31 de octubre 2023
Cuando se lleva una buena cantidad de años encima resulta fácil descargar emociones dormidas desde cualquier tiempo ido, basta escuchar o leer alguna palabra que recuerden un hecho trivial recientes o histórico trascendente, se relacione con una persona de la familia, cercana de su propio medio social o sin ninguna relación personal con ella. Esto sucede a toda hora y sin que medie la voluntad propia, o cuando es sugerida por algo o por alguien.
Para el suscrito, ese alguien es un amigo virtual. Solo nos conocemos vía correo electrónico, gracias a la gestión del poeta Luis Rocha. Hablo de José Antonio Móbil Beltetón, un coetáneo guatemalteco, de quien recibo semanalmente el boletín digital de extraño nombre: De la A a la Z, gAZeta, interesante publicación entre cuyas secciones está Política y Sociedad. En uno de los últimos números, aparece el artículo de la joven comunicadora e historiadora Patricia Lepe, quien con su título motivó el descargue de una emoción dormida unos 79 años atrás: “Repatriación de los restos de Jacobo Árbenz”.
Al leerlo, aparecieron en la mente los sucesos de Guatemala que, erguida en toda su dignidad nacional y popular, marchaba con su revolución democrática (1944-1954) y con la Ley de Reforma Agraria pretendía dar dignidad humana a los indígenas y demás trabajadores del campo guatemalteco. En la Guatemala de aquellos días los indígenas y campesinos apenas trataban descontinuar con sus sistemas de vidas aún coloniales, como continúa siendo ahora.
Después, la imagen de Guatemala enfrentada a las acciones armadas organizadas diez años después (1954) por la nefasta Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense, financiada por la United Fruit Company que, utilizando a guardias traidores del Ejército con sus métodos terroristas, hicieron sucumbir a la revolución en julio de ese año, cuando Jacobo Árbenz Guzmán, ejercía la presidencia del país hermano.
Jacobo Árbenz Guzmán fue uno de los jóvenes oficiales del Ejército que habían protagonizado la revolución llamada de Octubre (20/10/1944) iniciada con el derrocamiento del dictador Jorge Ubico. Por esa su condición patriótica, muy escasa dentro un ejército tradicional, los sectores democráticos del país lo llaman Soldado del Pueblo. Árbenz había relevado en la presidencia al profesor Juan José Arévalo, en 1951.
II
El apoteósico entierro de los restos de Árbenz —así lo califico la prensa guatemalteca— se efectuó el 20 de octubre de 1995, exactamente en el 79 aniversario de la revolución del 44. Antes, al cumplirse el 50 aniversario de la revolución (1994), la Universidad de San Carlos había comenzado a gestionar la repatriación de los restos de Árbenz, quien había fallecido en la Ciudad de México el 27/01/1971, y había nacido el 14/09/1913, en Quezaltenango.
Desde el 20 de julio de 1954, que cesó la presidencia de Árbenz, él con su familia rodó por varios países, entre ellos México —su primer y último destino—, Francia, Checoslovaquia, Suiza, Cuba, China, la Unión Soviética y Uruguay, donde vivió un tiempo.
La gestión universitaria para la repatriación de los restos de Jacobo Árbenz, se fundamentó en que era necesario… “vigorizar la memoria histórica, la conciencia nacional y la identidad nacional”. Cuarenta años tardó en cumplirse esta gestión universitaria.
Cuando gobernaba en Guatemala el presidente Álvaro Colom, en el año del 66 aniversario de la revolución del 44 (2010), se realizó una exposición sobre la obra revolucionaria llamada ¡Oh, Revolución! El año siguiente, 2011, Colom pidió perdón a nombre del Estado guatemalteco a la familia Árbenz-Vilanova, a través de su viuda María Cristina.
El mismo presidente Colom le puso el nombre de Jacobo Árbenz a la carretera al Atlántico guatemalteco, y el Ministerio de Cultura incluiría su nombre en el Currículo Nacional Básico, haría un sello y publicaría su biografía. Dos años después, 2012, otro Gobierno, consecuente con su tradición oligárquica, eliminó el nombre de Árbenz a la carretera.
III
Viendo el periplo del exilio de Jacobo Árbenz, fue inevitable imaginar lo que de esta personalidad pudo ver en el retrovisor mental. La Habana julio de 1960. Una de las personalidades invitadas de honor al Primer Congreso de Juventudes Revolucionarias de América Latina, fue Jacobo Árbenz Guzmán. Para el suscrito, el único modo de acercarse al expresidente fue pedirle un autógrafo, tal cual lo hicieron muchos de los jóvenes delegados. Con la presencia de Árbenz en ese congreso, se evocaba emotiva y políticamente la memoria de la revolución guatemalteca dentro de otra revolución, la cubana, entonces con apenas 17 meses de haber triunfado (enero 1959).
En esos días de Árbenz en La Habana, el Ché Guevara expresó una frase quizás de no buen recuerdo agrado para los guatemaltecos, pero que tuvo un valor profético: “Cuba no será otra Guatemala”. Durante más de sesenta años de sobrevivencia de la revolución cubana ha tenido que enfrentar todo lo malo que —contrario al derecho internacional— han sido capaces de hacer más de una decena de Gobiernos estadounidenses. Precisamente, como lo hicieron en Guatemala en 1954.
IV
Seis años después (1965) el suscrito estaba ingresado en el sanatorio Guérzena en las cercanías de Moscú, donde estaba otro centroamericano, un guatemalteco, y los únicos dos extranjeros. El chapín era un poco mayor, pero sobraban motivos de interés común —entre ellos el idioma— para hacernos buenos amigos. De este amigo, hasta hoy me ha sido imposible conocer su verdadero nombre —lo mismo debió pasarle a él— porque los dos utilizábamos seudónimos.
A mediados de 1965, ocurrió un hecho sorpresivo: el amigo guatemalteco recibió en Guérzena la visita de Jacobo Árbenz. Pensé que para que fuera visitado por su expresidente, mi amigo debió ser algún personaje político importante, pues la conversación principal —de la cual me hicieron partícipe— giró en torno a la experiencia revolucionaria y la situación política de Guatemala posterior a 1954. También tuvo lugar en la plática la situación política de los países centroamericanos. La memoria de aquel encuentro fortuito con Árbenz, confirmaron mis simpatías de siempre hacia este patriota guatemalteco.
V
No es casual entonces, que el artículo de la joven historiadora sobre la repatriación de los restos y otros datos políticos biográficos de su paisano los leyera con mucho interés. Según la articulista, el carro fúnebre con los restos de Jacobo Árbenz recorrió tres kilómetros por las calles de Ciudad Guatemala. Al principio iban en un carro fúnebre halado por caballos, pero de entre la multitud salieron campesinos, trabajadores, mujeres y hombres indígenas y mestizos que bajaron el ataúd para cargarlos por turnos sobre sus hombros.
En el cementerio, al concluir el entierro de los restos del expresidente Jacobo Árbenz, su viuda María Cristina lo calificó las muestras de simpatías como… “Un acto impulsor de paz, de la unidad del pueblo, algo que siempre buscó Árbenz con su programa de gobierno”. María Cristina Vilanova, murió en Costa Rica el 1 de enero de 2009; sus restos reposan en la misma tumba de su marido.
Ahora, sin duda que con el recuerdo de los años democráticos con Jacobo Árbenz y de Juan José Arévalo en la presidencia de la revolución democrática, el pueblo guatemalteco, desde las últimas elecciones, está unido y firme luchando en las calles para que los oligarcas corruptos respeten su voluntad, expresada en su voto mayoritario cuando eligieron a Bernardo Arévalo. En opinión de otro guatemalteco, Fernando Jeró Sotelo, al respecto:
“No está en juego solamente una sucesión presidencial y un cambio de gobierno. Está en camino de resolución lo que serán los próximos sesenta o s setenta años en Guatemala. Podrían ser los de la construcción de un país democrático y equilibrado con mejoras sustanciales en los índices sociales y bienestar de la población, o el hundimiento probablemente definitivo, en el lodazal del Estado delictivo y fallido”.
El artículo de Patricia Lepe sobre la repatriación de los restos de Jacobo Árbenz Guzmán, cerró con estas palabras: “El Soldado del Pueblo recibió (…) el agradecimiento, respeto y admiración por su valiente intención de dar una vida digna a la mayoría de la población. Por ser el único presidente que se ha enfrentado a los poderes representados por la oligarquía terrateniente, empresarial y el imperialismo”.
Una verdad histórica que la dictadura conservadora guatemalteca pretende desconocer.
Al margen de estas cuartillas
*En Suiza nació el padre del expresidente guatemalteco, Hans Jacob Árbenz, quien emigró a Guatemala en 1901; se casó con Octavia Guzmán.…
* El año 1965, se suicidó Arabella, la hija mayor de Jacobo Árbenz Guzmán…
*Con el retorno de los restos de Árbenz a Guatemala en 1995, terminó un destierro de 41 años…
*Otro tema. En días recientes, aquí se recordó al político británico Winston Churchill, nombrado Sir por la reina Isabel…
*Churchill fue primer ministro del imperio británico durante diez años en dos períodos: 1940-1945 y 1951-1955…
*A Churchill, como líder político, le atribuyen pasión, sentido de responsabilidad y mesura, lo cual le mereció la confianza de sus electores…
*Pero el propio Churchill había confesó sus verdaderos ideales políticos y su personalidad, que no tenía ninguna mesura…
*En 1919, a un año de finalizada la Primera Guerra Mundial, dijo: “No consigo entender tanto remilgo sobre el uso del gas…
*“Yo estoy muy a favor del uso del gas venenoso contra las tribus incivilizadas…
*“Esto traería un buen efecto moral y difundiría un perdurable temor”…
*En 1937, Churchill volvió a manifestar su “humanismo”, propio de gran jefe imperial:
*“Yo no admito que se haya hecho nada malo a los Pieles Rojas de América, ni a los negros de Australia, cuando una raza más fuerte, una raza de mejor calidad, llegó y ocupó su lugar”…
*Ahora, ese “lugar” lo ocupan los herederos de esa “raza de mejor calidad” y tratan al resto del mundo… ¡con el mismo cariño que a los Peles Rojas!