19 de abril 2024
Yo dejé de participar en actos partidarios desde 2015, porque me di cuenta que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) era un partido en el que no cabía nadie más que Daniel Ortega, Rosario Murillo y su familia. Aunque siempre me buscaban, opté por alejarme de toda actividad partidaria, aunque algunos de mis hermanos siguieron involucrados con el partido.
En 2018, dos de mis hijos se unieron a las protestas. Uno de ellos estuvo en los tranques de Jinotepe, porque era estudiante universitario en ese momento, y el otro, como era estudiante de secundaria y menor de edad, solo iba a asomarse a las protestas y participaba en algunas marchas.
Desde 2018 nuestra vida cambió. Mi hijo mayor se fue al exilio a Costa Rica y ahora trabaja en un call center. El menor estudia en Nicaragua en una universidad privada, pero trata de no meterse en nada político.
Mis hermanos siguen siendo partidarios del régimen, aunque también están decepcionados del partido. Una de mis sobrinas se fue a Estados Unidos con el parole humanitario, aunque su mamá sigue trabajando para el Estado.
En mi barrio me han excluido de avisarme de obras municipales como incluirme en el proyecto de aguas negras que se desarrolla en Jinotepe. Supongo que de alguna forma estoy considerada una traidora o una golpista.