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Enfermos, con restricción migratoria y llenos de angustia; son algunas de las realidades que enfrentan en silencio quienes tienen a parientes presos.
El día que la presa política Ana Margarita Vijil vio a su madre María Josefina Gurdián, después de 80 días encarcelada en el complejo policial Evaristo Vásquez, conocido como “nuevo Chipote”, quiso demostrarle fortaleza. Ana Margarita estaba pálida, muy delgada y sufría una infección estomacal, pero su mayor preocupación era la salud de su madre, quien padece cáncer desde 2019.
A pesar de todas las dificultades que vive en la cárcel, Ana Margarita no quiso inquietar a su madre y “más que contarme cosas de ella me preguntó sobre mí”, relata María Josefina, conocida cariñosamente como Pinita. “Yo he pasado dos quimioterapias, perdí el pelo y ya lo recuperé, estoy en el proceso de curarme, pero el cáncer es difícil, uno nunca sabe, es traicionero y además se aprovecha de estos momentos de tensión, de dolor, que vivimos los familiares por la injusta detención de Ana Margarita y Tamara (Dávila, su nieta)”, explica.
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