14 de noviembre 2023
Las guerras de tipo colonial de una nación contra otra son causadas por una ambiciosa rapiña territorial y la explotación de recursos naturales de los territorios conquistados. Todas las guerras tienen motivaciones políticas ocasionales o simplemente inventadas. No faltan los prejuicios raciales, los odios nacionalistas ni los sentimientos criminales que exterminan seres humanos disfrazados con el eufemismo “limpieza étnica”.
Algo similar pasa con las guerras políticas internas, peor si son bajo una dictadura, cuya motivación es la rapiña del Estado durante el ejercicio del poder, todo lo cual tiene raíces históricas. Funcionan con prejuicios ideológicos y acciones de “limpieza política” de la oposición con violaciones de los derechos humanos, la libertad de prensa, con medidas inconstitucionales como confiscaciones, la ilegalización de organizaciones políticas y sociales independientes y los destierros.
Todos esos delitos implosionan y en medio de la crisis política derivada, dan señales de un Estado en descomposición que reclama cambios sociales y políticos como única solución. Y el hecho de que se prolonga en el tiempo la falta de los cambios necesarios que —de tan tardos parecen eternos— no pueden evitar los efectos de la obsolescencia del régimen político.
II
No parece necesario insistir en lo que sucede en nuestro país —por ser de universal conocimiento— aunque es indispensable recordarlo siempre, porque teniendo el asunto en mente, obliga a pensar en los aspectos esenciales e imaginar las conclusiones acerca de cómo podría ser posible la transición del régimen dictatorial hacia una situación democrática que, además de tolerar las diversas expresiones político ideológicas y, sobre todo, permita el trabajo político por los cambios sociales, sin lo cual no habrá salida democrática.
Dándose por aceptado que no hay democracia sin justicia social —que no es una utopía, sino una verdad necesaria— se vuelve urgente hacer esfuerzos comunes en la oposición por encontrar vías de solución a la crisis política que ha degenerado en la caducidad del régimen actual. Y descartada la guerra civil —que aun siendo civil no deja de ser odiosamente mortal, como toda guerra— solo se ven en el futuro inmediato cuatro posibles caminos:
a) Reelección de Ortega y luego ausencia en el poder por motivos de salud, con Murillo en la sucesión, o del Chigüín mayor; b) intrigas y pleitos por la sucesión entre los más cercanos y fuertes sirvientes de la dictadura; c) convocatoria de elecciones de las acostumbradas, sin candidatos opositores; d) diálogo gobierno-oposición para convocar elecciones libres sin candidatura familiar de la dinastía Ortega Murillo.
La primera hipótesis está dentro de lo posible, porque Ortega no tiene otra cosa en mente que el poder, y enfermarse para un adulto mayor es lo más natural, los que crearía una rabiosa lucha por el poder que agravaría la crisis política nacional, la volvería más caótica.
La segunda hipótesis sería propicia para dos posibles sucesos: 1) en las disputas por la sucesión, unos se aferren en la aplicación de las mismas medidas dictatoriales; 2) que los otros pretendan ganar la sucesión buscando alianza con sectores oportunistas de la oposición.
La tercera hipótesis sería que —cualquiera de los dos grupos que triunfe— se pretenda darle un cariz democrático al régimen, convocando unas elecciones al estilo tradicional, es decir, con restricciones a la verdadera oposición y la continuidad del zancudismo parlamentario.
La cuarta hipótesis sería la recomendable, pero la de menor posibilidad, porque teóricamente, siendo una opción democrática, choca de frente con el carácter intransigente y torpe con que hasta hoy han manejado las situaciones políticas desde el poder los Ortega Murillo.
Por desgracia, se ven más reales las tres primeras hipótesis, lo que condenaría al país a seguir patinando en la caducidad represiva actual: el mismo régimen atornillado en el poder y con la fuerza reaccionar contra las exigencias patrióticas por el cambio. Es un hecho de factura dramática, pero real.
III
Por encima de la razón, de los buenos deseos y de las más generosas voluntades personales, esto es lo que queda: la cruel realidad, que no tiene espacio para el optimismo ingenuo y, por ello, hace falta una buena dosis de conciencia para que tampoco domine un pesimismo paralizador. La realidad está aquí, y hay que ser conscientes de que la realidad también es modificable. Esto significa seguir en la posición anterior, da continuidad a la lucha política, porque lo caduco no tiene futuro. Pero a condición de romper los grilletes de la desunión que mantiene atada a la oposición.
La unidad sigue siendo el primer y más importante paso hacia el enfrentamiento con posibilidades de éxito ante una dictadura a la que se le pasó de su tiempo, obviamente envejecida con muchos signos de caducidad. Solo la unidad opositora sin los sectarismos paralizantes, con respeto a las diferencias entre sus integrantes, le dará fuerza para avanzar. Según declaraciones de sus figuras más identificadas con las posiciones unitarias dentro de la oposición, la unidad será posible.
La unidad cabal, consciente de la diversidad no tiene medidas sustitutas ni alternativas visibles. Si de tal unidad se comprendiera su verdadera y fundamental importancia, es posible que sea alcanzada de la manera más rápida. La unidad ha sido una necesidad desde ayer. Hoy ya le agarró la tarde. No será para mañana, sino para un mañana no muy tarde. La unidad de los opositores solo requiere de honestidad y patriotismo.
IV
La oposición no se encontrará sola en su camino, porque hay una comunidad internacional que la representan los Gobiernos, los cuales a veces son proclives a la solidaridad, otras veces lo son hacia la indiferencia y muchas veces quienes ofrecen esta solidaridad… quisieran cobrarla. De ninguna solidaridad se puede prescindir, pero se puede y debe pagarse sin menoscabo de la soberanía.
En esto, no estamos especulando, sino recordando hechos del pasado y del presente. No hay dudas de que la mayoría de los nicaragüenses están informados de que los Gobiernos actúan por intereses y lo recuerdan, aunque es posible que más de alguno no lo valore como debiera valorarlo, o piense que del pasado no quedan rastros, que todo lo que hay es nuevo y que de la solidaridad ningún Gobierno podría intentar sacar ventajas. Se puede pensar así por ingenuidad o por intereses políticos, lo que nadie puede hacer es evitarlo, pero sí puede y debe preverlo para no ser sorprendido… “entre home y primera”.
Para tener seguridad de coger base y luego hacer carreras hacia la democracia y la independencia política, hay que tener presente que estamos en un mundo conflictivo, donde los peces más grandes siempre se han tragado a los más chicos, y para eso nunca han respetado a ninguno y ni han tenido reparos en lograrlo con guerras, intervenciones militares, presiones políticas, económicas y diplomáticas.
Ante este tipo de geopolítica que devora soberanías, está la obligación de defenderla, y también de evitar alineamientos políticos serviles con cualquier súper potencia. Esta será la única aptitud recomendable y patriótica para cuando se pueda superar los baches dictatoriales, para que no se tenga que caer en una abismal dependencia.
Al margen de estas cuartillas
*Nicaragua y el mundo está viendo una barrida en el tercer Poder del Estado, el cual de todas maneras siempre ha estado sin ningún poder…
*Nada nuevo, pues los maje-adiestrados de la Corte Suprema de Justicia solo le hacían la Corte al Poder en una Suprema burla a la Justicia…
*Pero esta no es la primera barrida, sino la segunda, pues en la primera barrida hicieron víctima a la estatua icónica de la Justicia…
*Primero le quitaron la Venda, después le quebraron la Balanza y por último le quitaron la Espada…
*La mayoría de los nicaragüenses ha estado enterada de esa barrida, por lo cual no tiene porqué sorprenderse…
*El problema lo han sentido los centenares de nicaragüenses de ambos sexos, porque les están cercenando derechos… ¡utilizando la Espada que le quitaron a la Justicia!