11 de mayo 2024
Siete exembajadores del Reino de Suecia en Nicaragua, firmaron una carta publicada en el matutino Svenska Dagbladet, en la que piden a las autoridades de su país involucrarse de manera más activa en contra de la dictadura de Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, cortándoles el financiamiento del Banco Mundial, o asegurándose de que se les condene internacionalmente por incumplir el Convenio contra la Apatridia, por ejemplo.
El documento, firmado por Eivor Halkjaer, embajadora en Nicaragua entre 1994 - 1997; Jan Bjerninger (1997 - 2000); Klas Markensten (2000 - 2003); Eva Zetterberg (2003 - 2008); Ewa Werner (2008 - 2010); Michael Frühling (2010 - 2014), y Anders Kompass (2017 - 2020), sigue en la tradición de la diplomacia de ese país europeo, que ya en julio de 2018 hacía una petición similar para ayudar a encontrar una solución a la crisis nicaragüense que estalló en abril de 2018.
Los firmantes señalan cómo durante muchos años, ese país estuvo muy implicado en ayudar a Nicaragua a “recuperarse tras décadas de desgobierno y opresión bajo la brutal dictadura de la familia Somoza. Miles de suecos, conocidos y desconocidos, viajaron allí para contribuir al desarrollo económico y social y a una sociedad democrática. Construyeron escuelas y centros de salud, contribuyeron al premiado programa de alfabetización para trabajadores agrícolas pobres y familias de los barrios marginales, desarrollaron conocimientos y capacidad técnica para la industria, reforzaron la agricultura y ayudaron a crear un cuerpo de policía que se hizo famoso por su labor contra la violencia de género”.
Añaden que “la nueva Nicaragua que empezó de forma tan prometedora se ha convertido hoy en una dictadura brutal bajo el mando de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, autoproclamada vicepresidenta. El régimen no sólo ha encarcelado y exiliado a los principales políticos, periodistas, defensores de derechos humanos y sacerdotes del país, sino que también les ha despojado de su ciudadanía nicaragüense robando sus casas, tierras, cuentas bancarias y pensiones”.
El texto recuerda que “cerca de 4000 organizaciones privadas han sido declaradas ilegales. A los estudiantes de las decenas de universidades cerradas y confiscadas, ni siquiera se les permite acceder a sus cursos y diplomas. Se han prohibido las procesiones tradicionales de la Iglesia católica, y todos los actos públicos (música, proyecciones de películas, exposiciones) deben solicitar autorización previa a una autoridad especial. El régimen ha roto relaciones con el Vaticano (¡el único país de América Latina que lo ha hecho!) y también ha expulsado al representante de la Cruz Roja Internacional.
Ortega, Murillo… y Pinochet
Según los siete diplomáticos, Ortega y Murillo “parecen cada vez más desesperados. El último ejemplo es lo que fue una práctica habitual en el Chile de Pinochet y las demás dictaduras militares de la época en América Latina: hacer desaparecer a las figuras de la oposición. Desde septiembre de 2023, el líder indígena Brooklyn Rivera, se encuentra en paradero desconocido tras ser detenido y trasladado en una ambulancia para despistar a sus seguidores. Hasta ahora se han ignorado todas las demandas para que aparezca vivo o muerto, incluidas las realizadas a escala internacional”.
Suecia ha apoyado dos iniciativas para contrarrestar a la dictadura. En 2022, ese país promovió activamente la propuesta de que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra estableciera un grupo especial de expertos para examinar las violaciones de derechos humanos en Nicaragua. El grupo presentó hace poco su segundo informe, declarando al régimen culpable de crímenes contra la humanidad.
La nación nórdica también se opuso a permitir que el Fondo Verde para el Clima (GCF) de la ONU, del que Suecia es uno de los principales donantes, concediera más de mil millones de coronas al proyecto Bio-Clima en Nicaragua. El proyecto se presentó como una propuesta medioambiental y climática, “pero en lugar de ello corría el riesgo de conducir a un aumento de la violencia contra los pueblos indígenas del país y a la explotación a gran escala de zonas protegidas de selva tropical”, señalaron.
“Ahora Suecia debería poder tomar más iniciativas para aumentar la presión sobre la dictadura de Ortega-Murillo. Es en nuestro propio interés debilitar la cabeza de puente para los intereses rusos, chinos, iraníes y otros poderes autoritarios que Nicaragua representa actualmente. Oponerse a la dictadura también significa defender activamente la posición de la democracia y los derechos humanos en el mundo, que siempre ha sido una piedra angular de la política exterior sueca para promover el desarrollo pacífico”, se lee en el texto.
Tres propuestas de Suecia para Nicaragua
Por ello, proponen que su Gobierno se centre en contribuir a que Nicaragua deje de ser receptor de créditos favorables dentro del sistema del Banco Mundial y otras instituciones multilaterales de crédito, sin olvidar el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), considerando que “una reducción del flujo de dinero golpearía la capacidad de la dictadura para seguir comprando la lealtad de la policía y los militares”.
Del mismo modo, recomiendan “ayudar a garantizar que las agencias de la UE aplican las cláusulas sobre respeto y protección de los derechos humanos incluidas en el acuerdo comercial de con Centroamérica. El acuerdo entró en vigor recientemente tras un proceso de ratificaciones que ha durado varios años. Los efectos sobre el comercio con Nicaragua podrían llevar a algunos empresarios del país a emprender acciones contra el régimen”.
Otra tarea urgente es “promover la aplicación de la Convención Internacional para Reducir los Casos de Apatridia, que Nicaragua ha ratificado. El régimen de Ortega viola flagrantemente la Convención, que prohíbe a los Estados privar a los residentes de la ciudadanía por motivos políticos. El efecto sería la protección de figuras de la oposición en el país y el aumento de la presión internacional contra la dictadura”.
Finalmente, recuerdan que el multilaureado escritor Sergio Ramírez, que fue vicepresidente de Nicaragua durante parte de la década de 1980, visitará Suecia y que el novelista “como tantos otros intelectuales nicaragüenses, hace tiempo que rompió con el régimen actual; sus libros están prohibidos y ahora vive exiliado en España”.
“Los que firmamos este artículo esperamos que Sergio Ramírez se encuentre con una Suecia en la que no sólo los representantes oficiales, sino también todas las organizaciones y todos los suecos interesados internacionalmente que alguna vez trabajaron en Nicaragua, demuestren con hechos que la solidaridad democrática con el pueblo nicaragüense sigue vigente”, concluyen.