11 de noviembre 2023
El pasado 11 de agosto zarpó del salvadoreño Puerto La Unión el barco Blue Way Harmony, llegando a Puerto Caldera (Costa Rica), unas horas después, con lo que inició la aventura empresarial del ferry que hace innecesario pasar por Honduras y Nicaragua. El problema tres meses después es que el negocio de Blue Way Corporation, la empresa dueña del barco (y de la concesión), todavía no arranca, según varias fuentes consultadas por CONFIDENCIAL.
Aunque nunca se ha dicho así públicamente, la del ferry El Salvador-Costa Rica es una idea que renacía cada vez que por alguna razón se cerraba el paso por Nicaragua, aunque el secretario general del Sistema de la Integración Económica Centroamericana (Sieca), Francisco Lima, dice que este se enmarca en un plan de transporte multimodal de carga y de personas a lo largo de todo el corredor centroamericano, que “no debe verse como un elemento que aísla a Nicaragua ni a Honduras”, sino como un proyecto que fortalece la integración regional.
La división de Centroamérica en dos partes durante la Rebelión de Abril de 2018, y el cierre de las fronteras en mayo de 2020 por causa del covid - 19, que dejó varados a miles de transportistas, mostraron que era cada vez más urgente materializar el proyecto. Quizás sea por eso que la Cámara de Comercio de Costa Rica (CCCR), invita abiertamente a sus usuarios a que consideren la opción del ferry.
“Desde la cámara, nosotros hemos instado al comercio a que trate de utilizar el ferry porque no podemos estar sujetos a que eventualmente, por alguna razón, se cierre la frontera con Nicaragua y nos afecte a nosotros”, explicó Roxana Sosa Ortiz, directora de la Comisión de Aduanas y Logística de la CCCR.
“Instamos a que la gente trate de utilizar el ferry, porque hoy puede ser que Nicaragua esté muy cooperadora, pero eventualmente podemos tener una reacción por equis razón y nos quedaríamos aislados del norte de Centroamérica, si no pueden pasar los furgones para llevar los productos” ticos, reiteró.
Santiago Ramírez, director comercial de la empresa costarricense de transporte RGT, considera que “el tema del ferry es complejo. Nosotros estamos acostumbrados a perder el tiempo. El ferry está acostumbrado a ganar tiempo. En ese sentido, nosotros todavía carecemos de ese nivel de educación”.
Otras fuentes lo ven simplemente como un tema de dólares y centavos. De costos, pues.
Uno de ellos es el presidente de la Asociación Salvadoreña de Transportistas Internacionales de Carga (Astic), Raúl Alfaro, quien no descarta que, en el fondo, la reciente crisis migratoria entre Honduras y Costa Rica haya sido una estratagema para poner a los transportistas ticos “en una situación que prefieran transportar vía ferry que ha sido, desde mi punto de vista, un fracaso… el ferry es un niño que nació muerto”.
Otros como la directora Sosa Ortiz, y el ejecutivo de una empresa aduanera nicaragüense que pidió ser llamado “Alberto” para proteger su identidad, opinan que el ferry El Salvador-Costa Rica es una opción más, que las empresas acogerán en la medida de sus necesidades.
Soza considera que, dado que el ferry eleva los costos de transporte, solo las empresas que tengan la capacidad para absorber ese monto adicional sin que eso afecte demasiado el precio de sus productos, serán las que se decidan a usarlo. “Alberto” por su parte, remarca lo obvio: “el cliente decide si quiere hacerlo por esa vía, o por la vía tradicional”, decidiendo con base en los costos, los tiempos, y los contratos que están firmados.
Una opción cara
Varias empresas ticas que transportan carga hacia o desde diversos países de Centroamérica, recurrieron a la opción del ferry para enfrentar la reciente crisis migratoria entre Costa Rica y Honduras para comerciar con El Salvador y Guatemala, aunque tuvieron que ponerse creativos para tratar de sortear la parálisis causada por la crisis política guatemalteca.
La costarricense Soza asevera que “las que utilizaron ferry fueron aquellas empresas que tenían ese espacio en su presupuesto, que les permitía incrementar un poco su costo para cumplir con las entregas en tiempo”, pero como esa opción se vio limitada cuando cesó la posibilidad de rodar en Guatemala, muchas empresas eligieron esperar que la situación se normalizara.
El no movilizar la carga a tiempo generó un alto costo de pérdida, en especial para aquellas empresas que no podían asumir el costo extra que significa usar el ferry, modalidad de transporte que incrementa el costo, debido a que hay que pagar la porción terrestre más la porción marítima del flete.
Su visión coincide con la de Alfaro, el transportista salvadoreño que define al ferry El Salvador-Costa Rica como una competencia directa al transporte terrestre de carga, porque ambas viajan en paralelo (vía marítima y vía terrestre), para llegar al mismo destino. “Eso hace que el ferry no sea un complemento al transporte terrestre, y mucho menos cuando el ferry cobra por el tramo entre El Salvador y Costa Rica”, a lo que hay que sumar la porción de transporte terrestre, detalla.
El costarricense Ramírez considera que el ferry ha ido creciendo, aunque no como se esperaba, pero “cada vez se van sumando más empresas que tienen capacidad de reestructurar y reordenar su flujo de carga. En este momento, el ferry está siendo acaparado por empresas como nosotros y otras corporaciones grandes que sí están sacándole provecho. Lo que pasa es que evolucionará despacio”.
Finalmente, “Alberto” resumió que “el que no lo usa es porque no está condicionado por una urgencia en su necesidad de transporte. Como el ferry es nuevo en Centroamérica, para muchos resulta mejor ‘lo viejo conocido que lo nuevo por conocer’, además que los contratos con las navieras incluyen los choferes”.