17 de febrero 2024
Las condiciones en las que murió Alexéi Navalni, considerado el mayor líder opositor contra Vladímir Putin, refuerzan la necesidad de que la comunidad internacional aumente su escrutinio sobre qué pasa en Rusia, donde “la represión por parte del Gobierno de Putin es sistemática y generalizada contra cualquiera que se anime a criticar a ese régimen”, señala el subdirector de la División de las Américas de Human Rights Watch, Juan Pappier, en entrevista con Esta Semana y CONFIDENCIAL.
La muerte del líder opositor ruso, en una cárcel en el Círculo Polar Ártico, el 16 de febrero, escandalizó a las capitales de América y Europa, y generó una ola global de repudio en contra de Putin, y de solidaridad con la familia del fallecido disidente.
También, líderes opositores y expresos políticos nicaragüenses condenaron el hecho, que Pappier catalogaba como “una noticia devastadora para la causa de la libertad en Rusia y también para la causa de la libertad en Ucrania”.
Aunque Navalni gozaba de amplio apoyo, el defensor de derechos humanos reconoce que “la represión es brutal” en Rusia, narrando episodios de personas que fueron detenidas por manifestarse con un cartel en blanco, o por estar en una calle en la que iba a ocurrir una protesta. “La represión es brutal, sistemática, generalizada”, reiteró.
Regímenes sordos y sin límites legales ni morales
En Nicaragua hay historias de ciudadanos que fueron secuestrados por la Policía al servicio del régimen por portar la bandera nacional; por llevar agua a un grupo que estaba en huelga de hambre en una iglesia; por reportar una procesión católica cuando el Gobierno había prohibido las manifestaciones religiosas; por señalar que dos presentadores de televisión deberían disculparse con la Miss Universo, o por tratar de pintar un mural con el rostro de la reina de belleza.
Además de abogar por una reacción unánime de condena de todos los sectores y todos los Gobiernos que forman parte de la Unión Europea, Pappier también instó a los Estados Unidos a calibrar el peligro que representa Putin, en especial al considerar las declaraciones “tan peligrosas” de Donald Trump, casi seguro candidato republicano a la presidencia de ese país.
Finalmente, explicó que en regímenes como el ruso, el nicaragüense o el cubano, la comunidad internacional tiene una capacidad muy limitada para proteger a presos como Navalni, (o como los 121 presos políticos de Nicaragua que languidecen en las cárceles orteguistas), “porque son regímenes que no escuchan a la comunidad internacional, ni tienen límites legales ni morales”, pidiendo permitir que el Comité Internacional de la Cruz Roja tenga acceso a estas cárceles; que los familiares de esos presos puedan elegir a los médicos que los atenderán en prisión, y que puedan tener visitas periódicas de sus familiares y sus abogados.
Excarcelados políticos de Nicaragua reaccionan
Dirigentes opositores como Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro, así como los periodistas Miguel Mora y Miguel Mendoza, responsabilizaron por separado, al presidente de Rusia, Vladímir Putin, de la muerte de Navalni en una congelada prisión rusa, reportó la agencia de noticias EFE.
La activista opositora desterrada Anely Pérez Molina recordó que “en Nicaragua dos presos políticos han muerto bajo custodia policial en los últimos cinco años: don Eddy Montes y el general retirado Hugo Torres”.
“En mi opinión, debe quedar claro que esto es una responsabilidad directa del asesino Vladimir Putin”, dijo Maradiaga, presidente de la Fundación para la Libertad, quien recordó que “Sergei Magnitsky también fue asesinado en prisión. Incluso, Vladimir Kara-Murza logró sobrevivir a dos intentos de asesinato”, por lo que “no queda duda de la naturaleza criminal del régimen de Putin”, añadió.
Maradiaga se refirió a Navalni como “un verdadero héroe en la incansable lucha por la democracia y la justicia”; destacó “su espíritu indomable” y que “se mantuvo firme, inspirando a innumerables personas con su resistencia”. “Como activista pro democracia, no solo desafió el control autoritario de Putin sobre Rusia, sino que también encarnó la esencia misma de la resistencia y la determinación frente a probabilidades abrumadoras”, agregó.
Juan Sebastián Chamorro señaló en un mensaje publicado en la red social X que “Putin finalmente asesina a Alexéi Navalni. Todos los dictadores actúan así, con desprecio a la dignidad humana y la eliminación de sus adversarios. Debemos luchar más fuerte por la libertad de nuestros presos políticos”.
También en X, Miguel Mendoza comentó: “No sé desde cuándo el mundo libre no sentía con profunda tristeza una muerte de un ser tan valiente como Navalni. La democracia y la esperanza están heridas”.
Por su parte, el también periodista Miguel Mora, posteó que “Putin asesinó a Navalni. Tenía 47 años. Era el líder más prominente de la oposición rusa, con una lucha de años contra la corrupción y el Kremlin, que lo vio obrevivir al menos tres intentos de asesinato. Hoy ha muerto mientras cumplía una condena de 19 años por delitos considerados políticos”.
Alexéi Navalni, el mayor opositor a Vladímir Putin
Graduado en Derecho en una universidad rusa en 1998, Navalni comenzó su vida pública diez años después, denunciando casos de corrupción en algunas empresas propiedad del Estado ruso, siendo encarcelado por primera vez en 2011 y luego en 2013. En ese año, alegando una supuesta malversación de fondos.
En 2013, se presentó como candidato a la alcaldía de Moscú, obteniendo el 27% de los votos, aunque luego se le impediría presentar su candidatura a la presidencia rusa en 2018. Fue envenenado en 2020 con un agente nervioso llamado Novichok, por lo que fue tratado en Alemania, y aunque sabía que su vida corría peligro, volvió a Rusia el 2 de febrero de 2021, permaneciendo en prisión desde entonces, hasta morir este viernes en la colonia penitenciaria de máxima seguridad conocida como IK-3.
Navalni sabía el riesgo que corría al volver a Rusia desde el hospital alemán en el que se recuperaba del envenenamiento con Novachik.
En 2020 declaró al periodista Tikhon Dzyadko, jefe de edición de Dozhd TV, que “trato de actuar del modo más razonable y responsable, pero me doy cuenta que es sencillamente imposible competir con todo el aparato estatal”, aunque tuviera 30 guardaespaldas.
“Puede que hoy tenga una actitud más fatalista que antes –agregó–. Sólo hago lo que considero correcto, y pido el apoyo de la gente. Trato de ser tan cuidadoso como sea posible, pero esto no debe interferir con mi actividad principal”.