esa garantía.
A favor de su teoría, recordó que “el Fondo nunca dejó de tener presencia en Nicaragua. Ni siquiera en los años 80, cuando el país no tenía ninguna relación con ellos, pero la cortan ahora, cuando se trata de una relación normal”.
“Yo veo que lo que el gobierno quiere es presentar una imagen maravillosa, cuando en realidad hay muchos problemas muy serios, por ejemplo, que las exportaciones están cayendo en 16%, y una de las funciones del Fondo en Nicaragua es estar informando sobre el estado (y los riesgos) de la economía nacional e internacional”, señaló.
Un sueño cumplido para el FSLN
En febrero del 2007, el recién estrenado nuevo presidente del Consejo Directivo del BCN, Antenor Rosales, admitió a Confidencial que el FSLN tenía un sueño: poder renunciar al FMI.
“Debemos alegrarnos que el sandinismo plantee que podamos liberarnos de ese programa…. Veremos cómo es que llegamos a una situación en la que nosotros podamos decir: bueno, no requerimos el Programa”, avizoró Rosales, añadiendo que como persona “me sentiría muy feliz y como funcionario capaz de cumplir las obligaciones para las que fui nombrado aquí, cuando seamos un país que esté fuera del programa”.
El problema para Rosales, era el tiempo. “Cualquiera que sea el plazo, no es satisfactorio para los nicaragüenses que tengamos ese horizonte, pero no quiero ponerle un plazo de dos años, tres años. En todo caso, entre menos sea el tiempo, mejor”, sentenció.
Lo paradójico fue que, cuando el país estuvo listo para renunciar a la tutela del Fondo, la administración Ortega le pidió que siguiera en el país, como una forma de calmar a los donantes, y asegurarles que el país se mantendría en la senda fondomonetarista de la disciplina fiscal y la estabilidad macroeconómica.
Todo ello ocurría en un contexto en el que “no necesitamos un nuevo programa, después de dos años de haber concluido el último. Si eso sucede, implicará que nos hemos graduado”, y en ese caso, el país se abstendría de pedir un nuevo acuerdo, como lo explicaba el asesor presidencial para temas económicos, Bayardo Arce