Federico Finchelstein / Emmanuel Guerisoli
29 de febrero 2024
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El estilo y la retórica de Trump durante su presidencia fue imitado por Milei y Bukele, y el expresidente Bolsonaro durante sus campañas
El expresidente de los EE. UU., Donald Trump, habla tras ganar las primarias republicanas en Carolina del Sur . Foto: EFE/ Jim Lo Scalzo
Durante los primeros días de enero se publicaron una serie de encuestas de intención de voto de cara a la elección presidencial estadounidense de 2024. Los sondeos reflejan el declive de Biden entre los afroamericanos y los jóvenes menores de 35 años. Pero lo que más llama la atención es que Donald Trump supera a Joe Biden entre los votantes hispanos por más de cinco puntos. La pregunta es, ¿cómo puede aumentar la popularidad de un candidato populista que incentivó un fracasado golpe de Estado, que demoniza a los hispanos y propone medidas antiinmigrantes, xenófobas y racistas al estilo de los fascismos clásicos? La respuesta podría ser que las prioridades económicas y/o religiosas son más urgentes que una futura posible erosión de la institucionalidad democrática.
El Trumpismo y la propaganda van de la mano. Los fascismos y populismos siempre han fusionado sus mentiras con datos de la realidad. En ese marco, los líderes con aspiraciones dictatoriales se apropian de la idea de “democracia”, mientras que quienes proponen políticas de consenso son considerados como traidores, antidemocráticos y enemigos del pueblo. En este paquete de propaganda, la economía se define a partir de la mirada del líder que fusiona incertidumbre con paranoia en un marco de realidad económica que para muchos sigue siendo preocupante.
La inflación es la principal causa de incertidumbre. Durante toda la presidencia de Biden, la inflación ha sido de más del 4% anual (más del 8% solo en 2022), índices desconocidos en Estados Unidos desde 1991-1992, cuando Clinton venció a Bush. El aumento de los costos de los alimentos, el transporte y servicios públicos, alquileres y combustibles han afectado desproporcionadamente a trabajadores rurales, empleados en sectores de servicios, salud y limpieza, y dependientes de compañías de construcción. Todos estos son rubros ocupacionales de mayoría hispana que no han gozado de aumentos salariales debido a la inflación.
En 2020, Biden obtuvo el 65% de los votos hispanos mientras que el 32% apoyó a Trump, pero al día de hoy, Biden obtendría sólo alrededor del 34% mientras que Trump el 39%. El resto apoya a otros candidatos. Por otro lado, el 65% de los hispanos tiene una imagen negativa de Biden en cuestiones de manejo de la economía; mientras que una mayoría piensa que su situación económica fue más favorable durante la presidencia de Trump. Y es que si bien las políticas económicas de Biden han disminuido el desempleo y evitado una recesión, los beneficios del crecimiento económico y el aumento de la inversión en 2023 no parecen haber impactado sensiblemente a los sectores con una mayoría hispana o al menos esa es su percepción.
Debido al sistema electoral de Estados Unidos, no importa tanto la diferencia a favor de Trump en intención de voto hispano a nivel nacional, sino en qué estados clave el electorado latino prefiere a Trump. En el país hay más de 36 millones de votantes hispanos que representan el 15% del total del electorado y estos se concentran en su mayoría en California, Texas, Florida y Nueva York. Y si bien ninguno de estos estados es determinante, en todos, con excepción de Florida, la mayoría de los votantes hispanos votarían a Biden. Es probable que la elección de 2024 se decida en los mismos estados que definieron el triunfo de Biden en 2020 y de Trump en 2016: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pennsylvania, y Wisconsin.
Aunque Biden recuerde la “Muslim ban” —prohibición de ingreso de migrantes provenientes de países con antecedentes terroristas— y otros insultos racistas de Trump, tiene que mejorar su imagen con las comunidades árabes y musulmanas de Michigan que son muy críticas del apoyo estadounidense a Israel.
Georgia, y sobre todo, Pennsylvania son cruciales. Pero es en Arizona y en Nevada donde el voto hispano podría llegar a decidir la elección del próximo presidente. En 2020, Biden ganó en Nevada por un margen de 33 596 votos y en Arizona por solo 10 457 por lo que una pérdida de 30 000 a 50 000 votos hispanos le podría costar la reelección. La inflación en Nevada aumentó un 20% desde 2021, mientras que en la zona metropolitana de Phoenix en Arizona, el área de mayor población y la necesaria para que Biden pueda ganar el estado, ha sufrido el mayor aumento de precios a nivel nacional con picos mensuales de hasta 19% en 2022 y 12% en 2023. Es el gran aumento del costo de vida lo que ha provocado el descenso en la intención de voto para Biden en un contexto de crecimiento económico y creación de empleo.
Los discursos y políticas anti-inmigratorias y xenófobas de Trump no son suficientes para disuadir el voto latino hacia el candidato republicano o, visto de otra manera, no parecen ser suficiente razón para movilizar una absoluta preferencia hacia Biden.
Y en este marco, además del factor económico, es necesario también tener en cuenta el factor ideológico. Trump sigue siendo muy popular en las comunidades hispanas evangélicas que representan el grupo con más crecimiento dentro de las iglesias evangélicas en Estados Unidos. Alrededor del 20% de los latinos en el país es evangélico y el porcentaje sigue aumentando cada año. Las iglesias evangélicas hispanas, la mayoría de ellas en Arizona, Nevada, Texas, Florida y Georgia, cumplen un doble rol: militan políticamente para el partido republicano, registrando votantes y financiando candidatos, y al mismo tiempo influencian, hasta cierto punto, la retórica de Trump en cuestiones de inmigración.
Los pastores latinos están incentivando a votar por Trump. Pero este no es el único líder apoyado por las iglesias evangélicas y los medios conservadores hispanos. Bolsonaro, Bukele, y desde hace dos años, el demagogo argentino Javier Milei son definidos como los salvadores mesiánicos de América Latina. Desde 2021, comentaristas hispanos conservadores han fomentado la figura de Milei a través de canales de radio y redes sociales. Tanto así, que Milei ya era conocido entre los anticomunistas cubanos y venezolanos en Estados Unidos antes de su elección como presidente de Argentina.
La campaña de Milei y el subsecuente triunfo, no han hecho más que aumentar su popularidad en la derecha hispana estadounidense. La entrevista que le hizo el expresentador de la cadena Fox Tucker Carlson, ha sido vista más de 438 millones de veces y sus comentarios sobre cómo el marxismo cultural, a través de los derechos LGBTQIA+, del feminismo, del derecho al aborto, del calentamiento global y de los derechos de minorías raciales está corrompiendo a la civilización occidental tuvieron fuerte resonancia en los grupos evangélicos y conservadores hispanos, y más allá también. Es más, Javier Milei participará en la CPAC, la conferencia de conservadores más importante de Estados Unidos en Washington DC a finales de febrero. Y en caso de asistir, se encontrará con Donald Trump, quien seguramente utilizará el encuentro para incrementar su popularidad entre la comunidad hispana.
Bolsonaro, Bukele y Milei son, en parte, hijos del Trumpismo, por lo que sus respectivas popularidades entre los hispanos reflejan la intención de voto hacia Trump. De esta manera, parecería que hay un efecto boomerang: el estilo y la retórica de Trump durante su presidencia fue imitado por los tres líderes latinoamericanos durante sus campañas. Y ahora, son los presidentes Milei y Bukele, y el expresidente Bolsonaro, quienes podrían influenciar la candidatura de Trump entre los votantes latinos.
*Artículo publicado originalmente en Latinoamérica21.
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Historiador argentino, graduado en la Universidad de Buenos Aires, con doctorado de la Universidad de Cornell. Es profesor en la New School for Social Research y en el Eugene Lang College de Nueva York.
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