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“Lo peor que le podría pasar al BCIE es que elijan un Mossi 2.0”

Eduardo Trejos: El desafío del nuevo presidente del BCIE es liderar una agenda de cambios para llevar al banco a un nuevo nivel de banco multilateral

BCIE

Carlos F. Chamorro

13 de noviembre 2023

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El próximo viernes 17 de noviembre la Asamblea de Gobernadores del Banco Centroamericano de Integración Económica elegirá al nuevo presidente del BCIE, entre el guatemalteco Jaime Díaz y la costarricense Ana Gisela Sánchez, después de haber descartado la reelección del presidente ejecutivo saliente, Dante Mossi. 

En entrevista con Esta Semana y CONFIDENCIAL el exdirector del BCIE por Costa Rica, Eduardo Trejos, analiza la herencia que dejó Dante Mossi en el deterioro de los indicadores financieros del BCIE y advierte que “lo peor que le podría pasar al BCIE es que los gobernadores elijan un Mossi 2.0”. En cambio, dice Trejos, lo deseable es que el nuevo presidente ejecutivo lidere la ejecución de una agenda de cambios en el BCIE “para llevar al banco a un nuevo nivel de banco multilateral”. 

Empecemos por la herencia que dejó Dante Mossi en el Banco Centroamericano de Integración Económica. ¿Cuál es el estado de salud de los indicadores financieros del BCIE? 

Desde 2021 todos los nueve directores le mandamos una carta a los gobernadores alertándolos sobre las condiciones en que estaba en aquel momento el banco, que era muy preocupante, baja en el RAC (Capital Ajustado por Riesgo), que es uno de los índices principales que nos mantiene una calificación de doble A. 


Toda la información que yo tengo, desde diciembre de 2012 hasta ahora, es que el banco no solamente no se ha recuperado, sino que ha empeorado en muchos de esos índices financieros. 

¿Qué tan grave es esta situación? ¿Esto ameritaría la realización de una auditoría sobre la gestión del presidente saliente? 

Si, es fundamental una auditoría. Cualquier presidente que llegue a conducir el banco con su equipo, la primera acción que debería tener es contratar una auditoría externa que revise los cinco años de gestión de Dante Mossi. La condición de los préstamos actuales y ver cómo es que van a resolver las mejoras de los índices financieros para que las calificadoras de riesgo no bajen el estatus que tiene actualmente el banco. 

Mossi fue cuestionado, entre otras cosas, por administrar el banco como si fuese una gran caja chica para responder a las solicitudes y necesidades políticas coyunturales de los distintos Gobiernos, sin atender las demandas regionales. ¿Puede el banco desarrollar proyectos regionales de integración centroamericana, que se supone que es el mandato desde su creación? 

Eso debería ser el propósito del banco, solo que a Mossi le quedó muy fácil comenzar a tergiversar esos objetivos del banco en función, primero de la pandemia, y después que ese mecanismo de utilización de los fondos para gasto corriente de los países resultaba altamente atractivo, altamente vendible para los ministros de Hacienda y presidentes de la región, pero altamente inconveniente para las finanzas y los objetivos que tiene realmente un banco de desarrollo como el BCIE. 

Entonces esos dos componentes y la utilización de una figura que es las Operaciones Políticas para el Desarrollo, que son OPD, comenzaron a ser la caja chica que utilizaban todos los Gobiernos en función de conseguir préstamos de corto plazo, que muchas veces complican la gestión financiera del banco porque son recursos que se van inmediatamente a las cuentas nacionales y después tienen periodos de gracia dos, tres o más años y eso evita que el banco comience a retornar rápidamente con los intereses. 

En cambio, las obras, que son las características de un banco de desarrollo como el BCIE, tardan de mediano a largo plazo, carreteras, puertos, plantas hidroeléctricas o geotérmicas. Esa es la función clara del banco que, con un menor nivel de desembolsos en el tiempo, permite la recuperación de los intereses, para volver a prestar ese dinero. 

Bajo la presidencia de Mossi, el banco ha sido señalado en las últimas semanas, por algunas investigaciones periodísticas, como “el banco de los dictadores”, por la creciente asignación de créditos, en particular al régimen de Daniel Ortega en Nicaragua, pero también al régimen de Nayib Bukele en El Salvador. ¿Cómo se explica el predominio de estos dos países en la cartera de créditos del banco? 

Sí, porque son los dos países que tienen más apetito al riesgo, tienen más apetito de crédito y eso genera un riesgo para el banco, porque concentrar cartera es precisamente lo que los bancos multilaterales tratan de no hacer, no poner todos los huevos en una sola canasta. 

Evidentemente, las dificultades y lo que les sale de caro a El Salvador y Nicaragua, ir al sistema financiero internacional, hace que el BCIE sea una de sus opciones más importantes. 

Países como Guatemala casi no ocupan el crédito del BCIE, tienen mejores condiciones financieras en otros bancos multilaterales y en otras agencias. Igual pasa con Panamá, en menor medida en Costa Rica y Honduras. Así que los dos principales socios que necesitan del banco son Nicaragua y El Salvador, que en este momento también generan un enorme riesgo para la propia institución. 

En los últimos años se generó una especie de alianza de facto entre El Salvador, Nicaragua y Honduras, manteniendo a Dante Mossi en la presidencia. ¿Por qué no pudo imponer su reelección con el apoyo de estos tres países

Porque —como ya Dante Mossi lo dijo— Costa Rica le quitó el apoyo. Guatemala tiene un candidato que, evidentemente es apoyado por Taiwán, y era inviable que Mossi pudiera seguir. No le salieron los dos intentos de incrementar el capital financiero a diez mil millones de dólares, pasarlo de siete a diez. La capitalización del banco era uno de sus temas estratégicos porque así disimulaba las carencias y la desmejora de los índices financieros, para él era vital eso.

Lo otro es que el banco está en muy malas condiciones. Si el banco estuviera bien, los directores no podrían argumentar más que cuestiones personales con Mossi, pero como eso no existe, entonces no es viable una reelección de Dante Mossi. 

Lo entendieron El Salvador y Nicaragua, Honduras siguió intentando, pero después de ver cómo estaba la correlación de fuerzas, El Salvador y Nicaragua, más bien me imagino que lo que están buscando es generar una presidencia que complete los intereses que Mossi les representaba en su momento. 

La lista de seis candidatos preseleccionados a la presidencia ejecutiva del BCIE se redujo a tres candidatos finalistas, el de Guatemala, Jaime Díaz, que también es actualmente funcionario del BCIE; Ana Gisela Sánchez, de Costa Rica; y Bernardo Alfaro, también de Costa Rica, ¿qué representan estas candidaturas para el futuro del BCIE? 

Jaime (Díaz) es actualmente vicepresidente, él tiene tres años de estar en la vicepresidencia del banco y (Ana) Gisela Sánchez es la candidata del Gobierno de Costa Rica. Don Bernardo Alfaro, actual gerente general del Banco Nacional, por los diferentes conflictos que han tenido en las últimas semanas en el ámbito nacional, creo que es inviable. 

¿Se conoce cómo se inclinarán los países electores, hay un favorito en este momento entre la candidata de Costa Rica y el candidato de Guatemala? 

Es natural que Taiwán está apoyando al candidato guatemalteco, que eso no es menor para el banco, es el socio más importante, tiene una gran cantidad de votos. 

Costa Rica, uno podría suponer que va a tener el apoyo de Panamá, República Dominicana. El tema es si hay una alianza de Costa Rica con algunos de los otros países fundadores que tenga el favor de El Salvador o de Nicaragua, entonces eso genera que se viabilice inmediatamente la postulación de la candidata Sánchez. 

Eso podría estar en dificultad si más bien lo que sucede es que los gobernadores dicen –a nosotros nos ofrecieron una terna y ahora solo tenemos dos personas. Nosotros queremos votar por tres o por cuatro. Ellos pueden decir que les manden más, que la empresa que calificó a la lista postulante les envíe el cuarto y quinto o sexto lugar para ellos analizar sobre una lista más amplia. Eso es una potestad que tienen los gobernadores. 

Entonces en caso de que Costa Rica haya logrado generar esa alianza, Guatemala al no verse beneficiado con el voto de la mayoría, podría más bien buscar el apoyo para trasladar la votación para diciembre o enero, que en todo caso tampoco pasa mucho en el banco en estos meses y tienen un vicepresidente que puede encargarse de la labor mientras tanto. 

¿Cuál sería el principal desafío que enfrentará el nuevo presidente ejecutivo de BCIE? ¿Cuáles son los cambios más importantes que tiene que hacer en la institución? 

Primero tiene que hacer una auditoría externa de todo lo generado por Dante Mossi, la condición actual de los préstamos en ejecución, los fondos no reembolsables que tuvo Dante Mossi en estos cinco años que no tuvieron ningún control ni supervisión por parte, ni del directorio ni de nadie más. Tiene que eliminar las operaciones discrecionales de política para el desarrollo, eso es una cadena sin fin de gastos que el banco no va a poder subsanar ni poder resistir. Tiene que generar un proceso de reducción del gasto. 

Dante (Mossi) llevó el presupuesto de 2018 de 70 millones de dólares a 146 millones de dólares, lo duplicó. Y pasó de 355 funcionarios que había en 2018 a 494. Hizo contrataciones de 20 millones de dólares para hacer más oficinas en plena pandemia, cuando uno entendía que más bien lo que se podía hacer era una readecuación de los espacios y no gastar más en eso. 

Compró por sumas millonarias sedes alrededor del mundo en los países extraregionales por millones de dólares con gente contratada, que ha generado que todos los índices de eficiencia y rentabilidad del banco decaigan. 

Entonces, esos son los retos inmediatos que tiene la nueva figura que encabece el banco y que va a tener que tener una tarea titánica para evitar que el banco pierda su calificación doble A que ostenta en este momento. 

El funcionario que asuma la presidencia ejecutiva del banco tendrá que lidiar también con un entorno que vive hoy Centroamérica de fortalecimiento de gobiernos autoritarios de Nicaragua, y El Salvador. Mucha incertidumbre sobre lo que ocurre en Guatemala y por el otro lado, también en Honduras. ¿Es posible de alguna manera blindar la presidencia y el liderazgo del banco frente a este entorno político? 

Lo peor que le podría pasar al banco es que los gobernadores elijan un Mossi 2.0, una versión reloaded de Dante Mossi y de sus políticas. Eso llevaría al banco a una catástrofe. Y con los problemas que eso le va a llevar al financiamiento de nuestra región. 

Pero, sí es posible, si el presidente una vez que queda electo, entiende que es el presidente de un banco de desarrollo, que no puede ser como un ministro de Hacienda que le diga sí a todas las peticiones de todos los países, porque los fondos son limitados. Que vuelva a recalcular la cartera de crédito, que la balancee y que genere, créditos para proyectos de desarrollo, que no son comprar computadoras de manera inmediata, ni es financiar gastos políticos para una elección. Si entiende que su meta es llevar el banco a un nuevo nivel de banco multilateral y donde su reelección dependerá de eso, esperaríamos que tenga las características necesarias para levantar la institución. 

Si es con la agenda de Mossi, evidentemente eso no va a pasar y el banco corre peligro. 

¿Existe una cartera de proyectos de integración económica regional? ¿Hay liderazgo en Centroamérica hoy para generar ese tipo de proyectos que podrían estar, digamos, en la agenda del Banco Centroamericano?

Sí, había iniciativas entre el Gobierno de Panamá y de Costa Rica para proyectos conjuntos. Yo estuve poco tiempo, entonces no terminaron de culminar. Había toda una serie de paquetes en la zona trifronteriza con Honduras, El Salvador y Guatemala, donde había necesidades de financiamiento y posibilidades de hacer cosas en conjunto. Toda esa agenda es la que debería estar impulsando el BCIE.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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