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Multipartidismo-Bipartidismo-Partido Único

El bipartidismo en EE. UU y España. Los partidos comunistas en China y Cuba. Partidos oficialistas que funcionan como partido único en dictadura

Jóvenes levantan pañoletas rojinegras en un acto del oficialista Frente Sandinista. Foto: Presidencia

Onofre Guevara López

19 de marzo 2024

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El sistema de partido único es ampliamente rechazado, y son muchos los que critican a los países en donde existe. Pero esos mismos críticos viven en donde existen dos partidos dominantes, los cuales imponen sus políticas a la sociedad con efectos autoritarios como si fueran un partido único, pese a la existencia de múltiples partidos menores. Su conformidad con este hecho, entra en contradicción con sus palabras.

En donde hay multiplicidad de partidos políticos, y sobresalen solo dos con mayor número de militantes e influencia social, es porque los dos partidos representan a la misma clase social, económica y políticamente dominante, no tienen diferencias de fondo, y solo la divide la lucha electoral por el gobierno nacional.

La mayoría de los ciudadanos duermen y amanecen bajo el poder bipartidista sin que les preocupe esa situación antidemocrática de dos partidos funcionando como partido único de una dictadura bicéfala de la misma clase social. Sistema que impide los cambios estructurales en la sociedad, mientras sus partidos combaten —en todos los ámbitos— a partidarios de los cambios sociales y luchan por ellos.

Los partidos menores hacen coro con el club bipartidista, cantan a la estabilidad del sistema, o reclaman mínimas reformas que no tengan intenciones de alterarlo. En otros países, los partidos pequeños luchan por cambios estructurales y —a diferencia de los reformistas— no coinciden política ni ideológicamente con los magnates de los partidos del bipartidismo, ideológicamente conservadores, reaccionarios.


El bipartidismo es diferente en cada país, además de que no en los países hay la misma cantidad de partidos pequeños coexistiendo con los partidos grandes. De este modelo de bipartidismo y multipartidismo existen dos ejemplos en el mundo: el estadounidense y el español. Existen variedades de estos modelos en otros países, pero son menos representativos.

II

En el modelo estadounidense, los partidos Demócrata y Republicano ejercen funciones de partido único. Sus dirigentes están ligados a las grandes empresas industriales y financieras, les sirven de portavoces y escogen a sus candidatos entre políticos mejor identificados con el sistema y son afines con los criterios políticos de esas empresas que, con su financiamiento electoral, disputan la presidencia. Cuando termina la función electoral —ganen o pierdan— los pasan a directivos de sus empresas patrocinadoras, sino lo son desde antes, los hacen importantes socios después.

El Partido Republicano representa a la extrema derecha del gran capital a lo interno, y en política exterior. El Partido Demócrata es visto —según los cánones estadounidenses– como “la izquierda”; en realidad, su cúpula ni siquiera es socialdemócrata, aunque el partido tiene corrientes progresistas en la que destacan Bernie Sanders y Elizabeth Warren, apoyados por trabajadores y profesionales. Ambos critican la geopolítica de republicanos y demócratas.

Sus precandidaturas son ahogadas en el mar de millones de dólares donde solo nadan con éxito los candidatos del bipartidismo. En los Estados Unidos, coexisten el bipartidismo y el multipartidismo, pues hay no menos de siete partidos y movimientos que se pierden en el océano encrespado del gran capital. Entre estos partidos está el Partido Comunista, que desde 1919 ha sufrido persecuciones. En 1949, en la época macartista, procesaron a once de sus dirigentes acusados de “conspiración”.

A la vista del resto del mundo —y de buena cantidad de estadounidenses— en EE. UU. solo existen los partidos Republicano y Demócrata, porque las grandes empresas mediáticas solo a ellos dedican sus espacios, porque coinciden en todo con el gran capital; de hecho, funcionan como el tercer gran partido político.

III

El bipartidismo español no tiene mucha semejanza con el de los Estados Unidos, y su multipartidismo funciona dentro de un ámbito más democrático, aunque están ligados al gran capital. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP) representan el bipartidismo, pero ninguno es tan hegemónico. El PSOE ha tenido que gobernar en coalición con varias partidos y movimientos de izquierdas, nacionales y regionales; el PP, de derechas, se coaliga con el partido de ultraderechas VOX en determinadas situaciones políticas nacionales y con frecuencia en los Gobiernos regionales. Los tres partidos apoyan a la monarquía, porque los cuatro —con sus matices—integran las derechas.

Las izquierdas coinciden con el PSOE —en primer lugar—, en la defensa del sistema democrático, pero le critican su tendencia derechista en la Unión Europea, su apoyo a la geopolítica estadounidense y su membresía en la OTAN.

Los partidos minoritarios cuestionan el sistema monárquico y no ocultan su objetivo de eliminarlo; son representativos de los sectores sociales progresistas de los trabajadores, campesinos, clase media, estudiantil e intelectual, nacionales y de las regiones autónomas.

El Partido Podemos, el más nuevo de las izquierdas, fue la segunda fuerza política en el primer Gobierno de coalición del PSOE; en muchos casos actúa unido al Partido Comunista (en la alianza Unidas Podemos) de heroica actuación en la lucha contra la dictadura franquista. Los partidos de izquierdas son los mayores impulsores de las leyes sociales españolas.

IV

Los partidos únicos tienen orígenes diferentes en los países donde existieron y existen. En la Unión Soviética, el Partido Comunista fue partido único, pues los partidos liberales y de otras tendencias de derechas y zaristas, desaparecieron un poco después de fundada la URSS. En los países del este europeo, los partidos comunistas —después de 1945— no fueron únicos, pero sí dominantes respecto a otros partidos.

El Partido Comunista de la República Popular China se convirtió en partido único tras derrotar en la guerra civil al partido Koumintang de Chang Kai-Shek (1949), quien huyó a la isla Taiwán (antes Formosa) y con la colaboración estadounidense fundó la República de China. En Corea del Norte, el Partido del Trabajo es partido único. Su condición de Estado comunista es más un apodo que legítimo nombre. Más que todo, es un régimen dinástico.

En Cuba, el Partido Comunista es partido único y se organizó en condiciones históricas especiales, al triunfo de la revolución (1959), cuando ya habían desaparecido los partidos tradicionales de derechas y los que apoyaban a la dictadura de Batista. Eran partidos elitistas con poca base social, y sus dirigentes se trasladaron “en cuerpo y alma” a Miami, porque siempre estuvieron bajo influencia política del capital ligado al estadounidense. Lo poco que quedó de su clientela política estuvo haciendo acciones de sabotaje, estimuladas desde el exterior. Ya envejeció generacionalmente, y la mayoría está en el exterior.

En 1960 comenzó un proceso unitario de las tres de fuerzas de izquierdas principales: el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular y el Directorio Estudiantil Revolucionario. Primero crearon Organizaciones Revolucionarias Integradas, luego el Partido Unido de la Revolución, y en 1965, el Partido Comunista.

En política no hubo término medio, porque casi no hubo término medio en lo social. El fenómeno de masas, que fue y aún es la revolución, absorbió a la mayoría de la población, con su crecimiento generacional. En las condiciones iniciales, y durante más 60 años enfrentando la agresión estadounidense, es infantil —por no decir otra cosa— esperar que florezca el multipartidismo al gusto de quienes en el exterior conspiran contra la revolución.

No obstante, aun con el bloqueo, más toda clase de agresiones, son inevitables las modificaciones en el sistema económico y el surgimiento de nuevos actores sociales (pequeños empresarios) con intereses económicos y culturales particulares. Eso les exige nuevos medios de expresión y organización, aunque no necesariamente para enfrentarse a la contrarrevolución, sino para vivirla de acuerdo a sus propias condiciones sociales.

Este asunto es más complejo de lo que sus enemigos y adversarios han querido ver en Cuba, porque sus dictámenes políticos son sectarios, esquemáticos e históricamente desfazados. Sobre todo, no se desligan de los intereses geopolíticos estadounidenses, siempre presentes, estimulando sus actividades.

Desde el exterior pretenden crear una base social interna con fines contrarrevolucionarios, con todos los recursos de que son capaces de obtener de los Gobiernos estadounidenses, incluso de su maquinaria mediática. Solo los cubanos dentro de Cuba, tienen derecho de actuar sin el padrinaje estadounidense en la solución de sus conflictos. Responsabilidad que tampoco la dirigencia no puede evadir.

Habrá reacios al cambio, a la apertura y a la tolerancia. Pero puede ser la mayoría la capaz de reconocer que, en Cuba —en sus específicas condiciones históricas—, hay una sociedad multiclasista que, en consecuencia, cada sector, requiere de su propia forma de expresión política.

Hay países con partidos oficialistas que funcionan como partido único de manera autoritaria o en franca dictadura. En Nicaragua, el partido oficialista ha hecho desaparecer a los partidos políticos, movimientos sociales, organismos sin fines de lucro y a sus respectivos dirigentes les ha aplicado persecución, cárcel, exilio y confiscación, sin mediar justificación, sino pretextos inventados. Sus medidas dictatoriales, inhumanas e inconstitucionales, les denuncian —y les anuncian— que no pueden hacer desaparecer a las clases y los estratos sociales, ni el pensamiento crítico.

Al margen de estas cuartillas

*Para remate de sus absurdas ilegalidades, los dictadores han pretendido desnacionalizar a centenares de ciudadanos nicaragüenses…

*Aunque algunos no hubiesen nacido aquí, es su derecho humano vivir en donde quieran, máxime si estuviesen nacionalizados…

*Esos derechos, no hay fuerza política —por mucha brutalidad de que sea capaz— que pueda borrarlos como nicaragüenses…

*Incluso pretendiendo tener autorización divina… ¡porque esa autoridad tampoco existe!

*Moriremos los seis millones de nicaragüenses actuales, sin excusa posible también los dictadores… ¡y nunca se podrá imponer una única forma de pensar!

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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