12 de marzo 2024
"Los alimentos ecológicos tienen que dar respuesta a grandes expectativas: deben estar libres de pesticidas, ser sabrosos y saludables, y además haber sido elaborados de manera socialmente responsable y respetando el medioambiente. En este sentido los valores intrínsecos de los alimentos ecológicos - el bienestar animal y los sistemas de producción adaptados al entorno y especie, y también el hecho de que la agricultura ecológica renuncia al uso de plaguicidas sintéticos, fertilizantes minerales e ingeniería genética, así como a los ingredientes de síntesis - tienen que reflejarse en la calidad de estos alimentos". (2016, Instituto de investigación en agricultura ecológica, FIBL, Suiza; www.fibl.org)
La calidad de los alimentos ecológicos es mucho más que los componentes físicos de ellos. Y eso no es todo: también incluye el comercio justo, el consumo de energía y las tecnologías utilizadas en la producción y el procesamiento, así como el transporte de los productos y las condiciones de trabajo en las granjas ecológicas y en toda la cadena de suministro.
La calidad y la sostenibilidad están, por tanto, estrechamente relacionadas. La Federación Mundial de Agricultura Ecológica, IFOAM, también afirma que la agricultura ecológica debe mantener y promover la salud del suelo, de las plantas, de los animales, de las personas y del planeta, todos ellos inseparables.
La familia campesina ecológica produce alimentos de una forma que protege y mejora la fertilidad natural del suelo. El agricultor y la agricultora nutren y cuidan el suelo en lugar de alimentar artificialmente las plantas con nutrientes hidrosolubles. Utilizan abonos naturales -compost, bokashi (un compost fermentado), abono verde, lombrihumus - y, por ejemplo, el nitrógeno almacenado en el suelo por las leguminosas.
En lugar de pesticidas, hay diversos controles biológicos por si aparecen enfermedades y plagas. Se fomenta la biodiversidad y los insectos beneficiosos. Sin herbicidas, las malas hierbas (mejor: las hierbas acompañantes) se controlan mecánicamente, los animales se crían según sus necesidades naturales, normalmente al aire libre, no se permite el uso profiláctico de antibióticos y mucho menos de hormonas de crecimiento. El riesgo de contaminación del agua se ha reducido casi a cero. Los organismos modificados genéticamente están totalmente prohibidos en la agricultura ecológica.
Los alimentos ecológicos difieren en muchos aspectos de los convencionales y, en general, obtienen mejores resultados. Tienen un contenido mejor en antioxidantes, en fenol, en ácidos grasos saludables como omega 3, tienen menos residuos de nitratos, de plaguicidas y de metales pesados. Esos últimos hoy en día no pueden ser cero, porque estas sustancias están dentro de todo ambiente, del agua, del aire etc. Los productos ecológicos no están coloreados ni endulzados artificialmente ni conservados químicamente. No contienen potenciadores artificiales del sabor y, en la medida de lo posible, están libres de residuos químicos agrícolas. El precio, a veces más elevado, se compensa por el mayor valor nutritivo y los beneficios para la salud. "O pagas al agricultor o pagas al médico", dijo un joven en un foro TED en Estados Unidos.
Por supuesto, la crisis climática también afecta a la agricultura ecológica, y en todas partes se trabaja para mitigar sus consecuencias. Sin embargo, también cabe destacar que, por un lado, los suelos cultivados ecológicamente almacenan mucho más carbono que los suelos cultivados convencionalmente, un hecho científicamente comprobado; además, el cambio hacia la agroforestería ecológica y diversificada y la producción silvopastoril de animales entre los agricultores orgánicos de todo el mundo y especialmente en los trópicos ayuda a producir mucho más madera, que - como planta - por medio de su consumo de carbondióxido almacena enormes cantidades de carbono.
El rendimiento por superficie, a veces un bajo porcentaje inferior, se ve compensado por la sostenibilidad de la actividad. La agricultura ecológica puede continuar durante décadas y siglos, con una mejora simultánea del suelo y efectos positivos hacia la sociedad rural, la pobreza, especialmente en las zonas rurales, hacia la salud de la población y la mitigación de amenazas externas como la crisis climática. La FAO, que antes siempre criticó la agricultura ecológica, ha reconocido ahora que ésta es perfectamente capaz de alimentar al planeta, de alimentar a la humanidad.
Así que no sólo tiene mejor sabor y es más sano, sino que es una contribución importante para salvar el planeta y su naturaleza cuando alguien se inclina por los alimentos ecológicos. Ganan las y los agricultores, los y las consumidoras y la sociedad en su conjunto. Y gracias a la enorme demanda mundial, que aumenta año tras año, el éxito económico también es un beneficio para las economías nacionales de los países exportadores de productos agrícolas en particular.
Australia, Argentina, China, Francia, Uruguay e India ocupan los 6 primeros puestos en cuanto a superficie trabajada orgánicamente, mientras que Nicaragua ocupa el puesto 78 de 167 países con agricultura ecológica. Como porcentaje de la superficie agrícola total de un país, se sitúan a la cabeza Liechtenstein (40% orgánica), Samoa (30%), Austria (26%), Estonia (23%), Suecia y Uruguay (20% c/u). China, Francia, España, Brasil y Uganda han registrado el crecimiento más rápido de tierras cultivadas ecológicamente en los últimos años. Y la India, Uganda, Etiopía, Tanzania y Perú son los países con más familias de agricultores ecológicos. Suiza, Dinamarca, Luxemburgo, Austria, Suecia y Alemania lideran el consumo de alimentos ecológicos.
Fuentes que se pueden bajar de internet como archivo pdf: