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Costa Rica realizará sus elecciones este domingo 6 de febrero, con votantes indecisos y un segunda ronda a la vista
Costa Rica realizará sus elecciones este domingo 6 de febrero, para elegir a los dos aspirantes presidenciales que irían a una inminente segunda ronda el 3 de abril próximo.
Alberto Cortés Ramos, director de la Cátedra Centroamérica de la Universidad de Costa Rica, y Jaime Ordóñez, director del Instituto Centroamericano para la Gobernabilidad (ICG), ofrecieron sus análisis sobre la realidad política costarricense, sobre el voto de la población nicaragüense con nacionalidad costarricense, y sobre la ausencia en la palestra electoral del tema migratorio y de política exterior.
Ambos comentaron, además, por qué consideran positivo que la migración quedase fuera de foco en la campaña y proyectaron que, independientemente del resultado, la ciudadanía nicaragüense seguirá contando con Costa Rica como aliado en los entes multilaterales para denunciar al régimen Ortega Murillo por la falta de democracia y las violaciones a los derechos humanos.
¿Cómo describirían el escenario electoral costarricense? ¿Por qué a pocos días de la elección todavía un 31% del electorado se encontraba indeciso?
Jaime Ordóñez: Las últimas elecciones de Costa Rica son así, con altos niveles de incertidumbre. Creo que es una Costa Rica política distinta a la de hace veinte, treinta, cuarenta años, y el sistema electoral permite la existencia de una enorme cantidad de partidos, creo que es un sistema electoral muy laxo en el cual es muy fácil inscribir partidos, y ante esa enorme oferta electoral y un sistema político muy desideologizado, la gente tiene un enorme incertidumbre, no está clara qué significa qué, quién significa qué, desde el punto de vista político.
Alberto Cortés Ramos: El debilitamiento de la base partidaria, de la ciudadanía que se adhiere a partidos, genera dos tendencias: una, es que ningún partido logra tener una mayoría suficiente como para ganar en la primera ronda, que sabemos que en el país el mínimo es un 40%; y segundo, de manera consistente, en prácticamente tres o cuatro elecciones anteriores, se potencia una alta fragmentación en la representación parlamentaria, generando una dinámica que es, básicamente, multipartidista desde la ciudadanía. El sistema sigue siendo presidencialista y ahí tenemos un desajuste muy complicado, porque eso significa que quien gana el Gobierno en segunda ronda termina siendo minoría en la Asamblea Legislativa, y eso dificulta muchísimo la posibilidad de la gestión pública.
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