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De migrantes y soberanías dudosas

En los Estados Unidos a la mayoría de los migrantes no les va mejor, y también este país tuvo sus propios felices días de explotación colonial

Caravana migrante

Migrantes caminan en caravana para llegar a la frontera norte, en el municipio de Huixtla en Chiapas, México. Foto: EFE/Juan Manuel Blanco

Onofre Guevara López

16 de enero 2024

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De las cosas menos sorprendentes en cualquier sociedad están las expresiones discrepantes y contradictorias sobre cualquier cuestión política e ideológica, sea acerca de la historia, de las situaciones del presente o sobre los asuntos del futuro. Si así no fuera, no estaríamos viviendo la realidad, sino el sueño de los justos, porque ellos ya están de vuelta hacia la nada de donde todos procedemos y hacia donde todos vamos.

Estamos pensando en los puntos de vistas más que diferentes, son contradictorios de dos nicaragüenses sobre las migraciones hacia los Estados Unidos. Uno, el politólogo Manuel Orozco, y el otro, el recién fallecido investigador sociólogo José Luis Rocha.

Orozco, residente en los EE. UU. y relacionado a un organismo que opera en Washington, estima como lo fundamental, en cuanto a las migraciones, el carácter de víctima que le concede a este país, porque en su opinión las migraciones son utilizadas como armas de ataque contra este país. El titular de su último artículo resume este su criterio: “La migración, un arma contra Estados Unidos”.

Es cierto —como Orozco especifica— que la dictadura Ortega-Murillo se beneficia con las millonarias remesas que los migrantes envían a sus familiares desde los Estados Unidos, pero deja fuera de su enfoque los derechos humanos de los migrantes, quienes tienen que enfrentar toda clase de dificultades, desde el racismo, la xenofobia, las discriminaciones, persecuciones, cárceles, hasta las expulsiones. Para Orozco solo valen las frías cifras estadísticas acerca de cuántos llegan y cuántos son deportados.


Las cifras ayudan y son parte importante de este análisis —escribe José Luis Rocha—. Pero son las palabras de los migrantes, y de las migrantes, las que tienen mayor fuerza para mostrarnos lo que constituye el tuétano de nuestro interés: las violaciones a sus derechos durante los procesos de tránsito y deportación”. (Expulsados de la globalización, página 210).

II

Orozco tampoco tiene, ni de lejos, una visión exacta de las causas históricas de las migraciones. Para Orozco, no existieron ni existen los países colonialistas europeos que después de saquear a los países del continente africano, dejarlos en el atraso y la pobreza, ahora les ponen trampas a los migrantes africanos, los dejan morir en el Mediterráneo y a los que logran entrar, los empresarios en el sector agrario, en especial, les dan las tareas más duras, los peores salarios, les niegan asistencia médica, reavivando viejas experiencias de la no muy lejana explotación colonialista de sus países.

En los Estados Unidos a la mayoría de los migrantes no les va mejor, y también este país tuvo sus propios felices días de explotación colonial de los países latinoamericanos, que los hundió en el atraso y garantizó la dependencia política, les impuso injustos intercambios económicos y comerciales, sus intervenciones armadas, comprando políticos e imponiendo dictaduras militares.

José Luis Rocha sí investigó para descubrir el tuétano de su análisis: “Las políticas migratorias son moldeadas por un entendimiento de que la inmigración es consecuencia de una serie de acciones individuales realizadas por los migrantes y no prestan atención a que los flujos migratorios tienen unos patrones: la mayor parte de la inmigración hacia los países poderosos proviene de países bajo su esfera de influencia” (Ibid. pág. 177).

Y, para mayor precisión respecto a lo que nos toca como latinoamericanos, José Luis recuerda en el mismo párrafo que: “Este hecho había sido subrayado por el periodista boricua-neoyorquino Juan González en su Harvest of Empire: las emigraciones en Estados Unidos son cosecha de décadas de imperialismo”.

Estas breves observaciones de carácter históricas dejan al desnudo la falsedad de presentar a EE. UU. como víctima de las inmigraciones a su territorio. Pero de esta posición política se derivan otras falsas ideas acerca de las remesas:

a) Piensan algunos acerca del dinero de las remesas como si fuera sustraído del tesoro público estadounidense de parte de los migrantes, y no como resultado de su trabajo;

b) No alcanzan a ver —o no quieren ver— que todo sucede en sentido contrario, pues del total de sus ingresos por su trabajo, los migrantes lo consumen dentro de ese país, pagan los impuestos indirectos o directos y, junto a la plusvalía que deja su trabajo, constituyen su aporte al crecimiento de la economía nacional;

c) Imaginan, y hacen cuentas, que las remesas crecen por causa de las recientes olas de migrantes, como si solo llegaran a recoger dinero en las calles, olvidando que pasa mucho tiempo —y pasan muchas dificultades— para poder trabajar; esto indica que son los viejos migrantes quienes principalmente envían las remesas.

III

Cuando esta columna entre a circulación se habrán superado las 34 000 víctimas palestinas de la Franja de Caza y, dentro de esta macabra cifra, también habrá superado la cifra de los 10 000 niños palestinos sacrificados. Es decir, que habrá crecido el genocidio de Netanyahu, ante la pasiva actitud de algunas potencias y la complicidad de otras, mientras es desangrada la población palestina de Franja de Gaza. Nadie tiene derecho a justificar su imparcialidad por su amor a la paz, porque más de una de estas potencias están siendo cómplices de otras guerras.

Las potencias imperiales de hoy —que no son muy diferentes a las de ayer— no pueden demostrar su adhesión al pacifismo, porque ya participaron en los dos genocidios más grandes de la historia como fueron las dos guerras mundiales de los años 1914-1918 y 1939-1945, sin contar las múltiples guerras regionales y locales.

Sin embargo, y quizás con más hipocresía que vergüenza, Estados Unidos y el Reino Unido están contribuyendo con el genocida israelí, no solo permitiéndole a Netanyahu utilizar su licencia para matar, sino también combatiendo a los rebeldes hutíes de Yemen que, en solidaridad con los palestinos —y a su vez ayudados por Irán—, han estado atacando en el Mar Rojo las naves mercantes que se dirigen hacia Israel.

La muestra de solidaridad con los palestinos —la solidaridad jurídica apegada el derecho internacional, a la cual todos los países democráticos deberían recurrir— la está ofreciendo Sudáfrica, cuyos representantes en la Corte Internacional de Justicia, con sus amplios y documentados han comprobado el genocidio de Netanyahu, el cual todo el mundo está viendo, pero muchos callan o solo dan tibias declaraciones criticando la matanza contra los palestinos. Son los pueblos de la mayoría de los países —incluyendo al pueblo israelí— los que están protestando la complicidad estadounidense y británica con Netanyahu.

Por su parte, de Netanyahu —convencido de ese apoyo— con arrogancia criminal, ha gritado: “¡Nadie me para!” y se justifica con el pretexto de que su lucha es contra los terroristas de Hamás, y acusa a Sudáfrica de ser defensora del terrorismo. La maquinaria mediática de la derecha internacional, además de ocultar la pretensión israelí de eliminar a Palestina eliminando a su población, le ayuda a distorsionar los hechos al hablar siempre de que la guerra de Netanyahu es “contra Hamás” y no contra los palestinos.

IV 

El Gobierno de España, tan fiel seguidor de la geopolítica estadounidense, ha roto el consenso EE. UU.-Reino Unido, negándose a enviar a sus militares a combatir a los hutíes que actúan en el Mar Rojo y en la agresión contra Yemen, aunque está en dudas cuál es la verdadera razón de España para haber tomado esta su decisión.

Por un lado, el Gobierno del PSOE ha sido favorable al reconocimiento del Estado Palestino, a la convivencia de los dos Estados y ha pedido a Israel respetar el derecho internacional humanitario, lo que ha sido mal visto por Israel, pese a que Pedro Sánchez no ha mencionado por su nombre el genocidio de Netanyahu.

Por otro lado, la ministra de Defensa del Gobierno español ha justificado la decisión de no enviar a su Ejército al Mar Rojo a combatir a los hutíes y contra Yemen, con el hecho de que les faltan soldados, porque los tiene destinados a más de quinces misiones militares en el exterior, conforme la geopolítica de las potencias mencionadas.

Si estas últimas razones son las reales para que España no se sume a la extensión de la guerra en el Mar Rojo, de todos modos, no ha dejado bien parada su soberanía, pues su ministra de Defensa ha confesado que no interviene porque no puede… pero no ha dicho que no quiere, además de que las misiones en el exterior no son para repartir cariño.

Al margen de estas cuartillas

*José Luis Rocha, en su libro, documenta que los inmigrantes en EE. UU. son tratados igual como lo hacían conforme a la “Ley de los esclavos fugitivos” de 1850…

*Desde antes, “en 1816, fue establecida la American Colonization Society para promover, con fofos estatales, la deportación de afroamericanos hacia África”.

*Miembros prominentes de la ACS fueron Thomas Jefferson, James Madison Andrew Jackson y Abraham Lincoln, quienes fueron presidentes de los Estados Unidos…

*En 1847, James Monroe, con el supuesto de evitar que los afroamericanos fueran objetos del comercio de los mercaderes de esclavos, compró una parcela de tierra para ellos… ¡en la costa occidental de África!

*Así nació Liberia, con afroamericanos expulsados, cuya capital se llama Monrovia por el presidente expulsor; su bandera tiene el diseño, los colores y las rayas de la bandera estadounidense, solo con una estrella…

*Este origen de Liberia está en Google, pero está un poco edulcorado; en alguna próxima ocasión ofreceremos datos de otra fuente sobre este hecho imperial casi desconocido…

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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