Guillermo Rothschuh Villanueva
14 de enero 2024
PUBLICIDAD 1M
PUBLICIDAD 4D
PUBLICIDAD 5D
El solo hecho de despejar el Parque Central ofrece una tonalidad distinta a la ciudad. Estamos a la espera que concluya la tarea emprendida
Anden oeste del Parque Central, puede apreciarse el busto de la educadora Josefa Toledo de Aguerri cuyo nombre lleva este sitio de recreo.
Parte del Centro Histórico de Juigalpa fue recuperado, la decisión pone final a un permiso que jamás debió ser otorgado por las autoridades a favor de los comerciantes. Un problema que con el paso del tiempo vino agudizándose. Los andenes del Parque Central “Josefa Toledo de Aguerri” estaban ocupados por los negociantes. Las familias no podían asistir libremente a divertirse como antes lo hacían. Sus amos y señores. Los distintos llamados para recuperar este espacio habían sido desoídos. Se clamaba en el desierto. El yoquepierdismo convertido en norma. La cerrazón era absoluta. No existía forma que entendieran la urgencia de volver habitable un espacio vital para la ciudadanía.
Si antes habíamos criticado y exigido al alcalde municipal profesor Erwing de Castilla Urbina la urgencia de atender el clamor ciudadano, ahora somos los primeros en alabar la decisión de suprimir los negocios. Más allá del alegato planteado por algunos chontaleños señalando que la orden vino de Managua, debemos ser conscientes que el malestar y los señalamientos recaían sobre su gestión. Un paso significativo tiene que ser proseguido por la recuperación total del Centro Histórico y del resto de la ciudad. La tarea iniciada por las autoridades no debe quedar inconclusa tiene que ser completada. La juigalpinos merecemos otro trato. Teníamos más de dos décadas de formular estos reclamos.
El primero en advertir que los negociantes habían ganado la partida fue el obispo Bernardo Hombach. Dueño de una sensibilidad especial Hombach siempre acuerpó a los juigalpinos. No en balde a él se debe la creación de la Clínica Materno-Infantil y Casa Hogar-Madre de Toda Bondad. Tenía autoridad moral para realizar esta petición. El caos prevaleciente en el Centro Histórico todavía prevalece. Los turistas se quejan por la forma que es ocupado por los vendedores. Los visitantes de los municipios chontaleños decían que era triste que Juigalpa no dispusiera de un parque que prestase condiciones para que padres y niños llegaran a jugar y distraerse sin ningún tipo de impedimentos.
Celebramos que los negociantes hayan sido instalados en un local adecuado. El sitio donde han sido ubicados permite atender a su clientela en mejores condiciones. Sin riesgo de ser atropellados por los carros. La disposición debió tomarse hace muchísimos años. La misma actitud debe ser adoptada en relación con los comerciantes instalados en las inmediaciones de la Casa de la Cultura Gregorio Aguilar Barea. Los juigalpinos anhelamos recuperar las áreas de tránsito perdidas. Juigalpa está llamada a ser una ciudad limpia. Las aguas que corren por las cunetas del Mercado Esperanza Díaz y desde El Verdugo hasta el Banco Lafise hieden y ponen en peligro la salud de sus vecinos.
Queda por liberar a las aceras, la cantidad de vehículos que transitan por Juigalpa torna hostil la ciudad a los miles de personas que se desplazan a diario por sus calles. Si mudar a los negociantes del Parque Central llevó más tiempo del requerido, esperamos que el alcalde emprenda de una vez el ordenamiento urbano de la ciudad. Las quejas que los taxistas circulan a velocidad inmoderada y cobran más de lo debido deberían ser atendidas con prontitud. Las autoridades edilicias y de tránsito local deberían actuar a lo inmediato. Existen lugares de la ciudad por donde resulta incómodo caminar. Hay que poner fin al caos vehicular prevaleciente. Es lo menos que esperan los juigalpinos.
El jefe de la comuna anunció que tienen programado trasladar hacia otros lugares al resto de comerciantes. Lanzo de nuevo mi propuesta de construir hacia el norte de Juigalpa un nuevo mercado y una nueva terminal para el transporte intermunicipal. Un mercado similar al Mercado Mayales. Nada más que más grande y espacioso. Los comerciantes instalados en el Mayales rebasan sus fronteras. Un local con mayores dimensiones y así evitar futuros contratiempos. Pensar con mentalidad distinta a la que tuvieron quienes fundaron la ciudad de los Caracolitos Negros. Estoy convencido que jamás pensaron que la ciudad se inflaría por todos sus costados. Debemos hacer hincapié en esta necesidad.
La experiencia dicta la urgencia de no seguir autorizando construcciones —especialmente negocios— que no presten condiciones apropiadas. La aglomeración vehicular frente a las entidades bancarias, Prodesa y centros de salud, vuelve engorrosa la movilización peatonal y vehicular. Comprender que en la sociedad contemporánea el tiempo es oro. Si no opera un cambio de mentalidad en las autoridades centrales y edilicias seguiremos patinando. La creación de Central Plaza fue una buena decisión adoptada por Rodolfo Silva Chamorro, dota sus instalaciones con suficiente espacio para el parqueo vehicular. Una decisión similar fue tomada los dueños del Supermercado La Colonia.
La determinación del profesor De Castilla Urbina constituye el preámbulo de nuevas acciones. El solo hecho de despejar el Parque Central ofrece una tonalidad distinta a la ciudad. Estamos a la espera que concluya la tarea emprendida. Saldó parte de la deuda histórica que tenía con los juigalpinos. Los vecinos de los sectores aledaños al Pali, El Verdugo, farmacias Niño Dios de Praga, Cristal y Saba, Chontal Internacional y Casa del Maestro Estelvina Lanzas Villanueva, esperan verse libres del suplicio que suponen las ventas instaladas a sus orillas. Para que el empeño del alcalde De Castilla Urbina resulte efectivo tiene que satisfacer una solicitud eternamente postergada.
La consigna debe ser convertir a Juigalpa en una ciudad habitable, constreñir espacios afea a la ciudad y agrede a los turistas. Hay alegría en el corazón de todos. Parte de las quejas han sido satisfechas. Las autoridades edilicias deben trabajar en función de los intereses ciudadanos. ¿Cómo no sentirse halagados? El tiempo trascurría sin que nuestros reclamos fuesen atendidos. La ciudad luce diferente. Los primeros en comprenderlo deberían ser los miembros del Consejo Municipal. Su sueño debe ser convertir a Juigalpa en ciudad acogedora para propios y extraños. Queda mucho por hacer. Las autoridades edilicias están llamadas a actuar en consonancia con las responsabilidades de sus cargos.
PUBLICIDAD 3M
Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.
PUBLICIDAD 3D