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Las políticas migratorias les impiden entrar a EE. UU., el peligro les ronda en México, regresar a Nicaragua es volver al hambre y a la persecución.
“¿Por qué a mí?”, exclama “Josué”, con la frustración atravesada en la garganta. “¿Por qué nosotras no pasamos?”, se pregunta “Liseth” mientras estruja una carpeta rosada cargada de documentos. “Joaquín” también está lleno de preguntas, de ‘por qués’.
Los tres empezaron sus viajes en Nicaragua, por separado, hace varios meses, en busca de un sueño: llegar a un lugar seguro. Todos partieron un día 25 y todos se encuentran a más de 4000 kilómetros de distancia de las vidas que dejaron, en medio de lo que parece más bien una pesadilla que no termina.
Su destino final era Estados Unidos, pero están en Ciudad Juárez, en Chihuahua, la ciudad mexicana que colinda con El Paso, Texas, a solo una parada de su destino, pero sin poder pasar, varados a causa del MPP, una política migratoria estadounidense que obliga a los migrantes que solicitan asilo en Estados Unidos a permanecer en México mientras responden su petición.
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